Entre lo culto y lo popular... ¿lo underground?
15 de julio de 2013
¿Cómo hacer hablar a una estética del pasado sobre nuestro presente histórico? ¿Cómo integrar la memoria histórica en la búsqueda de un ideal sonoro? Existe una sonoridad desconocida para las generaciones de cubanos postrevolución, un timbre que fue oscurecido y encasillado en un género. Entender que un instrumento no es un género y que existe una diferencia entre escuchar y mirar al intérprete, es lo que nos separa de nuevos caminos estéticos.
¿Qué joven puede hablar del tres, por mencionar uno de los instrumentos típicos cubanos, si le conoce, sin pensar únicamente en la música campesina? ¿Quién le ha puesto tal rótulo? Sin embargo, aquí no se trata sólo de una cuestión de rescate de los instrumentos tradicionales de cada país, ni de la desaparición de los cultores empíricos de un estilo, época o raíz folclórica determinada, sino de exorcizar los rígidos esquemas (de categorías y conceptos puros) que impidan el diálogo (evolución) entre la academia y lo popular, entre lo folclórico y lo contemporáneo, entre lo muy visible y lo invisibilizado. Es en los espacios no legitimados donde puede coexistir la diversidad, la experimentación, la unión entre lo aparentemente irreconciliable. ¿No es en el mundo underground donde se unen libertad y talento? ¿No es en el underground donde están los artistas que aman más su arte que las recompensas que de él se obtienen?
Antes de conocer a Enid Rosales Villazón, no pensé que se pudiera abordar toda la música a través del timbre del tres, un instrumento original de los campos de Cuba. Su virtuosismo me ha convencido. Puede que usted, como yo, sea de quienes no pueden diferenciar un instrumento tenor de un contralto y no importa saber que son contralto solistas como Elena Burke o Beatriz Márquez, para que el tema siga en abstracto, pero le aseguro que sus sentidos no quedarán indiferentes ante las sutilezas interpretativas de Enid, ya sea que siga los códigos de la música clásica, un son, un nengón, un changüí o la más desenfadada de sus canciones.
No vaya a creer que tener un dominio de la música de raíz cubana y amplia formación en la universal, lo cual requiere muchos años de estudio, aleja a esta joven de la trova y de los géneros que no se han elevado hasta el nivel de concierto. Ella ha puesto la sincopada cubana al servicio de la creación contemporánea que se aleja de la máquina de estandarización. Y esto sin quedarse estancada en la raíz folclórica, pero sin ignorar los legados de los primeros músicos típicamente cubanos.
“Ahora todos quieren hacer pop, ser como Diana Fuentes”, dice Enid. No hay que ser Diana, pero sí una genial tres era para compartir escenario con importantes exponentes de la música cubana como Liuba María Hevia, Rita del Prado, Dúo Karma, Efraín Amador, Doris Oropesa, Pancho Amat, Guajiro Miranda, Erick Sánchez, Marta Campos, Ray Fernández, Adrián Berazain, Isis Flores, Lucia Huergo, Raúl Torres o Frank Delgado.
Enid también pone empeño en producciones independientes, en 2009 el CD Concierto para Tres y Órgano, junto al organista alemán Emmanuel Lowe, fue un acontecimiento histórico por la unión de estos instrumentos, según los especialistas; en 2011-2012, el CD-DVD Enifrasiando, junto al grupo Frasis, nominado al Premio Cubadisco 2013 en la categoría de Música Vocal-Instrumental; y en 2012, el CD Brisa Pasajera yel DVD Aprenda a tocar el Tres cubano. Estas tareas las combina con la enseñanza en escuelas de arte y orientar a las nuevas generaciones a explorar la cualidad del sonido que es el timbre. Son sólo 28 años y ya ha tocado todo lo concebido para guitarra y tres, para llegar a proponer lo novedoso.
¿Existe realmente un vacío entre lo culto y lo popular, o es la apariencia engañosa de un lugar oscurecido que puede conjugar el rigor de las normas clásicas con el sentimiento de los menos favorecidos? ¿Será la escena underground donde coexiste lo no legitimado, pero genuino? Creo que Enid Rosales es una pista para encontrar las respuestas.
