Entrevistando a Wilfre
19 de agosto de 2013
Dejando aparte todo simbolismo, nos sentamos en la Escalinata, justo en frente de la Alma Máter, guitarra y grabadora en mano, cada uno a lo suyo, y empezó: “de mí, te puedo decir que soy enano, peludo, loco casi rayando al bipolar, y deprimido, casi siempre deprimido, como todo buen filósofo, músico y feminista debe ser. Tengo una relación a distancia con una estudiante norteamericana, y paso por la crisis de los 24 años, vividos todos en la misma casa, cerca de Paseo en el Vedado. Mi nombre, sencillo, Wilfredo Pomares Ángel, pero si quieres, dime Wilfre”.
“La música me llega por el hip hop, desde pequeño, en la primaria. Tenía hasta un grupo y nos presentábamos en los matutinos. En la secundaria me dediqué a escribir mucha poesía, pero fue cuando llegué al preuniversitario donde me sorprendí de lo que puede hacer una persona con una guitarra. Aprender a tocar me costó y cuesta mucho tiempo, esa es uno de mis mayores problemas, puesto que no tengo muchas habilidades con mi mano derecha y además tuve que educar mi voz, de la cual tengo un pésimo concepto”.
“No obstante, en doce grado, fui capaz de escribir por primera vez la música y letra de una canción, y a partir de entonces han ido evolucionando en complejidad armónica y rítmica. Me gusta mucho experimentar con la música, por eso hago fusión, ya que es un género indeterminado. Mezclo bossa, funk, pop, trova, rock alternativo y ritmos cubanos, y salen buenas canciones, de la cuales algunas han tenido muy buena aceptación, como ‘Amor antes del amor’, ‘Laura’, ‘Evasión (la canción de Eva)’, ‘Decisión’, entre otras”.
“Pertenecí a un proyecto que se llamó Stress, el cual se desintegró tan pronto como nació, prácticamente. Siempre hemos sido la guitarra y yo, y mis silbidos, ya que trato de ayudarme con ellos. Ahora mismo estoy intentando darle un poco de orden a mi vida. Tengo varias aspiraciones como licenciarme en Filosofía, independizarme física y económicamente, y llegar a ser doctor en ciencias sociales”.
“En cuanto a la música, mi mayor deseo es asumir la responsabilidad de ofrecer un producto de calidad, que trasmita más allá de lo que estoy sintiendo, es decir que tenga no sólo que ver con mi manera de sentir, sino con cierta racionalidad, que exprese ciertos valores. Una canción que posea emoción e historia, pero que haga pensar a la gente, que les haga llegar otra realidad, una lección”.
“Me he presentado en la Casona de Línea, en las peñas de mi Facultad, en el Diablo Tun Tun con la peña de Ray Fernández, en el Café Los Parias de La Madriguera. Actualmente no me presento en ningún lugar, nada más estoy escribiendo mucho, porque no me alcanza el tiempo”.
“Una persona siempre tiene buenas historias que contar y la música a mí me ha dado momentos intensos. Me acuerdo particularmente de una vez que toqué la canción ‘Laura’ para un auditorio de 50 personas, y habían seis Lauras, cinco de ellas conocidas, tres con novios. Ninguna de ellas era la Laura de la canción, pero todas entendieron que la canción era con ella, lo que me creó un ambiente raro, los novios me llamaron aparte cuando terminé, pidiéndome mesura, y las demás personas se encargaron de lanzar indirectas con todas las demás Lauras de la sala. Ahora me río, pero fue bastante tenso en aquel entonces”.
“Le agradezco de corazón a mis amigos, no sólo porque son fans a mis canciones, sino porque me han apoyado de veras, y muchas veces los utilizo como inspiración de mis canciones. Y especialmente a Patricia, ya que además de estar siempre conmigo, escucha todas mis canciones, aun sin estar completa, y por si fuera poco, es la dueña de la guitarra que toco, la mía está totalmente destruida”.
