Defendiendo la guaracha



Lo admiro desde que trabajamos juntos en la Escuela de Instructores de Arte Eduardo García Delgado, de Boyeros. Era un buen profesor, afable, dicharachero, simpático, y sus alumnos lo seguían a donde fuera. Osvaldo Roberto Rojas Gorría no sólo es un buen maestro, sino también un tremendo percusionista y talentoso cantante.

Tras el fallecimiento de su abuelita nos encontramos, y con unos rones de por medio, me relató sus vivencias: “mi madre, Hilda Gorría, que es artista, fue la que me inició en la música. Me influyó muchísimo. Cuando tenía 5 o 6 años de edad participaba en las fiestas de mi familia, que siempre terminaban con una rumba, donde el único niño que tocaba era yo. La gracia era darme el quinto para que me luciera”.

“Ya de joven me gradué de enfermero naval y en la Flota Cubana de Pesca dirigí un grupo musical que se llamaba Pro al Son. Con ellos fui a Perú a llevarle esparcimiento cultural a la gente que estaba trabajando en las zonas de pesca. También realicé varias cosas de dirección coral. Después hice mis exámenes de oposición a la universidad y empecé en la carrera de medicina. Allí había un fuerte movimiento de aficionados e integré el conjunto Girón, conmigo estuvieron Kiki Corona y Manolín ‘El Médico de la Salsa’”.

Osvaldo Roberto siguió contándome su vida musical para mi sorpresa. “El bichito de la música seguía dentro de mí e ingresé en la Escuela de Superación Musical. En 1997 terminé los estudios de canto, pero como soy más percusionista que vocalista, también matriculé percusión y finalicé el curso en el 2000”.

“Mientras estaba en la escuela formé un dúo de bongó y guitarra junto a Luis Ramírez García. Tocábamos por todo el Malecón, tú sabes, sobreviviendo de las propinas, dos ‘busca vidas’ luchando en La Habana. Esos años en las calles me enseñaron mucho, pues ese contacto directo con el público me mostró varios truquitos que me fueron bien útiles después. Teníamos tremendo ‘team work’, ni nos mirábamos y ya sabíamos lo que íbamos que hacer. Llegó el momento que yo tocaba al unisonó los bongos, una campana, las maracas y cantaba. Hacíamos chistes, como que teníamos un espectáculo ambulante. Pero Luis se casó y se fue a vivir a Inglaterra”.

Para mi asombro Osvaldo Roberto no se detuvo en su carrera musical. “Posteriormente trabajé como profesor de tumbadora en la escuela de instructores de arte Eduardo García Delgado. Tengo muchos alumnos que se desempeñan en agrupaciones de primer nivel en nuestro país. Eso me da tremenda satisfacción”.

“He trabajado con el Septeto Habanero haciendo suplencias. Un día les faltó un cantante, tú sabes, son gente muy mayor de edad y a veces se enferman. Tuve que hacer la segunda voz y tocar el bongó. Soy uno de sus sustitutos más requeridos”.

“Mi labor más destacada es con la agrupación de mi madre: Hilda Gorría y su Acento Cubano. Ahí hago toda la percusión y la segunda voz. Grabamos un disco hace poco, La Mulata Soy Yo, conmemorando sus cuarenta años de vida artística. Contiene guarachas casi en su totalidad. Queremos rescatar ese ritmo tradicional cubano. También incursiono como solista. Tengo una peña que se llama ‘Quédate Conmigo’, en la Casa de la Cultura del Cerro, a las 4 de la tarde todos los terceros viernes de cada mes, y terminé un demo hace poco, grabado de manera independiente aquí en mi cuarto. Yo mismo hago los backgrounds y grabo mi voz, los mezclo y masterizo”.

Cuando creí que había terminado su historia, siguió sorprendiéndome con sus confesiones. “Cultivo el bolero, la balada, la conga y la fusión con el reggae, en un tema que compuse que se llama ‘A Ella’. Pero por encima de todas las cosas adopto la guaracha, nuestros sonidos autóctonos, esos que defendía la inigualable Celia Cruz. La inspiración casi siempre me llega cuando estoy durmiendo y tengo problemas. Es como un desahogo para salir del estrés”.

“Mis influencias como cantante provienen de Paul Robinson, me impresiona mucho su voz de bajo, Nino Bravo, Francisco y Alberto Cortez. Intento nutrirme de sus estilos, no tanto de la voz sino de la parte de la interpretación. Me gusta todo tipo de música, por supuesto que tenga una letra y una cadencia. Estoy por la línea de Adalberto Álvarez, porque mientras el bajo y la tumbadora suenen y muevan al bailador, para mí esa es la música lograda. En la percusión, lo mío es la música cubana de cualquier género, prefiero las tumbadoras y el timbal. Me llaman la atención Giovanni Hidalgo y Changuito”.

Cuando Osvaldo Roberto Rojas Gorría terminó su historia, no dejé de comentarle que por la gran fuerza y versatilidad de su talento, le auguraba un futuro promisorio. Su labor de rescate de la guaracha no es fácil, pues en estos momentos no es alta su popularidad dentro del escenario musical underground cubano, pero su labor es muy necesaria e interesante, pues nos brinda algo para escuchar, totalmente diferente y de mucha calidad.

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Comentarios   Dejar un comentario
YUMA
16 de mayo, 2013 8:54 am (GMT-5:00)
Tremendo musicon y que no levante cabeza