De Holguín a La Habana…



Muchas veces los padres son fuentes de inspiración para el camino profesional de sus hijos, y tal es el caso de un joven de origen holguinero, que trata por todos los medios de abrirse paso en la capital. El amor a su familia, el ejemplo de sus antecesores y el arte, nos llevan a conocer a Javier, más conocido por Chucho, en el capitalino municipio de la Habana Vieja donde vive. Jocosamente los compañeros del grupo donde trabaja también le llaman Maraca por el instrumento que toca.

Chucho Maraca es un joven corpulento de estatura media, de carácter carismático, entusiasta, muy elocuente y optimista. Se considera un virtuoso y un visionario de la vida, y además es un fanático de nuestras raíces porque según él, es un criollo de pura cepa, un cubanazo.

Desde pequeño veía a su padre tocar y cantar corridos mejicanos con un inmenso sombrero y vestido de charro, y esa imagense fue quedando guardada en la memoria del niño. Se fue interesado por la música con el ejemplo de sus progenitores y su vocación, y afortunadamente –afirma el joven– hoy son el arte y la música su sustento diario, su meta profesional, una guía a seguir por buenos senderos. “… le agradezco mucho a mi padre el haber tenido su ejemplo y dotarme de conocimiento y educación musical. Mi padre y mi gusto por la música me han llevado por un buen camino, que me aleje de las malas influencias o ejemplos negativos de la sociedad que en realidad nada me aportan como persona. Cuando chico aprendí mucho a través de la música, por eso siempre ha sido lo que más me ha interesado, además de relajarme y desestresarme de las vicisitudes con que se vive hoy día”.

Si hablamos de sus aspiraciones o sueños, habría mucho que apuntar. Primeramente su fama y reconocimiento como cantante y músico, unido al deseo de llevar adelante un proyecto de bar o centro nocturno que difunda su quehacer artístico y que lleve el nombre de “Chucho’s Bar”, en reconocimiento al legado de su padre. Pero por el momento, la actividad musical de Chucho Maraca se resume al bar restaurante Don Pedro, donde toca las maracas y canta, y donde además se hace acompañar de una banda con un DJ, un piano y un bajista, llamados Soncriollos.

A veces encontramos a Soncriollos invitados a Pabexpo o a la Feria Internacional de La Habana en Expocuba, donde a estos músicos se les reserva un espacio en determinados pabellones expositivos. Pero no todo es felicidad, en el contexto actual se hace difícil salir adelante para los jóvenes con grupos musicales pequeños, aunque sus deseos siempre sean muchos. Por ejemplo, a los inspectores de cultura y recreación que a veces pasan por el bar donde Chucho Maraca toca con Soncriollos, por lo general hay que ofrecerles algún “regalito” para que los dejen tranquilos hacer su trabajo. El “regalito” muchas veces consiste en 20 CUC, que es más o menos un 35% de lo que recaudan. “Aunque tenemos una licencia de animación turística, siempre encuentran alguna violación o incumplimiento para obligarnos a pagar el ‘regalito’, a lo que se une los ‘cuadres’ con los jefes de turnos, que a veces quieren cobrarnos impuestos por las ganancias según la cantidad de comensales”.

Chucho Maraca nos comenta que hace algún tiempo atrás le propusieron tocar en un grupo de música afrocubana, al principio le entusiasmó la idea, pero era un taller experimental que aun no tenían un lugar fijo para ensayar y muy pocas perspectivas, así que tuvo que rechazar la propuesta y seguir con Soncriollos, que al menos le garantiza una entrada económica estable.

Para concluir me afirma: “en el futuro me veo como un profesional de este arte, creo que seguir superándome y aprendiendo cada día más de mi trabajo, es el punto para el éxito. Siempre batallo por lo que quiero, eso es bueno para lograr sueños. Quizás algún día sea el Señor Chucho convertido en empresario y músico, espero que esto suceda algún día”. Nosotros también lo esperamos, así que le deseamos éxito y seguimos escuchando las notas criollas de sus maracas.

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