Encuentro en la carretera con Hot Zone



Quiso el destino que en uno de esos tantos andares por las carreteras cubanas, billetes en mano para pagar cualquier medio de transporte alternativo interprovincial, coincidiera con los jóvenes integrantes de la prometedora banda juvenil Hot Zone, quienes son los únicos que en Cuba hacen rap-metal, tendencia marcada mundialmente por la fusión del hip hop con el rock.

Bajo la sombra de un frondoso tamarindo a la orilla de la autopista nacional, los seis creadores capitalinos compartieron conmigo su escasa provisión de agua potable y unos duros panes con dulce de guayaba, mientras la conversación servía de entrante, plato fuerte y postre.

El motivo de la peregrinación de Hot Zone era cumplir con la invitación de amigos cienfuegueros, quienes les ofrecieron la oportunidad de participar en el Festival RockaSol, que se extiende durante todos los fines de semana de los meses de julio y agosto en la sureña ciudad.

“Esto es parte de las calamidades y penurias a las que se enfrentan todos los que de una forma u otra se acercan a la cultura alternativa en Cuba”, afirma Oscar Ernesto Milián Chacón, director y guitarrista de Hot Zone. “Queremos que la gente conozca lo que hacemos, pero la mayoría de las veces, tenemos que financiar prácticamente todo”.

“Lo más importante –agrega– es llegar a Cienfuegos para participar en el RockaSol, pero no sabemos si al menos tendremos un lugar para descansar y una comida decente”.

Con los estómagos medianamente llenos y antes de ceder a las sedantes caricias de la brisa, hicimos un breve recorrido por la propuesta artística de Hot Zone, que atrapa al público juvenil con la fusión de géneros como el funk y el nu metal, novedad musical auténtica que respeta el rock como base melódica fundamental para crear rap-metal.

Muy pronto una guitarra dejó escuchar sus notas y todos empezaron a tararear la canción “Preocupados”, una especie de himno de la banda que propone meditar acerca de los sueños postergados, de lo que se quiere y no se ha logrado, mientras el coro establece un diálogo íntimo para intentar demostrar cómo lograrlo a pesar de todas las barreras.

Entre verso y verso se multiplicaron las bromas sobre el viaje, pero sin dejar de resaltar la importancia de mostrar la obra de la banda ante un público conocedor como el de Cienfuegos.

“Nuestras canciones siempre sugieren reflexionar acerca de diferentes temas, –señala Oscar Ernesto– no pueden existir bandas de rock sin un compromiso con su público, que demanda un mensaje coherente y de elevada profesionalidad”.

“Estamos trabajando en el montaje de casi una veintena de canciones, entre nuevas y arreglos de varias anteriores –agregó el director de Hot Zone– y de ellas escogeremos las que se incluirán en el disco que esperamos vea la luz el próximo año”.

“Para nosotros es muy importante trabajar constantemente para rescatar el rap-metal cubano, la pretensión es no cubanizar el género, pero dotarlo de nuestro sello, de nuestra manera de hacer”, concluyó.

A escasos veinte metros de donde estábamos, un camionero cedió ante la belleza de una cubanita que hacia autostop. La tropa de Hot Zone no lo pensó dos veces y le ofrecieron dinero más que suficiente al chofer, quien los dejó ubicarse en la cama de su flamante rastra, con la recomendación de no hacer mucha bulla en los controles policiales, de lo contrario los bajaba y perdían su dinero y el viaje.

Mi destino era otro. Un número telefónico quedó flotando en el aire junto a la promesa de volvernos a encontrar en mejores condiciones al regreso de Cienfuegos, para seguir hablando entre amigos de los sueños de Hot Zone.

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