Robert y los Melódicos



La calle G es el primer y más fiel escenario de muchos grupos de jóvenes músicos, también algunas veces, es el único espacio donde estos pueden presentarse, como es el caso de Robert y los Melódicos, una banda de 5 amigos egresados de la Escuela de Instructores de Arte y de otras escuelas de música. Llevan tres años de realización musical y cuentan con licencia musical, pero alegan que esta es ineficiente y de poca utilidad, ya que son las relaciones, unidas al poder adquisitivo que tengas, lo que asegura el buen lugar para cantar y darte a conocer en la periferia del arte.

Roberto, conocido como Robert, director, trompeta y vocal del grupo, siempre fue un artista muy talentoso, en el decir de los jóvenes de su barrio. Es graduado como Instructor de Arte en la clase de instrumentos de viento, en la especialidad trompeta. Él y su grupo se dieron a conocer en el club Los Curros, sito en Santo Suárez, y su música es una fusión de ritmos cubanos y caribeños, pop y rock. Cuentan con más de 30 temas de su autoría, además de incorporar a su repertorio musical algunos arreglos de canciones famosas de la música cubana.

Hoy en día tienen un espacio fijo en el Café Cantante del Teatro Nacional de Cuba, todos los miércoles, en el horario de la matinée. Un espacio que estuvieron gestionando desde muchísimos meses atrás y donde reciben una paga ínfima, pero aun así, Los Melódicos están satisfechos porque saben que poder cantar a nivel de centros nocturnos es una posibilidad muy importante y necesaria para su carrera musical. Este es sólo un ejemplo de las muchas vicisitudes que ha tenido que enfrentar la realización musical y el desempeño de esta joven agrupación, la cual a pesar de no haber encontrado la oportunidad de lanzarse a la fama, ya tiene un disco El pop vive aquí, grabado extraoficialmente en estudios clandestinos y con el cual han ganado muchos fans dentro de la cultura urbana denominada como miki, muy de moda por estos tiempos.

“El mundo de la farándula está muy congestionado, ser músico hoy día es una tarea larga y compleja, y más cuando se es joven y novato. Esta rama del arte se ha venido transformando de a poco, en un negocio sin arte. El talento y la capacidad del músico se han dejado a un lado, y se ha venido cambiando por la chabacanería y todo lo que sea fácil y sin riesgo”, son las palabras de Robert en un encarnizado debate sobre el mundo musical actual y donde los reguetoneros, según su parecer, son los que proliferan en este medio.

Ante estas limitantes, Los Melódicos no amainan en su empeño, buscan abrirse paso dentro de tan complicado y escabroso arte: la música en Cuba. Tampoco pierden las esperanzas de encontrarse algún día en Los Lucas o cualquier otro espacio televisivo, radial o de prensa plana, donde puedan promocionarse, pero sobre todo puedan mostrar cual es la música que hacen.

Por ahora les queda el parque G de la controvertida avenida adueñada por la juventud, y donde muchos conocen y aprecian la labor de esta agrupación. Un lugar donde otros talentos esperan realizar sus sueños, como Los Melódicos. Porque la calle G, las fiestas populares y los festivales escolares, se han convertido en la primera cantera donde surgen, se desarrollan y promueven los nuevos talentos cubanos. Donde en estos espacios, aguardan, como si de círculos viciosos se tratasen, jóvenes con muchas ilusiones, deseos contenidos y la esperanza de ser algún día lo que siempre han soñado y por lo que en muchos casos les es merecido alcanzar.

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