El miedo a la libertad de un Punto Rojo…



Uno de los apuntes más interesantes que en mi opinión, se puede hacer sobre los trabajos de Marx, es su distinción entre el “reino de la necesidad” (Reich der Notwendigkeit), donde los hombres luchan entre sí por el reconocimiento y contra la naturaleza con el trabajo; y el “reino de la libertad” (Reich der Freiheit) en el que los hombres se reconocen mutuamente sin reserva, no combaten nunca y no trabajan más que el mínimo necesario. Ambos reinos se encuentran en lados opuestos de la Historia y todavía me pregunto hacia cuál de ellos nos encaminamos. Sin dudas, el “reino de la libertad” parece utopía según las diferencias de talentos y la necesaria división económica del trabajo como causas de las desigualdades, pero ¿es la naturaleza de las cosas superior a la voluntad del hombre? Tal vez encontremos la respuesta en el underground donde la libertad es la premisa, pero ¿dónde radica lo underground? ¿En la intención, en la estética o en los interesados? ¿En la libertad de cada elemento? Indaguemos en la unión de la fe y la conjetura, la que algunos gustan llamar opinión y dejaremos el pensamiento y la ciencia a sus inteligencias.

Euler Fuentes Hernández comenzó a llamarse Punto Rojo en el Rapsodia 2003, un festival de hip hop con sede en Baracoa, que tuvo un destino similar al de El Puente Abierto en Matanzas, La Esquina en Camagüey, El Patio en Granma y cuanto festival promovía la creación salida del barrio en forma de rap. Euler recuerda que recibieron algún tipo de vaga explicación, pero que finalmente, aquellos que no entendieron, tuvieron que inventar otra más cercana a la lógica para no ofender al entendimiento. Precisamente en esa primera edición de Rapsodia recibió una Mención al Mejor Novato y le entusiasmó combinar en el nombre, el afán pirata de conquistar un blanco determinado con el color que denuncia el deseo de conseguir atención. Punto Rojo recuerda con alegría aquellos tres días “de fuego intenso”, mientras me repite el eslogan: “lo que te rapeen, gózalo”.

Euler había salido de una escuela militar donde estudiaba Ingeniería Mecánica y su nombre provocaba bromas en las clases de matemática por la reputada constante. Prontamente decidió incursionar en otros campos y el hip hop le abrió los caminos. Primero como B-boy y luego como rapero. “Yo escuchaba mucho rap, Vico C, Obsesión, Explosión Suprema, Anónimo Consejo, y hasta algunos que empezaban a decir un discurso sin ponerle poesía. Entonces entendí que yo también quería transmitir un mensaje positivo de mis andanzas por la calle. Fue cuando comenzó la convocatoria para Rapsodia que hizo entregarme en serio, registrar letras, usar computadoras, meterme a fresco y aprender. Mi padre era músico profesional y ayudó a encauzarme. Fueron tremendos días en el Festival del Rap Oriental, en La Hondonada, en el Festival de breakdance, La comedia silente, pero ya no queda nada. Decía lo que está mal hecho sin hacer tanta poesía, la historia de mis raíces, pero poco a poco los obstáculos fueron muchos. Me tomé unos años para estudiar enfermería y superarme, aunque ahora quiero volver a grabar”.

PMU: ¿Qué crees que signifique underground?

Euler: “Underground es la palabra más polémica. En esencia, creo que es el barrio y que no te pongan en la radio ni en la televisión”.

PMU: Entonces, ¿crees que si un artista underground logra cierto reconocimiento pierde su condición? ¿O se trata más del hecho de no hacer concesiones ni siquiera a sí mismo?

Euler: “Hay mucho que discutir sobre eso. Yo sé de artistas que cuando llegó la popularidad cambiaron de estilo, temas, visión, incluso de estética, pero también sé de otros que aunque desde el principio desafiaban los propios conceptos del underground no se alejaron del barrio. Igualmente, sigo defendiendo que la radio y la televisión pueden transformar mucho las intenciones. Hay demasiada manipulación y miras comerciales solapadas”.

Creo que podemos abrir la pregunta a su consideración. Por mi parte, pienso que no hay que tener miedo a la circulación y promoción si no perturba el propósito porque el verdadero miedo (evasión) a la libertad es la estandarización, la paulatina sustitución del yo auténtico por la propensión a la entrega y al sometimiento voluntario de la propia individualidad a autoridades omnipotentes (del orden que sea: económico, político, social, etc.) que la anulan.

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