Cultura hip hop y su simposio nacional



La escena cubana del rap es de los fenómenos más interesantes en el mundo de habla hispana. Quizás por ese sentimiento de lo desconocido o prohibido, el rap cubano se ha convertido en el blanco de un sinnúmero de documentales, ensayos y estudios sociológicos, tanto por cubanos como extranjeros.

La mayoría de los raperos cubanos han hecho suyo un término acuñado en Estados Unidos que versa: rap consciente o alternativo. Los nuestros ofrecen críticas fuertes a la globalización neoliberal y proponen la noción de Cuba como una nación que lucha para la justicia, en un orden mundial desigual. Sin embargo, los raperos también destacan causas para la equidad racial dentro del país y hacen demandas para la inclusión de los sectores marginados en los procesos de cambio económico y político en la Isla.

En esta coyuntura, PMU ve con pesar como el único espacio teórico acerca la cultura hip hop en la Isla: el Simposio de Hip Hop cubano, está falleciendo. En su novena edición, el proyecto creado por Obsesión se caracterizó según muchos, por incoherencias y un espacio teórico lánguido.

Surgido en 2005, bajo el proyecto La FábriK, el Simposio fue el principal legado de Obsesión, movimiento cubano de hip hop. En La FábriK se aglutinaron un conjunto de artistas y activistas quienes se volcaron a las comunidades.El evento tuvo ocho emisiones anteriores con una excelente calidad y participación abundante, sin embargo, la más reciente pudiera ser la última.

El objetivo con el que nació el Simposio era propiciar el intercambio entre los proyectos de las diferentes provincias, para lo cual se movilizaban una serie de recursos y de personas. Desde la capital de Cuba se convocaban las figuras más relevantes del escenario hip hop para que compartieran en plenarias sus experiencias comunitarias, así mismo siempre fueron los proyectos nacionales el plato fuerte del certamen, no siendo así en la pasada cita.

La organización del Simposio partía de una premisa fundamental, no se celebraba si no había participación de los proyectos de las provincias y municipios de la Isla. Por eso muchos ven con preocupación que en la emisión del 2012, los proyectos extranjeros ocuparon el lugar que por mérito propio le corresponde al hip hop nacional. El sentimiento mayoritario, sin restar importancia a la participación extranjera, es que fundamentalmente es un evento hecho en Cuba para los cubanos.

Otro aspecto preocupante fue sin dudas el descenso en la calidad de las presentaciones artísticas, que aunque no sea lo más importante del programa, es el modo de confrontación con el público.

De los talleres desapareció quizás el tema más polémico: el de género, que se caracterizó por exponentes hombres, nada usual para argumentos de este tipo. El proyecto Obsesión visualizando la importancia de estos talleres, muchas veces facilitaba sus propios temas musicales para suscitar los debates en cuanto a la marginación sexista. Teniendo en cuenta tantos argumentos a favor, no se entiende como el taller de género,que además fue el único que se realizó de manera sistemática en cada emisión del Simposio, no se tuviera en cuenta en el programa.

Definitivamente muchos fueron los tragos amargos del noveno Simposio del Hip Hop cubano, pero lo que más daño la imagen del certamen fue que el evento transcurrió ajeno a los intelectuales, activistas, artistas y gestores culturales que durante las emisiones anteriores soportaron teóricamente, espiritual y presencialmente el evento, y eso sí es preocupante.

Muchos dicen que el Simposio ha muerto, pero otros se ahogan en la incertidumbre del silencio de las instituciones encargadas de darle un vuelco positivo, a lo que otrora fuera el más importante encuentro de gestores de la cultura hip hop en Cuba, ¿lo dejaremos morir?

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