Con sudor se escucha lo nuevo en mi barrio
8 de abril de 2013
Andando por el barrio en búsqueda de algo nuevo, me atrajo fuertemente un ruido en una de las calles de Buenavista. Enseguida llegué y pregunté a que se debe tanto alboroto y uno de los muchachos que se encontraba ayudando a montar el audio me dice: "por el CDR se ha organizado, para este día, una actividad con nuevos talentos, pero como no pudieron alquilar audio ya que estos cuestan bastante, nosotros mismos decidimos no darle fin a la actividad y con un poco de acá y otro de acullá, empezamos a montar todo esto. Entre bafles caseros, micrófonos viejos, cables casi calcinados y las tremendas ganas de hacer realidad nuestro sueño, lo estamos logrando, porque como bien sabes el Estado no puede cumplir por falta de recursos monetarios y otros motivos que todos conocemos".
Ya que me encontraba allí no podía ser menos y ayudé en todo lo que pude cargando bafles, tocando en las puertas de los vecinos buscando extensiones, mesas y todo lo necesario para que la actividad fluyera positivamente.
Eran las 11:00 a.m. cuando llegué a aquel enredo callejero y sobre las 3:30 p.m. casi se terminó de cuadrar todo para que la actividad empezase a funcionar. Estábamos cansados, con hambre y sed pero no importaba, la actividad por fin vería la luz.
Me puse a indagar entre los presentes y supe que esta actividad la inauguró un joven solista de 26 años llamado Luis Perales, que según me contaron, desde los 8 años toca perfectamente piano, guitarra y flauta, pero que desgraciadamente aún las puertas de la fama no se le han abierto. El mismo Luis Perales interpretó dos canciones de su autoría “Derecho a Amar” y “Derecho a Mar”, esta última una parodia. Ambas fueron trovas o “trabas” como muy bien dijo al terminar su actuación: “… por la letra de estas dos canciones me han pedido la cabeza, aunque Buena Fe hace lo mismo y nadie se las pide a ellos, esto es trova o traba”.
Después cantó un cuarteto de féminas llamado Voz Disonante. Nunca supe las edades de las cantantes, aunque la más adulta solo tenía 20 años. Realmente el nombre del cuarteto era una gran ironía porque no sonaban para nada disonantes, al contrario, oírlas era como escuchar cantar a ángeles. Este grupo tampoco ha conocido a la “señora suerte”.
Acto seguido, actuaron una serie de grupitos que no merecen la pena nombrar, excepto por el discurso intercalado de los organizadores culturales que allí se encontraban, los cuales comentaron que habían realizado un gran trabajo cuando realmente nunca hicieron nada.
El momento cumbre llegó cuando subió a la tarima una agrupación de rock llamada Real Nightmare, la cual interpretó una balada titulada “Where are We Going to Stop”. Cuando subieron, muchos gritaron para que bajasen, pero al terminar la canción vi lágrimas en los ojos de algunas personas y en los míos habitaba el asombro. De pronto todos a coro cantaron el estribillo de la canción que decía: “A dónde vamos a parar, si ni siquiera empezamos, a dónde vamos a parar, si entre nosotros no nos ayudamos. A dónde vamos a parar, si seguimos así, a dónde vamos a parar, si no está hecho lo primordial. Amar, amar, dejarse amar y continuar”.
Con esta canción terminó el entretenimiento porque rápidamente subieron unas personas mayores a hablar de política.
Me fui de aquel lugar con la sensación de que hace falta llenar los barrios de actividades en donde las personas que tienen inquietudes artísticas puedan expresarse, porque en cada barrio existen verdaderos talentos ocultos. Es verdad que a veces no hay recursos para esto, pero creo que si nos juntamos todos como hicimos aquel día, algo se puede lograr para poco a poco ir creando un espacio, donde aquellos que no posean papeles ni certificados que los avale profesionalmente para cantar, puedan hacer realidad sus sueños. A lo mejor y hasta aparece algún día en alguna de estas tarimas, algún artista reconocido que quiera ayudarlos y los lleve de su mano hacia la “señora suerte”.
