El trompetista solitario



Carlos Sánchez es un trompetista solitario, deambula por las calles habaneras disparando notas melódicas para alcanzar algunas moneditas en el día. Es un músico de origen afrocubano, siempre viste con pantalón a rayas y con un saquito deportivo, y un sombrerito muy típico de los que utilizan la gente de la zona santiaguera. Mientras toca, mantiene abierto el estuche de su trompeta para que la gente le lance las moneditas.

Este instrumentista nació en Holguín, el 11 de noviembre de 1963, cuando la “Beetlemanía” inundaba al mundo. Desde aquellos lejanos tiempos, Carlitos hizo todo tipo de trabajos: mecánico, azucarero industrial, mecánica de autos, estibador en los muelles, cartero en la Lonja de Comercio, relojero, pero siempre fue un amante empedernido de la música. “En realidad yo soy un músico intuitivo, siempre me gustó la música, pero Dios no lo da todo, tuve que trabajar mucho y nunca pude dedicarme a estudiar a tiempo completo para lograr mi sueño. Pero el que ama la música, la persigue, persevera y va con ella por la vida”.

Holguín fue una ciudad inspiradora para Carlitos, de allí salieron músicos de la talla de Frank Fernández y Juanito Márquez creador del ritmo pa’cá. Es una zona rica en música que tiene ciertos contactos con el son en la zona de Mayarí.

Sánchez visitaba a menudo La Habana, pero en aquellos tiempos de 1970, “el horno no estaba para galleticas”. “Eran días de mucha efervescencia azucarera en Cuba, estaban en la lucha de producir diez millones de toneladas de azúcar y el momento no era bueno para los músicos. Entonces regresé con mi música a otra parte, regresé a mi querido Holguín, a la ciudad de los parques”.

Por aquellos días fallece su madre y se tomó un tiempo para cargar “las pilas” y volver a la música con la pasión que ella requiere. “Volví a La Habana, pero no me adapté, yo estaba acostumbrado a la tranquilidad bucólica, me mantuve un tiempo para decidirme a lanzarme a la aventura bohemia de La Habana, una bohemia que muchos quisieran vencer, pero que pocos logran sobrepasarla”.

Después Carlitos se casó y fue a vivir a La Habana donde tiene que trabajar en el central azucarero Toledo, posteriormente nacen sus dos hijos y la música corre peligro porque su tiempo es poco. “Pero contra viento y marea, volví a la música, siempre la música. Tomé mi trompeta y me enrolé en las congas de los carnavales habaneros. Preparé un buen repertorio para pasar ‘el cepillo’ (el sombrero), ‘la brisa’ está difícil y hay que buscarse algunas monedas”.

El repertorio de Carlitos es amable: “Dos gardenias” de Isolina Carrillo, “And I Love Her” de Los Beatles, “Hojas muertas”, “Amapola”, “Aquellos ojos verdes” y muchas más melodías que se escuchan a diario por Radio Enciclopedia Musical, una emisora de música instrumental ligera.

Para Carlitos, el trompetista solitario, “el sonido es lo esencial en mi concepto musical, tengo mucho cariño a este instrumento tan histórico. Aunque usted no lo crea, yo he leído algo de este instrumento, la Biblia habla de la trompeta en las ceremonias religiosas y hay que saber que se usó mucho en las batallas”.

Me despido de Carlitos mientras lo dejo retomando las notas con su trompeta ante el paso de los transeúntes.

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