Oídos ávidos de música



Recuerdo que hace pocos años atrás salió al mercado el primer fonograma de Telmary Díaz, A diario, lanzado por el sello discográfico EGREM. Inmediatamente pensé en adquirirlo a través de los vendedores de discos, pues ya había escuchado algunos temas y no podía esperar a escuchar más. Algunos conocidos profetizaron el fracaso de mi búsqueda, pero yo pensaba que era imposible que no lo vendieran si temas como “Ves” y “Que equivoca’o” habían disfrutado de una buena promoción en los medios e incluso tenían su propio videoclip. Ese fue mi primer error, pensar que un poco de promoción obligaría a dichos cuentapropistas a invertir recursos en algo que no les produciría las ganancias siempre deseadas. Lo mismo me sucedió con el CD Mi feeling de Sexto Sentido, y en la actualidad con el de Qva Libre del pasado año. Una y otra vez me he visto sumergida en una búsqueda infructuosa.

Fue entonces que empezaron a surgir un sinfín de preguntas sin respuestas: ¿Por qué los vendedores de discos no venden música cubana con la misma capacidad que la música internacional? ¿Acaso no tenemos derecho a consumir otros géneros aparte de la salsa, el pop o el reggaetón, o son estos los únicos géneros que vale la pena escuchar? Después de todo, no creo que sea justo que algunos que escuchamos un espectro de música más amplio, tengamos que depender de la ayuda del “amigo de un amigo” para poder escuchar algo más aparte de lo comercial. Tomemos el ejemplo de un cantante más popular como X Alfonso, quien de una manera inteligente optó por regalar reproducciones de su última producción Reverse, en algunas de sus presentaciones, a todo el que la quisiera y totalmente libre de costo. X Alfonso a pesar de ser uno de los cantantes más conocidos de esta generación, también es de los músicos ausentes en los portales de La Habana.

Como ven, hay tela por donde cortar. Estas son sólo algunas de las adversidades de la música en la Isla. Me imagino que no sea la única que se plantea estas interrogantes. ¿Pero quién soy yo para criticar la educación musical en este siglo XXI donde los protagonistas de las fiestas de niños de 7 u 8 años son grupos de reggaetón “porque eso es lo que se usa”? ¿Será que lo que se usa es lo único que se puede vender? Mientras tanto seguiremos dependiendo del “amigo de un amigo”, o de sitios como éste, que con el mayor amor del mundo les abre las puertas a los músicos menos favorecidos y nos ayudan a satisfacer a muchos oídos que se encuentran ávidos de buena música.

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