Rodovaldo Suárez, el José Feliciano cubano



“La vida es dura, pero no hay otro camino”.


En Cuba hemos conocido algunos músicos y cantantes populares ciegos: Arsenio Rodríguez, tresero, compositor y uno de los arquitectos del son; José Tejedor, cantante de boleros; Osvaldo Rodríguez, cantautor, y ahora a Rodovaldo Suárez, un trovador trotamundos de estos días.

Rodovaldo es un andariego trovador de Bejucal, la ciudad de las Charangas, a 30 km de la capital habanera. Desde lejanos tiempos, los rapsodas, aedos y bardos, después los trovadores y juglares, recorrían centenas de km para tocarle a la gente por las calles y plazas. Eso no ha cambiado nada en este mundo, y Rodovaldo es un trovador ciego que con su bastón y su guitarra viaja 30 km desde una localidad llamada Cuatro Caminos, perteneciente a Bejucal, en pleno campo lleno de caña, árboles frutales y viandas. En realidad Rodo, como le dicen, nació en Pinar del Río, provincia al lado de La Habana, donde se cosecha el mejor tabaco del mundo.

Para llegar a La Habana debe utilizar ómnibus cuando lo hay, camiones, trenes, carretones de caballos o lo que encuentre. “El asunto es llegar y buscarme mi dinerito para ir tirando”, me dice con mucha seriedad, este trovador de las mil canciones.

Rodo canta desde niño y es autodidacta, tomó el instrumento como “báculo” (alivio) en días duros de penuria, en tiempos difíciles del llamado Período Especial, donde no había luz eléctrica, ni nada. “Aquellos días eran terribles, pero la vida no había terminado para mí. Yo seguía cantando mis canciones, me entretenía y me entregaba a las ilusiones. Cuando aquello yo contaba solamente con 14 años. En esa etapa, las cosas son menos trágicas. Me entretenía cantando boleros de los que tenía grabados del ciego José Feliciano, me gustaba Benny Moré, las orquestas Aragón y Sensación, Joan Manuel Serrat, Sabina, José José, y también hacía cosas más actuales”.

A casi todos los artistas ciegos, la música les sirve como un medio de compensación ante el peso que gravita sobre sus vidas.

Ahora Rodo canta por La Habana, unas veces se sitúa a un costado de La Bodeguita del Medio, otras transita por bares de la ciudad en busca de su subsistencia. “En todos estos años de canciones y música he conocido mucha gente amable, buenos samaritanos, gente que me ha apoyado mucho. Creo que la vida es muchas cosas, hay muchos caminos que conducen a la felicidad. Saber que has luchado a brazo partido por salir adelante, eso también te inspira a luchar por la subsistencia”.

Por La Habana, Rodo sigue rondando desde hace once años con sus canciones inolvidables, con su guitarra inseparable y su bastón.

“Recientemente cumplí 36 años, no se sabe cuántos km he recorrido cantando canciones, desandando caminos, la vida la he echado viajando, buscándome la comida. La vida es dura, pero no hay otro camino”.

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.