El oficialismo contra el reggaetón, la batalla perdida



Hace poco más de un año el panorama musical dentro de Cuba vivió una serie de fuertes encontronazos entre la oficialidad y artistas representantes del reggaetón, un género alternativo que hoy vuelve a la palestra dentro de la Isla por la agresiva actuación de un grupo de fanáticos, quienes en un hecho totalmente inaudito exigieron, violencia de por medio, escuchar a sus cantantes preferidos tras concluir un concierto por el aniversario 40 de la Nueva Trova.

Este actuar, desconocido hasta el momento, por lo menos en cuanto a las fronteras del arte corresponde, deja en descubierto una zona hasta ahora silenciada en los medios de comunicación masivos de la Isla: el problema de una educación social e individual cada vez más deteriorada, con una sustensible pérdida de valores y un irrespeto a la diversidad cultural.

No se trata de defender al reggaetón, criticado desde los medios oficiales cubanos desde hace más de un año por el contenido de sus canciones, como por la difusión de videos, considerados sexualmente “atrevidos”, sino de analizar las causas que han conllevado a que este género sea hoy el preferido entre los jóvenes y no tan jóvenes, y cuyas canciones encabecen los hit parade del gusto popular.

No debería llamar la atención que hoy entre quienes prefieran el contoneo de las caderas y las repetición de estrofas reguetoneras, se encuentren esa generación de cubanos nacido después de 1980, a quienes les tocó crecer y desarrollarse en medio de la más profunda crisis económica, social y de valores de las últimas cinco décadas, momento en el cual se agudizaron fenómenos como la prostitución a todas las escalas, el aumento de la corrupción y el deterioro del sistema educacional, entre otros.

La estética del diente de oro, del bling bling y la gorra de pelotero y gafas oscuras a toda hora se impuso como modo de vida, mientras se olvidaban hábitos de educación formal básica, mientras se dejaban de editar a los clásicos, el Ballet Nacional suspendía sus giras a las provincias y Dulce María Loynaz era prácticamente desconocida.

Porque el problema no está en que las letras del Chupi Chupi se impongan en el gusto de la mayoría, la propia vida ha demostrado que nadie tararea hoy “mami dame más gasolina”, o “chupa pirulí”, el asunto está en cómo otras manifestaciones están en pleno detrimento y no cuentan con los recursos necesarios para su promoción.

Mientras el muy sabio y viejo Consejo Nacional de la UNEAC dedica jornadas a debatir sobre el tema, y hasta censurarlo, no he visto aún ningún pronunciamiento de cómo apoyar otros géneros con plataformas efectivas y con las iniciativas capaces de hacerlos calar entre los más jóvenes,

Mientras se debate en el burocrático Instituto Nacional de la Música sobre cómo poner freno al reggaetón, todavía no he escuchado ni leído un planteamiento de cómo van a hacer para destinar de los millones de pesos que cada año ingresan por conceptos impositivos a orquestas, grupos y solistas, los billetes necesarios para que géneros no tan populares encuentren también su espacio.

El tema no se trata de limitar y hacer una cruzada contra uno u otro género como están haciendo, se trata de buscar alternativas, algo realmente complicado cuando tenemos en cuenta que por un lado los burócratas se llenan la boca ante el Parlamento de criticar al reggaetón y sus defensores, mientras por otro lado se dan la mano con estos mismos exponentes quienes costean los viajes de estos dirigentes a distintas latitudes o son gracias a ellos que se cumplen los planes de ingresos previstos.

Nunca voy a olvidar que en mi provincia natal se encuentra la “Orquesta Hermanos Avilés”, que ostenta el record de la más antigua agrupación de música popular bailable en activo de América Latina, pero este pedigrí no le sirve para ganar dinero y aceptación popular, por lo cual y bajo regulación oficial, todos los municipios holguineros la tienen que contratar en sus fiestas populares, único modo de lograr que aumenten sus ingresos.

El reggaetón y géneros afines tienen ganada la batalla: tienen seguidores que se cuentan por millones y sus videos y creaciones son filmados y repartidos de manera independiente, la mejor manera de hacer fluir las cosas en Cuba, donde el centralismo mata.

Ciertamente los creadores de este género han encontrado la brecha para primero: grabar, editar en estudios hechos de cartones de huevos y habitaciones particulares; segundo, para encontrar la difusión apoyándose en los mecanismos alternativos, entiéndase “quemando un CD” y propagándolo en los almendrones, coches y bicitaxis de todo el país, sin contar el dinero que le pagan a los DJ´s para que coloquen estas canciones como ambientaciones en fiestas y espacios públicos.

En lugar de asumir al reggaetón dentro de las riquezas musicales de nuestra Isla, el oficialismo y sus críticos de arte han colocado sus armas en contra de esta manifestación, lo cual lejos de provocar el rechazo popular ha aumentado el nivel de consumo y expectativas hacia el mismo, tanto es así que muchas bandas, por no pecar de absolutista, se sienten obligadas a incluir temas con acentuadas pautas reguetoneras en su repertorio para lograr difusión masiva o hacer featuring con artistas de reconocida pegada popular.

Lejos de acabarse la polémica, la misma se incrementa en la misma medida que el encartonamiento oficial no asume el hecho táctico de que el reggaetón tiene ganada la pelea, quizás temen reconocer que esta tendencia musical, con carácter contestatario en Puerto Rico no así en Cuba, representa una producción y dinámica de tipo capitalista pues se impone desde la lógica del dinero, del poder, de la manera de representar un sistema de vida que para vejetes que dirigen el país y la cultura en la Isla es sencillamente imperdonable, por eso es mejor criticar al reggaetón y sus exponentes antes de analizar todas las causas que han conllevado a que hijos de jefes, sobrinos de jefes y familia de los jefes que antes cantaban al son de los Van Van hoy se contonean y enseñen pelvis y sabe Dios qué cosa al ritmo de El Micha y Gente de Zona.

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Comentarios   Dejar un comentario
que mas da
4 de julio, 2013 4:50 pm (GMT-5:00)
Aqui borran los comentarios que no les convienen por lo que veo, escribi hace un tiempo una opinión contraria al texto y veo que no aparece... Asi nos va...

roberto
15 de enero, 2013 7:05 pm (GMT-5:00)
Esa es la pura verdad. Ojalá que muchos sobre todo en Cuba puedan leer este y el anterior comentario de la edición 31-12-12. Hay mucho por hacer en Cuba no solo en libertad de expresión, sino también en educación y gusto estético.