Los Perseguidos tocan a pesar de todo



La bohemia no es una raza nacida en los tiempos modernos, ha existido siempre en todas partes, y puede reivindicar ilustres orígenes desde la antigüedad griega. El cantor de la Caída de Troya, comiendo el pan de la limosna, con su lira armoniosa cantó a momentos muy especiales.

En Cuba, no han dejado de cantar por las calles trovadores y músicos bohemios, todos underground. En el llamado Centro Histórico de La Habana Vieja me encuentro a menudo con un dúo llamado Los Perseguidos, que a veces se torna en un trío.

Ellos son “luchadores por la música” que les llaman con ese nombre de Perseguidos, porque durante muchos años estuvieron cantando de una manera algo clandestina, corre pa’quí, corre pa’llá, sin ayuda de ninguna entidad musical, “a lo que diera la mocha” y “pasando el sombrero” con la frase: “cooperen con el artista cubano”.

Uno de los integrantes de este dúo es Juan Luis Laos Jiménez, natural de Manzanillo, una ciudad donde se baila el son. Laos Jiménez tiene 55 años y mutilado de la guerra de Angola. “Yo era cocinero, pero viajando en un camión explotó una mina, el chófer murió, y a mí me tiró con varias heridas en la cabeza y la cadera. Entonces, decidí ponerme a tocar la guitarra y cantar para buscarme la vida”. Juan Luis trata de buscar propinas para conseguir la “sanacaburia”, término popular para nombrar a la comida: una cajita con arroz y alguna carne dentro.

A Juan Luis lo acompaña su partenaire, Wilber Aldana Barbón, de 63 años y de Guisa, un poblado donde se combatió mucho en tiempos de guerra, allá en los finales de la década de 1950. Wilber ha tocado en varios piquetes, siempre luchando por la sobrevivencia.

El dúo toca de todo, desde música cubana tradicional, esa que es difícil de escuchar en la radio y la televisión nacionales, una música extinguida, con sabor a nostalgia que trae esos versos: “Aunque tú, me has echado en el abandono/aunque ya han muerto todas mis ilusiones./Después de maldecirte con junto encono/en mis sueños te colmo, en mis sueños te colmo de bendiciones”. Una nostalgia acorde con el escenario colonial y que atrae a muchos turistas perseguidores del folclor cubano que pueden dejarle una propina que los ayude a seguir cantando y “luchando”.

Así llevan la vida Los Perseguidos, a veces con más suerte, a veces con más complicaciones, pero siempre “disparando” canciones sin parar, aunque de vez en cuando, tengan que “echar un pie” para huir de las autoridades que les exige permisos y papeles de las instituciones culturales.

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