No siempre segundas partes fueron malas
8 de julio de 2013
Alguien, no recuerdo quién, dijo que la vida humana se debate entre lo general y lo individual, y que el hombre es tan igual como distinto. Si aceptamos este axioma y lo aplicamos a la música underground en Cuba, aflorarían un sinfín de nexos entre sus integrantes, pero al mismo tiempo, deslindaríamos las líneas diferenciales entre unos y otros, tanto artística como humanamente.
En el quehacer de contactar y entrevistar músicos alternativos, hemos comprobado que por muy exiguo que sea, cada uno de ellos porta un sello propio que los ampara contra el cliché al cual algunos comunicadores y críticos son propensos.
La historia de Gerardo Alonso Guerra es demostrativa de ello. Historia que en su primera parte habría que iniciarla por el final. Dejemos que sea este joven habanero de 24 años quien nos explique.
GAG: No tengo Internet, pero sí un correo de Intranet. Un amigo me hizo llegar varios boletines de PMU, donde algo en particular me llamó la atención, todos los entrevistados quieren triunfar a base de vencer las dificultades y no cejar. Son historias parecidas a la mía, pero con finales diferentes.
PMU: ¿Cuánto de diferente?
GAG: Hace dos años atrás conjuntamente con dos condiscípulos, integraba un trío que durante largo tiempo luchó para mantenerse, pero se acabó la gasolina, no tuvimos el empuje, el tesón o la timbalina necesaria para continuar.
PMU: O sea, ¿qué eres un perdedor?
GAG: Depende como se vea. En el momento de tomar la decisión el enfoque fue distinto, un poco que nos auto-justificamos por la complejidad de nuestras carreras, cursábamos el tercer año, y por la reticencia familiar. Algo cierto, pero en más de una ocasión hemos reflexionado que hubo una cuota grande de temor de no llegar, de no poder sortear tantas barreras.
PMU: ¿En realidad fueron tantas?
GAG: En parte sí, pero te repito, desde la perspectiva actual creemos que muchas tuvieron un carácter subjetivo.
PMU: ¿Estaban o no confiados en su capacidad?
GAG: Por supuesto que sí. De cierta manera tuvimos un éxito relativo. Te cuento. Alexis González, Reinaldo Ason y yo nos conocimos en el preuniversitario y desde un primer momento no tuvimos dudas de que conformaríamos una agrupación musical. Así fue. Nos hicimos llamar Los Casanovas, con un repertorio de música tradicional. Yo era cantante y percusionista. Ahora la historia se hace común: Casas de la Cultura, Peñas de Centro Habana y Habana Vieja, y de los municipios de San José y Artemisa. También integramos una comparsa juvenil llamada El Santo Ángel.
PMU: ¿Siempre dentro de la música tradicional?
GAG: Así fue hasta que sin saber cómo, caímos en el reggaetón, la demanda del momento. Después, más pensadamente, comenzamos a fusionar este ritmo con baladas y merengues. Sonábamos bien, lo que nos dio la oportunidad de presentarnos en discotecas y centros nocturnos, y hasta tener nuestra propia peña en la Asociación Árabe de Cuba. Todo esto sin cobrar un centavo.
PMU: ¿Grabaciones?
GAG: ¡Cómo Dios manda! Grabaciones y hasta videos clip. Grabamos dos discos, que si bien fueron producidos artesanalmente, tuvieron buena aceptación. Hasta se escucharon por la radio. Y de los videos clip, ni se diga. Nosotros mismos grabábamos y editábamos. Después los incluimos en los mismos discos de música y los vendíamos donde nos presentábamos. El rostro de Gerardo reflejaba una mezcla de alegría y nostalgia al recordar aquella etapa.
GAG: Fue lo mismo que mucha veces he leído en las historias publicadas en PMU, pero hay que vivirla en carne propia, disfrutarla y hasta sufrirla.
PMU: ¿Y cuál fue el principio del fin?
GAG: Los tres ingresamos juntos en la CUJAE. Yo aposté por la Ingeniera en Informática. Era más afín a mis propósitos de componer música digital. Ah, porque olvidé decirte que en los últimos tiempos toda la música que hacíamos era compuesta por nosotros. Los estudios nos fueron requiriendo más tiempo, las presiones familiares se incrementaron y en esta encrucijada, las oportunidades de presentaciones y de ensayos escasearon. Mantuvimos el barco a flote algo más de dos años, hasta que poco a poco hizo demasiada agua y se hundió.
PMU: ¿Fue dura la decisión?
GAG: Muy dura, al colmo de que cuando nos reuníamos posteriormente soslayábamos conversar sobre el asunto. Era una sensación de pérdida que no deseábamos compartir.
PMU: Pero se ganaron tres ingenieros.
GAG: Dos y medio. Por razones personales yo no pude continuar la carrera. Tampoco quise retornar a la música, pensé que sin ellos nada sería igual.
PMU: ¿Y entonces?
GAG: Nada, que les reenvíe los boletines de PMU. Se sensibilizaron con algunas historias y como ellos discuten sus tesis este mes, hablamos que podíamos retomar el proyecto, al menos para resarcir el tiempo perdido. No siempre segundas partes fueron malas.
