Lo mismo, pero diferente



Hace varios meses un amigo me hizo llegar varias grabaciones acompañadas de una nota que decía: “Rafner Alomá Hernández, lo mismo, pero diferente”. En cuanto tuve la primera oportunidad de escucharlas, los conocidos sonidos del más puro rap llenaron mis sentidos, que casi de inmediato se sorprendieron ante la perfecta fusión de géneros, los cuales me ponían por primera vez en contacto con una manera inusual de rapear.

Sin perder más tiempo salí a buscar al autor de esas inconfundibles canciones, pero era como si se lo hubiese tragado la tierra. Después de mucho preguntar, alguien del lamentablemente desaparecido proyecto alamareño Garaje 19 se ofreció a llevarme hasta la casa de Rafner, quien es conocido por el pseudónimo de RA en el mundo cultural alternativo de La Habana.

A pesar de lo inesperado de la visita, Rafner nos recibió con una enorme alegría, aunque pidió que lo acompañáramos al patio, donde ayudaba a su esposa a terminar de lavar los pañales de su pequeño hijo de sólo tres meses de nacido. “Él es la razón por la cual no me encontrabas –afirma radiante– he decidido apartarme un tiempo de la música, para dedicárselo a mi primer hijo. Es el mayor de mis premios y motivo de inspiración”.

Así en los intervalos entre enjuagues y “herviduras”, conocí que dio sus primeros pasos en el mundo del rap en el año 2006, poco después de terminar la Escuela Veterinaria, aunque desde antes cantaba para los amigos del barrio y la familia.

“Siempre estoy buscando referencias y comparando lo que se hace aquí y en el extranjero en materia de rap, con el fin de hacer cosas diferentes y crear un estilo propio, que la gente pueda identificar, –y agrega– de ahí el interés por la música fusión y los temas álgidos político-sociales, aunque nunca renuncié a las baladas románticas”.

“Todavía recuerdo mis primeras presentaciones en la Casa de la Cultura de Alamar y en todos los festivales capitalinos, incluso las esporádicas actuaciones en el club Barbaram, –dice con nostalgia– pero el momento no me favorecía, no tenía relaciones y no recibía ayuda de nadie. Era totalmente independiente, todavía lo soy, y eso no ayuda”.

“Tengo muy buenos amigos a los que agradezco mucho, pero todavía siento las presiones y el rechazo sólo por ser rapero, decir lo que digo de la manera en que me venga en gana”.

“El rap es una cultura de la calle –afirma– y como tal debe representarse y vivir esas realidades que son prácticamente tabú en el arte contemporáneo cubano”.

RA tuvo la valentía de dejar a un lado sus proyectos artísticos para dedicarse a la difícil tarea de ser papá, aunque confiesa rapearle al pequeño en vez de cantarle canciones de cuna, para desde la cuna prepararlo como futuro cronista de su tiempo.

De la situación actual del rap en Cuba, RA considera que cada vez se consolida más, sobre todo en las provincias, aunque no se les brindan iguales oportunidades a todos. “Dentro del rap cubano actual –enfatiza– existen categorías internas que no tienen que ver con la calidad de los rappers, sino con la suerte, las relaciones humanas y la disponibilidad financiera que tengan para promocionarse”.

“A eso le sumas la censura oficial y el cartelito de que no somos populares, y se cierran las puertas en centros nocturnos, teatros y otros lugares, eso complica todavía mucho más las cosas”.

Aunque las tareas domésticas le ocupan mucho tiempo y las preocupaciones de ser padre se multiplican, RA no deja de pensar en su carrera artística. “No he dejado de trabajar y estoy preparando los temas para un disco, seleccioné las canciones y los arreglos, ahora veremos donde grabamos y editamos, pero te adelanto que la mayoría están dedicadas a la experiencia de ser padre en la Cuba de hoy, donde sin respaldo económico y viviendo del rap es muy difícil salir adelante”.

“Algunos temas se los dedico a mi esposa y a todas las madres por lo bello y azaroso que es la maternidad. Esa es una deuda que tengo con el rap y conmigo mismo, pero después de eso cambiaré el estilo y haré música más comercial, porque hay que llevar los frijoles a la mesa, y calzar y vestir a los míos”.

No importa cómo, ni cuándo, lo más importante es que Rafner Alomá Hernández se reincorpore al mundo de la cultura alternativa nacional y sume consigo no sólo a su familia, sino a todos los niños y jóvenes para que hagan del rap una de sus mejores formas de expresión.

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