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19 de agosto de 2013
Dejando aparte todo simbolismo, nos sentamos en la Escalinata, justo en frente de la Alma Máter, guitarra y grabadora en mano, cada uno a lo suyo, y empezó: “de mí, te puedo decir que soy enano, peludo, loco casi rayando al bipolar, y deprimido, casi siempre deprimido, como todo buen filósofo, músico y feminista debe ser. Tengo una relación a distancia con una estudiante norteamericana, y paso por la crisis de los 24 años, vividos todos en la misma casa, cerca de Paseo en el Vedado. Mi nombre, sencillo, Wilfredo Pomares Ángel, pero si quieres, dime Wilfre”.
“La música me llega por el hip hop, desde pequeño, en la primaria. Tenía hasta un grupo y nos presentábamos en los matutinos. En la secundaria me dediqué a escribir mucha poesía, pero fue cuando llegué al preuniversitario donde me sorprendí de lo que puede hacer una persona con una guitarra. Aprender a tocar me costó y cuesta mucho tiempo, esa es uno de mis mayores problemas, puesto que no tengo muchas habilidades con mi mano derecha y además tuve que educar mi voz, de la cual tengo un pésimo concepto”.
“No obstante, en doce grado, fui capaz de escribir por primera vez la música y letra de una canción, y a partir de entonces han ido evolucionando en complejidad armónica y rítmica. Me gusta mucho experimentar con la música, por eso hago fusión, ya que es un género indeterminado. Mezclo bossa, funk, pop, trova, rock alternativo y ritmos cubanos, y salen buenas canciones, de la cuales algunas han tenido muy buena aceptación, como ‘Amor antes del amor’, ‘Laura’, ‘Evasión (la canción de Eva)’, ‘Decisión’, entre otras”.
“Pertenecí a un proyecto que se llamó Stress, el cual se desintegró tan pronto como nació, prácticamente. Siempre hemos sido la guitarra y yo, y mis silbidos, ya que trato de ayudarme con ellos. Ahora mismo estoy intentando darle un poco de orden a mi vida. Tengo varias aspiraciones como licenciarme en Filosofía, independizarme física y económicamente, y llegar a ser doctor en ciencias sociales”.
“En cuanto a la música, mi mayor deseo es asumir la responsabilidad de ofrecer un producto de calidad, que trasmita más allá de lo que estoy sintiendo, es decir que tenga no sólo que ver con mi manera de sentir, sino con cierta racionalidad, que exprese ciertos valores. Una canción que posea emoción e historia, pero que haga pensar a la gente, que les haga llegar otra realidad, una lección”.
“Me he presentado en la Casona de Línea, en las peñas de mi Facultad, en el Diablo Tun Tun con la peña de Ray Fernández, en el Café Los Parias de La Madriguera. Actualmente no me presento en ningún lugar, nada más estoy escribiendo mucho, porque no me alcanza el tiempo”.
“Una persona siempre tiene buenas historias que contar y la música a mí me ha dado momentos intensos. Me acuerdo particularmente de una vez que toqué la canción ‘Laura’ para un auditorio de 50 personas, y habían seis Lauras, cinco de ellas conocidas, tres con novios. Ninguna de ellas era la Laura de la canción, pero todas entendieron que la canción era con ella, lo que me creó un ambiente raro, los novios me llamaron aparte cuando terminé, pidiéndome mesura, y las demás personas se encargaron de lanzar indirectas con todas las demás Lauras de la sala. Ahora me río, pero fue bastante tenso en aquel entonces”.
“Le agradezco de corazón a mis amigos, no sólo porque son fans a mis canciones, sino porque me han apoyado de veras, y muchas veces los utilizo como inspiración de mis canciones. Y especialmente a Patricia, ya que además de estar siempre conmigo, escucha todas mis canciones, aun sin estar completa, y por si fuera poco, es la dueña de la guitarra que toco, la mía está totalmente destruida”.
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