Siempre que hay trova escampa
25 de febrero de 2013
“Siempre que hay trova escampa”, así me dijo un joven amigo y trovador que quería llamar su peña. Peña por la que pasarían no sólo invitados de la provincia, sino de todo el país.
Omar Sicilia, líder de la banda tunera Kereya, puerto padrence de pura cepa, vino a Las Tunas buscando mejorar sus oportunidades comerciales. Poco a poco los integrantes del grupo fueron encontrando trabajo y alquiler de casa también.
Nelson, percusionista, actualmente vive en el mismo alquiler de Omar y sueña con poder dar el gran salto de vivir en La Habana donde todo es mejor y hay más oportunidad de triunfar.
Triunfar y Habana, dos palabras que están en la misma oración casi siempre cuando algún joven artista o creador cubano del siglo XXI de provincias, habla de sus metas. ¿Las perspectivas han cambiado?
Si converso con algún poeta, trovador o creador de cualquier manifestación del arte de la generación de los ‘70 o ‘80, me contestan de otra manera, pues están establecidos, tienen su propia casa y familia, ya pasaron la etapa de las metas.
En los años ‘80s, Las Tunas sólo tenía un grupo llamado Grandes Alamedas, liderado por Norge Batista, un nombre que pocos conocían. Ellos eran el centro alrededor del que giraba todo el movimiento de la nueva trova y la poesía de vanguardia de esta provincia. Tenían además su propia peña por la que pasaba la intelectualidad tunera emergente de la época como Gaspar Esquivel, trovador de Amancio, Delfín Ramos, futuro director del quinteto de música tradicional Cincopa, entre otros.
Nunca pude apreciar algunas de aquellas peñas o conciertos, solo tengo la referencia o las anécdotas de los protagonistas que para suerte de muchos siguen vivos y hoy son los maestros de los más jóvenes como los integrantes de Kereya, de los cuales sí puedo hablar. Ellos como músicos son muy talentosos, y como seres humanos, muy sencillos, a pesar del gran talento que poseen. Un talento que es aplaudido cada segundo jueves de cada mes, en su peña, donde se reúnen un mar de jóvenes seguidores de su música contestataria que crítica los males sociales y humanos. Y donde siempre llueve y escampa, porque regularmente vivo junto a ellos la incertidumbre de si habrá audio o no, si las luces estarán a tiempo, y es que hasta el último minuto en que empiezan a tocar su primera canción, no hay nada seguro.
Su repertorio contiene muchas canciones y estos temas forman parte de sus dos demos Me levanto, y el más reciente Cuando cambie el viento que contiene canciones obligadas en cada presentación: “Blanco y negro”, “Me levanto” y “Ella se fue”. El último demo sólo tiene cuatro cortes, los cuales marcan la madurez absoluta, según mi punto de vista, de la agrupación.
El tema “Cuando cambie el viento” fusiona la música cubana con una letra inteligente y reflexiva, y un ritmo contagioso que hace bailar. Por otra parte es una muestra de poética, tanto en la letra como en el arreglo musical, por un violín adicionado que le da una sonoridad melancólica, “Cómo escapo de tu sombra” y “Corazón de barco” vienen a reafirmar una línea de trabajo que no traiciona a sus seguidores.
Simplemente algo diferente en el pentagrama musical tunero sucede todos los jueves frente a la Casa del Joven Creador en Las Tunas con Kereya. Y como uno de sus fieles seguidores digo: “Siempre que hay trova con Kereya, escampa”.
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25 de febrero de 2013
“Siempre que hay trova escampa”, así me dijo un joven amigo y trovador que quería llamar su peña. Peña por la que pasarían no sólo invitados de la provincia, sino de todo el país.
Omar Sicilia, líder de la banda tunera Kereya, puerto padrence de pura cepa, vino a Las Tunas buscando mejorar sus oportunidades comerciales. Poco a poco los integrantes del grupo fueron encontrando trabajo y alquiler de casa también.
Nelson, percusionista, actualmente vive en el mismo alquiler de Omar y sueña con poder dar el gran salto de vivir en La Habana donde todo es mejor y hay más oportunidad de triunfar.
Triunfar y Habana, dos palabras que están en la misma oración casi siempre cuando algún joven artista o creador cubano del siglo XXI de provincias, habla de sus metas. ¿Las perspectivas han cambiado?
Si converso con algún poeta, trovador o creador de cualquier manifestación del arte de la generación de los ‘70 o ‘80, me contestan de otra manera, pues están establecidos, tienen su propia casa y familia, ya pasaron la etapa de las metas.
En los años ‘80s, Las Tunas sólo tenía un grupo llamado Grandes Alamedas, liderado por Norge Batista, un nombre que pocos conocían. Ellos eran el centro alrededor del que giraba todo el movimiento de la nueva trova y la poesía de vanguardia de esta provincia. Tenían además su propia peña por la que pasaba la intelectualidad tunera emergente de la época como Gaspar Esquivel, trovador de Amancio, Delfín Ramos, futuro director del quinteto de música tradicional Cincopa, entre otros.
Nunca pude apreciar algunas de aquellas peñas o conciertos, solo tengo la referencia o las anécdotas de los protagonistas que para suerte de muchos siguen vivos y hoy son los maestros de los más jóvenes como los integrantes de Kereya, de los cuales sí puedo hablar. Ellos como músicos son muy talentosos, y como seres humanos, muy sencillos, a pesar del gran talento que poseen. Un talento que es aplaudido cada segundo jueves de cada mes, en su peña, donde se reúnen un mar de jóvenes seguidores de su música contestataria que crítica los males sociales y humanos. Y donde siempre llueve y escampa, porque regularmente vivo junto a ellos la incertidumbre de si habrá audio o no, si las luces estarán a tiempo, y es que hasta el último minuto en que empiezan a tocar su primera canción, no hay nada seguro.
Su repertorio contiene muchas canciones y estos temas forman parte de sus dos demos Me levanto, y el más reciente Cuando cambie el viento que contiene canciones obligadas en cada presentación: “Blanco y negro”, “Me levanto” y “Ella se fue”. El último demo sólo tiene cuatro cortes, los cuales marcan la madurez absoluta, según mi punto de vista, de la agrupación.
El tema “Cuando cambie el viento” fusiona la música cubana con una letra inteligente y reflexiva, y un ritmo contagioso que hace bailar. Por otra parte es una muestra de poética, tanto en la letra como en el arreglo musical, por un violín adicionado que le da una sonoridad melancólica, “Cómo escapo de tu sombra” y “Corazón de barco” vienen a reafirmar una línea de trabajo que no traiciona a sus seguidores.
Simplemente algo diferente en el pentagrama musical tunero sucede todos los jueves frente a la Casa del Joven Creador en Las Tunas con Kereya. Y como uno de sus fieles seguidores digo: “Siempre que hay trova con Kereya, escampa”.
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