Música alternativa: ¿ancla definitiva o mero atracadero de tránsito?



Música alternativa o underground, es un contenedor de conceptos modernos en torno a una problemática tan diversa y compleja en su esencia misma como antiguo es su origen.

En el último medio siglo de que hacer y deshacer del espacio musical cubano, prodigo en quinquenios de todos los colores, de ataques y contraataques, de ostracismos y reivindicaciones, de censuras y aperturas, de sobre protecciones y desarraigos oficiales, de esperanzas y desesperanzas, la música alternativa ha sido y es, para algunos, suerte de independencia confortable y definitiva, pero para otros, desconsolador paliativo. ¿Ancla en el mar convulso o mero atracadero de tránsito? He allí la pregunta.

A juicio personal -y estamos persuadidos que tambiénal de muchos-, la música alternativa encierra en sí misma una filosofía convencida y convincente de asumir la creatividad como medio de dejar rastro, marca, distinción que hagan del artista un ser pleno, y no manipulada mercancía para provecho personal, empresarial o estatal. Lejos también debe de estar de ser un monasterio de monjes enclaustrados, sin aspiraciones terrenales.

No somos quienes para juzgar a los que desde sus inicios enfocan los objetivos supremos en alcanzar estatus de gentes famosos con jugosos contratos, giras nacionales e internacionales, prestigiosas producciones discográficas y audiovisuales en las cuales expongan talento y capacidad para imponerse en un mundo cada vez más competitivo. Una vía igualmente válida y humana. Sino, recordemos al Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, o simplemente el Benny Moré de principios de los años cuarenta del pasado siglo, quien guitarra en ristre, llevaba su música a los ómnibus y cafetines habaneros en espera de la generosa moneda para sobrevivir,y de la oportunidad soñada que finalmente cuajó para gloria de Cuba y su música.

Ahora bien, lo que si desconcierta un tanto es la proyección de quienes, con brújula equivocada, se atrincheraron y se atrincheran dentro de la corriente alternativa para cuestionar y arremeter contra los escollos, llámense gubernamentales, institucionales, empresariales, sociales, generacionales o individuales, que les impidieron e impiden pisar la arena del ruedo al que secretamente aspiraron y aspiran. Fueron y son individuosque cuando estos escollos se les antojaron o antojan inexpugnables molinos de vientos, concluyeron y concluyen finalmente dispensando concesiones para formar parte del engranajeotrora públicamente repudiado también por ellos.

Sin dar nombres ni apellidos, y aunque escasos,existen ejemplos:el contestatario de ayer que hoy funge como funcionario inquisidor; o el artista desenfadado de ayer que afamado hoy, ya olvidó la vieja guitarra, el parque, las esquinas del barrio, las salas de los amigos; o el entusiasta joven grabador de canciones de Los Beatles en discos de acetato, traslucido hoy en empresario discográfico de espaldas a sus orígenes; o el compositor devenido en ortodoxo crítico musical que detracta o magnifica.

Cada cual es libre de hacer con su vida y talento lo que más le plazca, pero consideramos que lo más honesto no es el simular para llegar. Hay que jugar, desde un principio, con la pelota y las reglas de cada terreno.

A nuestro parecer la música alternativa no debe ser doctrina empecinada ni credo dogmático, ni menos refugio de desposeídos y excomulgados. Vemos a la música alternativa comoopción abierta a los creadores que no deseen endeudarse con el futuro, y que llevan con orgullo y prestancia la entereza de una obra descontaminada, sin detrimento de sus intereses personales y materiales.

No por ello, los seguidores de esta corriente deben de renunciar al reconocimiento y aplauso unánimes, a la interrelación y retroalimentación del público de cualquier latitud, tanto aprobador como censor; a los que no esconden en sus carteras partituras tachadas o enmendadas por temor personal o exigencia extraña, a los que se dejan confrontar solo en igualdad de derechos, a los que saben autocensurarse por prerrogativas propias y no impuestas, a los que calibran con la misma vara al talento ajeno como al propio, a los que no menos precian géneros y defienden la diversidad de ellos, a los que no rompen lanzas en diferencias generacionales, a los que no se dejan amedrentar por escollos ni molinos de vientos, a los que desandan ligeros de espíritu sin pesados lastres de frustraciones e impotencias, pero dispuestos a la útil inconformidad, a los que tienen fe en el esfuerzo personal y en el apoyo colectivo, a los que creen en la palabra mañana, a los que ahora mismo quisieran aprobar o reprobar estos conceptos en una Internet al cual, la mayoría de ellos, no tienen acceso.

Por todas estas razones, y si se llega a ella por voluntaria concientización, la música alternativa -ya lo dijimos-, no debe servir de mero atracadero de tránsito, sino ancla definitiva en este convulso mar por el cual hoy navegamos.

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