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8 de julio de 2013
Alguien, no recuerdo quién, dijo que la vida humana se debate entre lo general y lo individual, y que el hombre es tan igual como distinto. Si aceptamos este axioma y lo aplicamos a la música underground en Cuba, aflorarían un sinfín de nexos entre sus integrantes, pero al mismo tiempo, deslindaríamos las líneas diferenciales entre unos y otros, tanto artística como humanamente.
En el quehacer de contactar y entrevistar músicos alternativos, hemos comprobado que por muy exiguo que sea, cada uno de ellos porta un sello propio que los ampara contra el cliché al cual algunos comunicadores y críticos son propensos.
La historia de Gerardo Alonso Guerra es demostrativa de ello. Historia que en su primera parte habría que iniciarla por el final. Dejemos que sea este joven habanero de 24 años quien nos explique.
GAG: No tengo Internet, pero sí un correo de Intranet. Un amigo me hizo llegar varios boletines de PMU, donde algo en particular me llamó la atención, todos los entrevistados quieren triunfar a base de vencer las dificultades y no cejar. Son historias parecidas a la mía, pero con finales diferentes.
PMU: ¿Cuánto de diferente?
GAG: Hace dos años atrás conjuntamente con dos condiscípulos, integraba un trío que durante largo tiempo luchó para mantenerse, pero se acabó la gasolina, no tuvimos el empuje, el tesón o la timbalina necesaria para continuar.
PMU: O sea, ¿qué eres un perdedor?
GAG: Depende como se vea. En el momento de tomar la decisión el enfoque fue distinto, un poco que nos auto-justificamos por la complejidad de nuestras carreras, cursábamos el tercer año, y por la reticencia familiar. Algo cierto, pero en más de una ocasión hemos reflexionado que hubo una cuota grande de temor de no llegar, de no poder sortear tantas barreras.
PMU: ¿En realidad fueron tantas?
GAG: En parte sí, pero te repito, desde la perspectiva actual creemos que muchas tuvieron un carácter subjetivo.
PMU: ¿Estaban o no confiados en su capacidad?
GAG: Por supuesto que sí. De cierta manera tuvimos un éxito relativo. Te cuento. Alexis González, Reinaldo Ason y yo nos conocimos en el preuniversitario y desde un primer momento no tuvimos dudas de que conformaríamos una agrupación musical. Así fue. Nos hicimos llamar Los Casanovas, con un repertorio de música tradicional. Yo era cantante y percusionista. Ahora la historia se hace común: Casas de la Cultura, Peñas de Centro Habana y Habana Vieja, y de los municipios de San José y Artemisa. También integramos una comparsa juvenil llamada El Santo Ángel.
PMU: ¿Siempre dentro de la música tradicional?
GAG: Así fue hasta que sin saber cómo, caímos en el reggaetón, la demanda del momento. Después, más pensadamente, comenzamos a fusionar este ritmo con baladas y merengues. Sonábamos bien, lo que nos dio la oportunidad de presentarnos en discotecas y centros nocturnos, y hasta tener nuestra propia peña en la Asociación Árabe de Cuba. Todo esto sin cobrar un centavo.
PMU: ¿Grabaciones?
GAG: ¡Cómo Dios manda! Grabaciones y hasta videos clip. Grabamos dos discos, que si bien fueron producidos artesanalmente, tuvieron buena aceptación. Hasta se escucharon por la radio. Y de los videos clip, ni se diga. Nosotros mismos grabábamos y editábamos. Después los incluimos en los mismos discos de música y los vendíamos donde nos presentábamos. El rostro de Gerardo reflejaba una mezcla de alegría y nostalgia al recordar aquella etapa.
GAG: Fue lo mismo que mucha veces he leído en las historias publicadas en PMU, pero hay que vivirla en carne propia, disfrutarla y hasta sufrirla.
PMU: ¿Y cuál fue el principio del fin?
GAG: Los tres ingresamos juntos en la CUJAE. Yo aposté por la Ingeniera en Informática. Era más afín a mis propósitos de componer música digital. Ah, porque olvidé decirte que en los últimos tiempos toda la música que hacíamos era compuesta por nosotros. Los estudios nos fueron requiriendo más tiempo, las presiones familiares se incrementaron y en esta encrucijada, las oportunidades de presentaciones y de ensayos escasearon. Mantuvimos el barco a flote algo más de dos años, hasta que poco a poco hizo demasiada agua y se hundió.
PMU: ¿Fue dura la decisión?
GAG: Muy dura, al colmo de que cuando nos reuníamos posteriormente soslayábamos conversar sobre el asunto. Era una sensación de pérdida que no deseábamos compartir.
PMU: Pero se ganaron tres ingenieros.
GAG: Dos y medio. Por razones personales yo no pude continuar la carrera. Tampoco quise retornar a la música, pensé que sin ellos nada sería igual.
PMU: ¿Y entonces?
GAG: Nada, que les reenvíe los boletines de PMU. Se sensibilizaron con algunas historias y como ellos discuten sus tesis este mes, hablamos que podíamos retomar el proyecto, al menos para resarcir el tiempo perdido. No siempre segundas partes fueron malas.
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