La música underground en Cuba (I Parte)



La música popular cubana, desde sus inicios, en los lejanos tiempos de la Colonia, siempre fue una música underground, clandestina, perseguida y menospreciada por las clases dominantes.

En el país siempre han estado en contradicción los problemas de razas. La música negra, de origen africano, desde sus inicios la satanizaron, tanto la aristocracia, como los intelectuales o seudointelectuales que nunca han comprendido con exactitud la verdadera esencia de la música nacional.

Con verdadera mala voluntad se catalogó siempre a lo africano como “salvaje”. Vale decir que lo de origen europeo (blanco) era el “buen gusto”, mientras que lo africano (negro) era el “mal gusto”.

De esta manera descalificaron la música de un plumazo y fue el primer golpe bajo a la música nacional. Siempre se vio el lado oscuro de la música de origen africano, un concepto que se mantiene hasta hoy día, baste observar las opiniones en la prensa relacionadas con las músicas que han estado de moda a través de todos estos años.

Desde la era de los cabildos negros que salían a la calle en Día de Reyes, las crónicas lo atestiguan: “El festival carnavalesco termina en una gran orgía”, redacta Francisco Rodríguez Marín; mientras que Aurelio Pérez Zamora en El Abolicionista, del 15 de enero de 1866, describe el Día de Reyes de esta manera: “El ruido que forman los tambores, los pitos aturde por doquiera los oídos de los transeúntes, centenares de voces chillonas unas, roncas las otras y todas salvajes, responden al rey etíope, formando un diabólico concierto difícil de describir”.

Incluso, en 1792 se publica que el gobierno establece la prohibición de que “los negros conduzcan o permitan conducir a los cabildos, los cadáveres de negros, para hacer cantos o llantos al uso de su tierra”.

El danzón, catalogado como baile nacional, fue descrito por los gacetilleros de su tiempo como “‘baile indecente’, de candil, pucherete, pati-prieto y de navaja”. (Diario de Matanzas, viernes 27 de diciembre de 1878)

El gacetillero de La Aurora del Yumurí afirmaba que “el danzón no está de moda en La Habana ni lo estará nunca”.

Desde 1805 se criticaba fuertemente la contradanza y la balsa, y en 1809 el Diario de La Habana publica un editorial calificándolos de indecentes.

El 5 de septiembre de 1921: “El jefe de la policía recuerda que debe cumplirse la disposición de 5 de abril de 1919 que prohíbe el toque de tambores y otros instrumentos de origen africano y los movimientos y frases indecentes que los acompañan”. También recordó una circular del Secretario de Gobernación que prohibía los tambores africanos.

La guardia civil perseguía en el campo los “Juegos de Monte”, las peleas de gallo de manigua y las charanguitas de acordeón, timbal y güiro de las fiestas de campo o guateques.

Canciones inofensivas como estas eran censuradas:
“Caramba china”
“Que linda eres”
“Cómo se mueve”
“Tu miriñaque”

Hasta la danza criolla –derivada de la contradanza– cogió su ramalazo, un cronista de aquellos tiempos describe el hecho de esta manera: “se organizaban bailes de máscaras, conocido como ‘cuña’, a media noche por las clases bajas al que acuden gente de todos los colores y sexos. Un populacho ansioso de baile y ruido, que en medio de gritos, del estrépito de la música y de los concurrentes, ejecuta todas las figuras de la danza criolla, muchas de las cuales son completamente desconocidas por las mujeres decentes admiradoras de la danza”.

Después llegó el irreverente son, de la zona del oriente cubano, discriminado en los salones. En Cuba Musical, editada en La Habana en 1929, en pleno desarrollo de este ritmo, se publicó en su página 101 la siguiente declaración del famoso director de bandas, Luis Casas Romero, contra el son: “Encierra tanta belleza melódica y rítmica la música cubana, que es una verdadera desgracia la generación actual, llevándola hasta el monótono son que corrompe infiltrando el virus degenerado por los cerebros desorganizados”.

Rogelio Martínez Furé, especialista del folclor escribe: “El son llegó a ser prohibido, no se bailaba en las sociedades blancas, tampoco en algunas sociedades de negros ‘finos’, alienados a tal grado, aceptando las opiniones de la burguesía que consideraban al son como cosa negrera, llena de lascivia y primitivismo, contraria a las ‘buenas costumbres’”.

Pero con el son no paró la censura en la música cubana. A continuación hablaremos de cómo evoluciona durante la Revolución.

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Comentarios   Dejar un comentario
LIEN
18 de mayo, 2013 8:29 am (GMT-5:00)
YUARIEL, ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO CONTIGO, FIJATE QUE NO DIRE NADA, PORQUE LO QUE DICES ES LO PIENSO.
ESA HISTORIA NO SATISFACE MIS INQUIETUDES.

Yuariel
14 de mayo, 2013 2:08 pm (GMT-5:00)
El artículo como intención es bueno, pero se carga la mano hacia la irracionalidad histórica. Se obvia que la nacionalidad cubana se forjó con la mezcla de todas esas culturas, y las élites gobernantes acabaron por incluir en sus gustos los ritmos realmente cubanos como el danzón, el danzonete, el son, la guaracha, el changuí, la rumba, el guaguancó, la columbia, etc. Defender la tesis de que la música afrocubana fue en su momento underground es una locura. Quienes en determinados momentos históricos rechazaron esas manifestaciones culturales autótoctonas, nunca fueron, ni serán cubanos. PMU tiene todo el derecho a teorizar, pero ¿aceptarían la polémica sobre el tema?