Bayamo y sus noches musicales



Llegar y pernoctar por casi una semana en Bayamo, la cuna de la nacionalidad cubana, es como encontrarse en un remanso poco común para los que tienen una experiencia nocturna metropolitana o citadina bien agitada. ¿Qué hacer para divertirse en las noches o madrugadas? ¿A dónde ir? Los que desean bailar o escuchar música de su agrado, se las verán algo difícil porque los gustos son disímiles, los lugares parecen ser pocos y además, las experiencias son más interesantes que lo que dice la gente del lugar.

Siempre hay un punto de referencia, como de costumbre: el centro de la ciudad, el boulevard de Bayamo, uno de los más pintorescos desde el punto de vista del diseño espacial de toda la Isla grande. Y entonces es cuando las sorpresas vienen llegando. Hay un silencio casi absoluto el viernes, ¡un fin de semana!, pero antes hubo un miércoles estridente por la mucha música en la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz, donde alguien “pincha” en la más completa oscuridad, con igual pasión a los Aldeanos para poner después al Carlos Varela de los 90.

Muy cerca, un Piano Bar en moneda nacional, espléndido en luces, pero vacío en su estrado donde duermen instrumentos musicales, sólo incita a parejas amantes de Maricela, Marco Antonio Solís y otros tantos vocalistas latinoamericanos de una época plagada de baladas románticas.

Si la búsqueda persiste, se puede encontrar una Casa de la Trova donde seguirá brillando la figura imponente de Marco Antonio en una pantalla fuera de foco, sin nada de trova y cerca el Bar de la Esquina que espera solitario la llegada de sus clientes.

Lo mejor, no hay dudas, está donde se vende el mejor café de la ciudad o en una disco que se llama, con claras inferencias, El Tumbao. Para ir, esperará a un auténtico coche y así nadie se queda con las ganas de pasear por Bayamo en coche.

El parque alrededor del Café Serrano no siempre está iluminado, más eso no importa, ellos se hacen notar: ¿son emos? ¿son rockeros? ¿trovadores? ¿quieren ser drag queens? Están en pequeños grupos, cerca de los bancos, cantan y cantan o escuchan sus temas de culto en los móviles que portan. Casi amanecen, son como pequeñas luciérnagas en un campo cubierto por los silencios.

Lo mejor está cerca de allí, en El Tumbao, una discoteca súper chula donde sí cobran al entrar y tienes derecho a un show pequeño hasta las 2 de la mañana, y de la música y videos que están rodando por toda Cuba.

Más sorpresas, las mujeres que cantan no ocultan su sobrepeso, porque sus voces, sin duda alguna, son las que cautivan, ¡claro!, interpretando los hits románticos del año. Tres muchachitas bailan mejor que las de cualquier cuerpo de cabaret de otra cabecera de provincia, y el DJ se “luce” con las luces y los ritmos hasta sacar gotas de sudor. ¡Ojo!, aquí el rey no es el reggaetón cubano.

Lástima que no se espera el sol y al final hay que morir en el Serrano, haciéndole compañía a las luciérnagas de una ciudad que tiene más sosiegos que músicas.

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