Maray Viyella Clausell y su arte de la sencillez



Por la gestión de mi esposa conocí a la clarinetista Maray Viyella Clausell. Esta joven de 24 años sueña con tocar ante un gran auditorio y grabar varios discos de música clásica. A pesar de su talento y formación académica intachable, aún no logra encontrar el espacio deseado donde cultivar el arte de su preferencia.

Maray es una muchacha sencilla de sincera timidez, que anteponiéndose a su forma de ser, accede a darme una entrevista y comienza contándome sus primeros años en la música. “Comencé mis estudios musicales a los 10 años de edad en el Conservatorio Guillermo Tomás, en la especialidad de clarinete, con la profesora Giselle Torres. El nivel medio lo cursé en el Conservatorio Provincial de Música Amadeo Roldán, fui alumna del profesor Boris Abreu y luego del maestro Vicente Monterrey”.

Quizás con un poco de recelo, pues no es muy dada a expresar lo que piensa, Maray me cuenta que integró la Orquesta Sinfónica Juvenil Amadeo Roldán, dirigida por los maestros Diana García y Guido López-Gavilán, con la cual participó en importantes eventos, como los Encuentros Nacionales de Orquestas Sinfónicas. También estuvo en el jazz band de la escuela e integró un dúo con una pianista. Esta información me confirma que no estamos ante una principiante, sino una artista que desde muy joven supo llevar diferentes estilos y formatos de trabajo.

“Posteriormente estudié en el Instituto Superior de Arte y hace tres años me gradué con el Título de Oro. Integré el quinteto de viento madera femenino Ventus Habana. Este conjunto ya existía, pero su clarinetista se fue a estudiar una maestría en Venezuela y me llamaron. Las otras integrantes son: Alina del Carmen Blanco, fagotista y directora; Susana Venereo, cornista; Maite Cabrera, flautita; y Marlene Neira que es la oboísta”.

Cuando indago por su repertorio me cuenta que interpretan La Flauta Mágica, de Wolfang Amadeus Mozart; El Barbero de Sevilla, de Gioacchino Rossini, y Primavera Porteña, de Astor Piazzolla con arreglo de Jorge Luis Cabrera. Sin dudas un repertorio que abarca la música universal desde siglos anteriores hasta la más contemporánea, sin obviar el repertorio musical cubano y latinoamericano. Esto les permite amenizar en el restaurante Santo Ángel, ubicado en la Plaza Vieja de la parte antigua de la ciudad. “En días específicos estamos ahí de 11 de la mañana a 3 de la tarde, y de 7 a 11 de la noche”. Me dice invitándome a escucharla.

Maray me recalca que paralelamente trabaja en el trío de cañas Móviles, dirigido por Osmany Hernández, conformado por oboe, clarinete y fagot, algo inusual en nuestro entorno musical, y que pretenden insertarse en multiplicidad de eventos, abordando obras escritas originalmente para ese formato, así como trascripciones que ilustren sus posibilidades técnico-expresivas, sin descartar la producción original de compositores cubanos, incluyendo los más jóvenes. Entre los temas que me menciona se destacan La Tedesco y Recuerdos Tristes, de Manuel Saumell; Ilusiones Perdidas y Un Recuerdo, de Ignacio Cervantes, y A la Antigua, de Ernesto Lecuona.

Su repertorio, su formato y maestría, les permitió efectuar presentaciones importantes en la Iglesia de Paula, en el Convento de San Francisco de Asís y en el Oratorio San Felipe Neri. Igualmente, Maray ha compartido escenario con la pianista Paula Suárez en el proyecto Calamus, pues su clarinetista se fue del país y la llamaron en su lugar. Cuando indago más sobre esa época me responde: “Paula fue mi maestra de música de cámara y es la persona que más influyó en mi trabajo”.

En febrero de ese año, Maray fue invitada a la Orquesta Sinfónica Nacional para interpretar el primer clarinete en Mib (requinto), en la Sinfonía No.3 de G. Malher, bajo la dirección del maestro alemán Thomas Gabrisch. Me sorprendo mucho porque desde mi punto de vista, este es uno de los mayores logros de nuestra protagonista, pues para integrar aunque sea de suplente, esta prestigiosa sinfónica, el músico debe tener una calidad excepcional. Este detalle singular me deja sin entender por qué Maray aun no trasciende en la escena musical cubana.

“En estos momentos soy profesora del Conservatorio Provincial Amadeo Roldán y obtuve el Primer Nivel en la categoría de Solista Instrumentista o Vocalista, que otorga el Centro Nacional de la Música de Concierto. Pero el trabajo que más me complace hacer es tocar el clarinete y piano, pues con el quinteto y el trío todo está muy bien, pero encuentro mi realización personal cuando interpreto los temas en un formato más sencillo”.

Igualmente me confiesa que le gustaría grabar con estos conjuntos, pero nunca ha podido hacerlo porque con el salario fijo que recibe no le alcanza para alquilar un estudio independiente. Además, el gusto musical de la mayoría no le es favorable porque actualmente la juventud está muy enfocada en otros géneros como el reggaetón y la timba, y los imposibilita a perpetuar su obra. Tampoco ninguna institución les ha tendido la mano en ese aspecto, por lo tanto la promoción siempre corre por ellos mismos.

El quinteto Ventus Habana cumple su décimo aniversario el año próximo y están valorando la posibilidad de realizar una gira nacional. Esa es otra de las aspiraciones futuras de Maray, pero sabemos que en el arte cubano, y específicamente la música, todo tiene que ser como se dice vulgarmente en la calle: “pugilateando”.

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Comentarios   Dejar un comentario
Nancy
20 de junio, 2013 9:04 am (GMT-5:00)
Realmente deberían darle más espacio a los jovenes cubanos para este tipo de música y a aquellos como Maray que tienen el talento y no los medios para crecer, que las instituciones cubanas les brinden más oportunidades.
Gracias por informarnos sobre la música culta.

Nelson Roberto
18 de junio, 2013 12:17 pm (GMT-5:00)
Que bueno que este sitio tiene diversidad de estilos, se escribe tambien de musica clásica, ya me tienen entre sus asiduos, felicitaciones