Después de 20 años…



Lo que se debe saber. Las Romerías de Mayo tiene como escenario permanente la oriental ciudad de Holguín. En los primeros días de mayo se dan cita jóvenes artistas de más de 20 países y otros participantes. Las Romerías de Mayo renuevan un rito nacido el tres de mayo de 1790, cuando el padre Antonio Alegría colocó una cruz de madera en lo alto del Cerro Bayado, hoy Loma de la Cruz, a 275 metros sobre el nivel del mar. Luego de un período sin celebrarse, a partir de 1994 renacen las Romerías de Mayo de la mano de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), que aglutina a creadores menores de 36 años.

En estos 20 años parece ser que el festival pierde brío, según las afirmaciones de algunos de los participantes habituales. El evento es más o menos un reflejo de la tendencia del arte en el país. Muchos consideramos que no debe olvidarse la importancia del espacio como punto de encuentro e intercambio, o tal vez, como un medidor u oportunidad para salir de la cotidianidad y vivir sin prejuicios la experimentación y la reflexión, pero esta postura no debe llevarnos a la observación acrítica del fenómeno.

Gran parte de las manifestaciones del arte joven se pueden encontrar en las Romerías, pero lo que sin dudas marca la diferencia es la música. Una rápida mirada a cada espacio nos recuerda la aceptación que ganan las tendencias alternativas, pero habría que preguntarse si estos nuevos avances responden a la elección de propuestas de fácil masificación o al talento de los creadores.

“Quiero una canción” fue el espacio para la trova en la Casa de la Trova Faustino Orama El Guayabero. Cada tarde se daban cita en este lugar los amantes del género. En cada descarga se podían encontrar confluencias estéticas de cantautores de diferentes partes del país e invitados de otros géneros como el hip hop.

La calle Habana cada día acogía las presentaciones de las Electroromerías, con lo más representativo de la música electrónica: Joyvan Guevara “Djoy de Cuba”, Enrique Maresma “DJ Wolf”, Eddy GT, Pauza, DJ Iván Lejardi, Resak y Electrozona. Este fue un evento muy seguido y podía sentirse la buena acogida del público.

El rock es un género que siempre ha tenido un fuerte movimiento en la provincia holguinera, tanto que los medios oficiales hacen llamar a las Rockromerías, la plataforma de lanzamiento del rock en Cuba. Este año en su IX edición se presentaron 6 bandas extranjeras invitadas y una representación de las bandas del patio. La mayor energía vino de los artistas y de un reducido público que se aglomeraba frente al escenario.

La plaza del hip hop fue la Casa del Joven Creador, el Pabellón Mestre, pero estas presentaciones fueron las menos seguidas. Tal vez fatalismo geográfico, tal vez mala organización y promoción, tal vez poca confianza en el género, pero cada concierto adoleció de público amén de que como es habitual, se reunían en una misma escena varias generaciones, varias tendencias estéticas y artistas comprometidos. Habría que preguntarse por qué este fue el evento menos concurrido.

Después de 20 años, en el caso de un festival, pudiera pensarse en cierta madurez, pero lo que hace pensar Las Romerías, si nos acogemos al eslogan de que son la fiesta del arte joven, es que mucho falta por hacer y que si en términos de tendencias nos comunicamos, parece haber un retroceso, o tal vez peor, un estancamiento. ¿Se habrá apagado la voz de las corrientes que son experimentales, de vanguardia y que no son aceptadas por el pensamiento predominante y por el consumo? ¿Se potencia en este Festival de arte joven la renovación de la creación musical o las inyecciones de otras maneras de hacer que provienen de los márgenes? ¿Tienen iguales oportunidades todos los creadores?

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