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8 de abril de 2013
Andando por el barrio en búsqueda de algo nuevo, me atrajo fuertemente un ruido en una de las calles de Buenavista. Enseguida llegué y pregunté a que se debe tanto alboroto y uno de los muchachos que se encontraba ayudando a montar el audio me dice: "por el CDR se ha organizado, para este día, una actividad con nuevos talentos, pero como no pudieron alquilar audio ya que estos cuestan bastante, nosotros mismos decidimos no darle fin a la actividad y con un poco de acá y otro de acullá, empezamos a montar todo esto. Entre bafles caseros, micrófonos viejos, cables casi calcinados y las tremendas ganas de hacer realidad nuestro sueño, lo estamos logrando, porque como bien sabes el Estado no puede cumplir por falta de recursos monetarios y otros motivos que todos conocemos".
Ya que me encontraba allí no podía ser menos y ayudé en todo lo que pude cargando bafles, tocando en las puertas de los vecinos buscando extensiones, mesas y todo lo necesario para que la actividad fluyera positivamente.
Eran las 11:00 a.m. cuando llegué a aquel enredo callejero y sobre las 3:30 p.m. casi se terminó de cuadrar todo para que la actividad empezase a funcionar. Estábamos cansados, con hambre y sed pero no importaba, la actividad por fin vería la luz.
Me puse a indagar entre los presentes y supe que esta actividad la inauguró un joven solista de 26 años llamado Luis Perales, que según me contaron, desde los 8 años toca perfectamente piano, guitarra y flauta, pero que desgraciadamente aún las puertas de la fama no se le han abierto. El mismo Luis Perales interpretó dos canciones de su autoría “Derecho a Amar” y “Derecho a Mar”, esta última una parodia. Ambas fueron trovas o “trabas” como muy bien dijo al terminar su actuación: “… por la letra de estas dos canciones me han pedido la cabeza, aunque Buena Fe hace lo mismo y nadie se las pide a ellos, esto es trova o traba”.
Después cantó un cuarteto de féminas llamado Voz Disonante. Nunca supe las edades de las cantantes, aunque la más adulta solo tenía 20 años. Realmente el nombre del cuarteto era una gran ironía porque no sonaban para nada disonantes, al contrario, oírlas era como escuchar cantar a ángeles. Este grupo tampoco ha conocido a la “señora suerte”.
Acto seguido, actuaron una serie de grupitos que no merecen la pena nombrar, excepto por el discurso intercalado de los organizadores culturales que allí se encontraban, los cuales comentaron que habían realizado un gran trabajo cuando realmente nunca hicieron nada.
El momento cumbre llegó cuando subió a la tarima una agrupación de rock llamada Real Nightmare, la cual interpretó una balada titulada “Where are We Going to Stop”. Cuando subieron, muchos gritaron para que bajasen, pero al terminar la canción vi lágrimas en los ojos de algunas personas y en los míos habitaba el asombro. De pronto todos a coro cantaron el estribillo de la canción que decía: “A dónde vamos a parar, si ni siquiera empezamos, a dónde vamos a parar, si entre nosotros no nos ayudamos. A dónde vamos a parar, si seguimos así, a dónde vamos a parar, si no está hecho lo primordial. Amar, amar, dejarse amar y continuar”.
Con esta canción terminó el entretenimiento porque rápidamente subieron unas personas mayores a hablar de política.
Me fui de aquel lugar con la sensación de que hace falta llenar los barrios de actividades en donde las personas que tienen inquietudes artísticas puedan expresarse, porque en cada barrio existen verdaderos talentos ocultos. Es verdad que a veces no hay recursos para esto, pero creo que si nos juntamos todos como hicimos aquel día, algo se puede lograr para poco a poco ir creando un espacio, donde aquellos que no posean papeles ni certificados que los avale profesionalmente para cantar, puedan hacer realidad sus sueños. A lo mejor y hasta aparece algún día en alguna de estas tarimas, algún artista reconocido que quiera ayudarlos y los lleve de su mano hacia la “señora suerte”.
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