La sociología baila y canta a ritmo de reggaetón



Se afirma que la música ha sido nutriente de la sociología por ser parte intrínseca del hombre y la sociedad desde sus orígenes. Al compás de la música el hombre ha dejado su huella en este planeta. Estos, tal vez, sean conceptos que impulsen a un joven estudiante cubano de Sociología para abrirse paso y buscar espacio dentro del enraizado y a la vez, disímil espectro musical que desanda por este país.

Y al filo de esa navaja, canta y baila Damián, quien fiel a su concepción post-modernista enarbola un alias: “El Banito”, nada raro en un entorno donde tanto alias como tatuajes se mancomunan como distintivos de rompimientos e independencia generacionales.

Por elemental lógica, la primera pregunta a formularle sería acerca del origen de tan neológico alias. Pero preferimos dejarlo en suspense. Fuimos directo al vórtice. “Sabemos que eres cultivador activo de la música urbana en Cuba, del reggaetón específicamente, y que además estudias Sociología en la Universidad de La Habana, ¿de qué manera puedes combinar ambas actividades, y en qué medida fusiona intereses que, desde un discutible prisma académico, parecen antagónicos?” “Todo mi tiempo transcurre entre el estudio y la música. La sociología y la música se entrelazaron en mí con carácter definitivo al llegar a la Universidad. Comencé como bailarín y cantante en una compañía llamada “PMM”, y luego me integré al grupo “WTF” de mi facultad, pero del mismo modo me dediqué a realizar estudios sociológicos de la cultura alternativa, o underground, los que me permitieron arribar a formulaciones propias alejadas de prejuicios y fetiches. El reggaetón es un género más, establecido y comercial para algunos, alternativo

para otros, y por tanto su valor no depende de sí mismo, sino, de quien lo hace mal o lo hace bien.” Nos cuenta.

Luego de esta declaración de principios, un “El Banito” más relajado, se acomoda en su zona de confort. Otra pregunta caía de la mata y él la esperaba: “Y tú, ¿haces un reggaetón bueno o un reggaetón malo?” Pensé obviarla pues tenía frente a mí una personalidad sin rasgos de altanería, y supuse la respuesta que efectivamente me dio: “No creo que sea yo el más indicado para juzgarme.”

Enfilé mis cañones hacia otro franco más espinoso. “¿Es difícil hacer música alternativa en Cuba?” Damián me corrigió el tiro. “En mi país no hay música alternativa. Lo que son o no alternativos son los músicos. Los que nos mantenemos en el llamado underground somos los que no tenemos el apoyo de las instituciones y los medios de difusión, los ignorados por las discográficas, los que no permitimos que nos enmienden los textos de las canciones, los que cantamos lo que pensamos, los que tenemos que costearnos hasta lo más elemental para proseguir adelante a cambio simplemente de ser nosotros mismos.”

Contraataqué. “Pero tú perteneces a un grupo prestigioso de la Universidad, el “WTF”, ¿no tienen asistencia por parte de sus autoridades?” No adiviné si fue sonrisa o rictus sarcástico lo que antecedió a su respuesta. “Nada de eso. La Universidad solo tiene dos guitarras viejas y un piano dañado. El equipo de audio si es bueno, pero solo se utiliza para actividades políticas programadas por la Rectoría.”

Busqué un equilibrio. “Pero, tú piensas en la fama, en grabar discos, en convertirte en solista y verte en videos clips profesionales, ¿no es así?” “Claro, y para ello me empeño en perfeccionar mi trabajo vocal; después buscaré dinero y contactos, y si al fin logro el primer disco, acarrearé su promoción por los medios y a través de giras nacionales. Largo camino, nada fácil. Por ahora solo es un sueño.”

Me dispuse de nuevo a la carga, pero él me atajó. “Me siento bien con el grupo “WTF”, me aporta espiritual y profesionalmente, nos presentamos en festivales y eventos culturales. Por las noches bailo con “PMM LIGHT” y obtengo algún dinerito para no dejar caer mi imagen y costearme gastos de transporte y comida, así como para mantener mi celular y pagar el gimnasio.”

“¿Contactos en el extranjero? ¿Email? ¿Internet?” Pregunto. “Tenemos una cuenta de correo muy limitada. Solo para informarnos del ámbito nacional. No se puede utilizar para comunicarse con instituciones o entidades extranjeras. Existe mucho control sobre eso.”

“¿Dónde te sientes más cómodo, en el baile o en el canto?” Continúo. “En ambos, pero me inclino por el canto, aunque requiero perfeccionamiento académico, algo que mis estudios universitarios y el trabajo nocturno me impiden, tampoco tengo la economía para pagarme un profesor particular.”

“¿Cómo te ves en un futuro, cómo un sociólogo que canta o un cantante que estudió sociología?” Sigo sin pausa. “Creo que eso dependerá de las circunstancias que me toquen vivir, pero la música no pienso dejarla nunca.”

Termino. “Damián, ¿tus apellidos?” “Así nada más, Damián, alias “El Banito””.

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