Música underground en Cuba: ¿un fenómeno social?



La existencia de la música underground en Cuba es un hecho. El acuñado término surgió a partir de la década de los 60 del pasado siglo, cuando las restricciones culturales impuestas por las autoridades de la Isla impedían a la juventud cubana acercarse al escenario musical internacional. Por aquella época, escuchar, bailar, vestirse y hacer música al estilo de las principales bandas del mundo era penado por la ley. Muchos fueron considerados antisociales y recluidos en campos de trabajo forzado por solo llevar el pelo largo. Eran tiempos en los que los acetatos pasaban de mano en mano, se organizaban fiestas clandestinas y se escuchaba a escondidas los American Top Forty de la radioemisora miamense WQAM.

Lo que parecía ser una etapa superada resurgió con mayor fuerza en las últimas décadas del pasado siglo, pero con características totalmente distintas. Los jóvenes siguieron siendo los protagonistas, pero ahora clamaban y luchaban por espacios propios dentro del panorama cultural nacional, donde poder expresar criterios, ideas y conceptos, no siempre en concordancia con la política oficial. De inmediato se les tildó de contestatarios y aunque no fueron reprimidos abiertamente, les cerraron todos los caminos. El movimiento underground cubano se extendió por el país con una vanguardia rockera, a la que luego se sumaron creadores de otros géneros.

La escena cubana de pronto se llenó de proyectos alternativos cercanos a la realidad social de la Nación, alejados y críticos de los cánones y de las instituciones oficiales. La monolítica y nacionalista cultura de masas importada de la Era Soviética empezó a mostrar brechas, y fue cada vez más incapaz de marginar, censurar e ignorar la fuerza, creatividad y pujanza de un movimiento que aglutina y compromete a miles de personas de varias generaciones en Cuba.

Plazas, parques, avenidas y algunos clubes capitalinos acogen a los músicos underground, llenos de deseos de compartir su talento con quienes quieran escucharlos. En improvisados estudios domésticos de grabaciones se realizan demos a espaldas de las disqueras nacionales, los cuales luego se distribuyen o venden en calles y festivales.

Entidades políticas de la Isla, en aparente gesto de buena voluntad, tratan de acercar a sus redes a estos músicos, con promesas promocionales y la apertura de algún que otro espacio. Sin embargo, el verdadero fin es sumirlos en la institucionalización y mantenerlos en el redil, con el objetivo de suavizar su lenguaje y posiciones.

La rebeldía, la inconformidad y la protesta se mantienen como identificadoras del movimiento underground en Cuba. A pesar de incomprensiones, exclusiones y marginaciones existe, persevera y resiste las hostilidades.

Aunque no se quiera reconocer de manera oficial, el movimiento underground en Cuba subsiste y evoluciona, lucha y resiste, a la espera de un cambio radical en la política cultural. Ello es prueba de que es conceptualmente revolucionario, en una realidad que esconde el conservadurismo y el totalitarismo bajo el maquillaje de igualdad y libertad plenas.

Pensar y actuar diferente es todavía algo no totalmente permitido en la Cuba de hoy. En ello tiene el movimiento musical underground su más profunda base, y la ratificación como fenómeno social.

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Comentarios   Dejar un comentario
Paquito
28 de enero, 2013 6:30 pm (GMT-5:00)
A mí me gusta la música underground, soy universitario y muchas veces con esa música nos reunimos un grupo y descargamos, improvisamos y ponemos la rumba buena con lo que todos queremos decir, y yo digo si no hay conflicto desde diversos puntos de vista, cultural, político, social y otros entonces cómo va a existir el desarrollo?? Está bueno esto

luisito
28 de enero, 2013 5:39 pm (GMT-5:00)
Es la pura verdad. Ojalá alguna vez todos los músicos udeground de Cuba, puedan formar parte, sin trabas, de las verdaderas opciones culturales de la Isla. Mis padres fueron underground y ahora yo también lo soy. Seguimos peleando por nuestro espacio. Gracias por la página y por artículos como este.