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15 de julio de 2013
¿Cómo hacer hablar a una estética del pasado sobre nuestro presente histórico? ¿Cómo integrar la memoria histórica en la búsqueda de un ideal sonoro? Existe una sonoridad desconocida para las generaciones de cubanos postrevolución, un timbre que fue oscurecido y encasillado en un género. Entender que un instrumento no es un género y que existe una diferencia entre escuchar y mirar al intérprete, es lo que nos separa de nuevos caminos estéticos.
¿Qué joven puede hablar del tres, por mencionar uno de los instrumentos típicos cubanos, si le conoce, sin pensar únicamente en la música campesina? ¿Quién le ha puesto tal rótulo? Sin embargo, aquí no se trata sólo de una cuestión de rescate de los instrumentos tradicionales de cada país, ni de la desaparición de los cultores empíricos de un estilo, época o raíz folclórica determinada, sino de exorcizar los rígidos esquemas (de categorías y conceptos puros) que impidan el diálogo (evolución) entre la academia y lo popular, entre lo folclórico y lo contemporáneo, entre lo muy visible y lo invisibilizado. Es en los espacios no legitimados donde puede coexistir la diversidad, la experimentación, la unión entre lo aparentemente irreconciliable. ¿No es en el mundo underground donde se unen libertad y talento? ¿No es en el underground donde están los artistas que aman más su arte que las recompensas que de él se obtienen?
Antes de conocer a Enid Rosales Villazón, no pensé que se pudiera abordar toda la música a través del timbre del tres, un instrumento original de los campos de Cuba. Su virtuosismo me ha convencido. Puede que usted, como yo, sea de quienes no pueden diferenciar un instrumento tenor de un contralto y no importa saber que son contralto solistas como Elena Burke o Beatriz Márquez, para que el tema siga en abstracto, pero le aseguro que sus sentidos no quedarán indiferentes ante las sutilezas interpretativas de Enid, ya sea que siga los códigos de la música clásica, un son, un nengón, un changüí o la más desenfadada de sus canciones.
No vaya a creer que tener un dominio de la música de raíz cubana y amplia formación en la universal, lo cual requiere muchos años de estudio, aleja a esta joven de la trova y de los géneros que no se han elevado hasta el nivel de concierto. Ella ha puesto la sincopada cubana al servicio de la creación contemporánea que se aleja de la máquina de estandarización. Y esto sin quedarse estancada en la raíz folclórica, pero sin ignorar los legados de los primeros músicos típicamente cubanos.
“Ahora todos quieren hacer pop, ser como Diana Fuentes”, dice Enid. No hay que ser Diana, pero sí una genial tres era para compartir escenario con importantes exponentes de la música cubana como Liuba María Hevia, Rita del Prado, Dúo Karma, Efraín Amador, Doris Oropesa, Pancho Amat, Guajiro Miranda, Erick Sánchez, Marta Campos, Ray Fernández, Adrián Berazain, Isis Flores, Lucia Huergo, Raúl Torres o Frank Delgado.
Enid también pone empeño en producciones independientes, en 2009 el CD Concierto para Tres y Órgano, junto al organista alemán Emmanuel Lowe, fue un acontecimiento histórico por la unión de estos instrumentos, según los especialistas; en 2011-2012, el CD-DVD Enifrasiando, junto al grupo Frasis, nominado al Premio Cubadisco 2013 en la categoría de Música Vocal-Instrumental; y en 2012, el CD Brisa Pasajera yel DVD Aprenda a tocar el Tres cubano. Estas tareas las combina con la enseñanza en escuelas de arte y orientar a las nuevas generaciones a explorar la cualidad del sonido que es el timbre. Son sólo 28 años y ya ha tocado todo lo concebido para guitarra y tres, para llegar a proponer lo novedoso.
¿Existe realmente un vacío entre lo culto y lo popular, o es la apariencia engañosa de un lugar oscurecido que puede conjugar el rigor de las normas clásicas con el sentimiento de los menos favorecidos? ¿Será la escena underground donde coexiste lo no legitimado, pero genuino? Creo que Enid Rosales es una pista para encontrar las respuestas.
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