El arroz y los frijoles del rock cubano

11 de febrero de 2013



Hace sólo unos días viajé a la ciudad matancera de Cárdenas, para celebrar el cumpleaños de mi amigo Paco, rockero de pura cepa, con quien compartí sueños de adolescente y muchos amaneceres en parques y avenidas rasgueando las cuerdas de una vieja guitarra.

La noche del onomástico la pasamos en el bar The Beatles, en Varadero, donde disfrutamos la actuación de la banda Rice and Beans. Escucharlos tocar temas clásicos del rock internacional, y lamentablemente nada de su prolífera producción, nos dejó insatisfechos y a la vez llenos de dudas.

Minutos después, compartíamos mesa y tragos con varios de sus integrantes. Así entre saludos y recuerdos una gran verdad se abrió paso.

“Hay que vivir. Nos sobran los dedos de las manos, para contar las oportunidades que tenemos de organizar algún concierto, y mucho menos de dónde sacar el dinero con el que mantenernos y sufragar los gastos del grupo”. -afirma Rodim Delgado Au, baterista y director-. “Aquí tenemos que lidiar con los gustos de los clientes, y sobre todo con los de la administración, de lo contrario adiós y muchas gracias”.

Quienes escuchábamos íbamos de sorpresa en sorpresa. Les recordé que se decía que Rice and Beans, tenían como pocos el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz, y que incluso habían recibido honores y reconocimientos, pero estaba equivocado.

“Cumplimos quince años de fundados y sólo pudimos hacer una pequeña presentación en la Casa del Joven Creador de Matanzas, y nos prometieron un concierto en el Maxim Rock en La Habana”. -agrega Rodim- “Pero nada todavía. De nuestros bolsillos salió el dinero para filmar y estrenar un video clip, así como grabar el demo de Green Toy, nuestro último disco”.

Mi amigo Paco, quien no deja de ser un niño grande, quiso cambiar de tema y se dejó arrastrar por los recuerdos. Todos callamos mientras él describía los primeros ensayos en el garaje de la casa de Frank, el baterista del grupo, sin instrumentos, pero llenos de entusiasmo, ansias de triunfo y audacia.

Luego vendría la etapa de las primeras tentativas, de letras y música llenas de emoción, pero faltas de técnica, hasta que naciera el auténtico Rice and Beans en el más puro estilo alternativo, que no ha dejado de evolucionar y experimentar con el metal.

Nostalgia y cervezas son un dúo peligroso que nos condujo a entonar “Nothingness”, canción que integra el primer álbum de la banda The Need To See, al cual le siguieron los demos A Child Again, y Vegetational Protein, trabajos que a decir de los especialistas los ubican entre las cuatro mejores bandas de rock cubano de los años noventa.

“Añoramos esos tiempos”. -dicen casi al unísono Jorge y Jaime, los guitarristas del grupo-, “pensamos que recibiríamos todo el apoyo del mundo y nos apresuramos. Ahora sentimos que cada día estamos más sólos y aislados, es como si volviéramos al underground, o mejor, como si nos empujaran a él, pero sin avisarnos”.

“La cosa no es tan triste, caballeros”. -atina a decir Alfonso el bajista- “seguimos haciendo lo que nos gusta contra viento y marea. La música que hacemos le gusta y la gente, al menos en Matanzas, se preocupa por lo que hacemos. No por gusto somos Rice and Beans, sin arroz y frijoles no hay cubano que viva”.

La frase nos devolvió el buen humor e hicimos el compromiso de volver a encontrarnos en el próximo cumpleaños de Paco, para pasar revista a nuestras vidas, y sobre todo, constatar la vigencia artística de la banda.

“Tenemos ideas y muchas cosas por hacer,” -concluye Frank- “a la historia del rock cubano le faltan páginas por escribir, y algunas de ellas tendrán como protagonistas a Rice and Beans. Con o sin apoyo, en clubes, parques, casas, siempre haremos nuestra música y seremos los mismos jóvenes que un día soñaron con triunfar. Al fin y al cabo, somos el arroz y los frijoles del rock cubano”.

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