Historia increíble pero creíble



En Cuba tenemos la suerte de contar con personas alegres, guaracheras y optimistas, la mayoría de estas personas tienen la frente en alto, siempre van luchando por la vida y como resultado casi siempre logran lo que quieren. Digo esto porque he tenido la grandísima suerte de conocer a Ramón Varona, joven de 30 años, con tremenda fe en la vida y que siempre lucha por lo que quiere.

Ramón cumple 31 años y desde los 15, por una terrible fiebre mal cuidada, se quedó ciego y sordo de un oído. Es increíble como personas sanas no pueden hacer lo que él, que lleva 10 años componiendo canciones que según confiesa “son la manera de empezar cada día como una nueva persona”.

Ramón tiene en estos momentos 37 canciones originales y 18 de estas forman parte de 3 discos, uno de los cuales se titula Aprendiendo a vivir con mi nuevo yo.

Al principio sólo hacía los instrumentales de las canciones de sus artistas favoritos hasta que su gran amor, su abuela, le comentó que por qué no cantaba sus propias canciones y fue así como empezó a dar clases de canto y convertirse en lo que es hoy. “Gracias a lo que he estudiado y a lo que he hecho, tengo una buena voz y un solo, pero perfecto oído”. Tuve que darle la razón, ya que realizamos un juego en el cual él debería imitar con su voz las notas y acordes que la tía tocaba en el piano y de 43 intentos, acertó 41. La tía que también es su ayudante, es una excelente pianista y todo lo que ella tocaba él lo reproducía con su voz melodiosa y un afinado solfeo.

Cuando me contaron de Ramón dudé en ir a su casa, pensé que me encontraría con una persona que a pesar de ser buena en lo que hace, estaría un poco tristona, y por qué no, con un poco de complejo de inferioridad. Pero puedo decirles que fue todo lo contrario, yo era quien me sentía inferior a él cuando me demostró todo lo que era capaz de hacer a pesar de sus discapacidades, que para él son una bendición, porque de niño nunca pensó en nada que tuviera que ver con la música. “Prefería ser en aquel entonces bombero, policía o militar de las FAR como mi abuelo”.

Es increíble como la vida da giros inesperados que pueden cambiarte la vida bruscamente para bien o para mal, y para Ramón por suerte fue para bien. “Muchas personas me ven como algo delicado, como el pobre joven que se quedó ciego y sordo de un oído, y no puede hacer más nada que vivir en su cuarto en penumbras y alejarse cada día más de la vida. Se equivocan, ese era yo en los primeros meses de mi aflicciones, pero ya no. Les he demostrado que siempre se puede y he notado que hoy por hoy, muchas de estas personas me miran de otra manera y para muchas no soy ese perrito callejero que es digno de lástima, eso, nunca más”.

La verdad que muchos quisieran tener sus dones, yo les recomiendo que cuando se sientan mal por algo que salió “chueco” y crean que la vida se viene para abajo, piensen en Ramón Varona, que ni las penumbras, ni las malas decisiones lo cambiaron, ni lo cambiarán jamás.

Antes de irme Ramón quiso dejarles unas palabras de consuelo para las personas que están al tope del abismo por alguna u otra razón de la vida. “Piensen en las sucesos malos que le pasen en la vida como una posibilidad de cambio para corregir o empezar algo nuevo, que a la larga o a la corta, nos puede salvar la vida incluso cuando se crea que todo está perdido, una vez estando en el borde del abismo sólo queda, si se quieren salvar, retroceder de inmediato”.

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