Cuando cambie el viento



“Cuando cambie el viento” es uno de los temas incluidos en el último demo de la agrupación de trova fusión tunera Kereya y también fue el nombre que decidieron para su concierto más reciente.

El lugar escogido fue la emblemática Plaza Martiana y el motivo fue la presentación al público tunero del demo, después de varios meses de trabajo en Puerto Padre, alejados de los escenarios habituales en la cabecera provincial.

Cuando Omar, el líder de la alineación tunera, me comentó la idea que se estaba “cocinando” de hacer un concierto en Las Tunas para presentar las canciones del último demo, más algunas que estaban montando, a mi particularmente me alegró mucho la idea, pues me parecía que habían estado alejados de su público suficiente tiempo ya. “La intención es que no nos olviden, que sigan a Kereya siempre, que conozcan nuestro trabajo y vengan a nuestros conciertos”.

Hoy por hoy esta alineación es la más seria en cuanto a trabajo sostenido y talento musical, todos sus integrantes son unos estudiosos constantes de sus instrumentos, y la disciplina es una palabra de orden a la que le confieren la importancia que merece.

La idea del concierto, como casi siempre, nació llena de variantes sensacionales porque pretendían un audio bien potente, luces inteligentes, máquina de humo y lo más interesante seria sin dudas, la unión de la joven Orquesta de Cámara de Las Tunas, formada por algunos de los integrantes, además de la también joven Banda de Concierto. A mí particularmente esa unión me pareció simplemente genial, sería la primera vez en la ciudad que ocurría un suceso musical de tal magnitud.

El día esperado por fin llegó y aunque la decepción de no poder compartir el escenario con la Orquesta de Cámara por cuestiones de producción y logística había quedado detrás, lo que milagrosamente y por lo regular causa los peores dolores de cabeza como el audio y luces, estaba garantizado desde mucho tiempo antes.

El movimiento del equipo de apoyo comenzó muy temprano, los diseñadores escenográficos improvisados se esmeraron en propiciar un ambiente adecuado para que el grupo se sintiera a gusto en una atmosfera totalmente musical. El audio y las luces ya estaban situadas y a punto al mediodía. La última alegría de la tarde fue que la máquina de humo apareció y lo más importante, el aceite estaba garantizado para toda la noche.

Sobre las cinco de la tarde se dejaron escuchar los primeros acordes de las pruebas de sonido, una suerte de ritmo a contratiempo característico de este ejercicio tan necesario antes de cada concierto.

“¡Muchachos, todo listo! A casa a prepararse y a las ocho en punto nos vemos aquí”. Esas fueron las palabras de Omar al concluir las pruebas de sonido.

La noche llegó, coincidentemente se celebraba el evento anual la Jornada de Conciertos en la ciudad, y para no sabotear la presentación de la Banda de Concierto que se estaba efectuando en el Parque Vicente García, se decidió aplazar una hora más el comienzo del espectáculo de Kereya. El público fielmente aguardó a que el tiempo pasara.

Cuando alguien se acercó a Omar para darle la luz verde, todo comenzó y la primera canción sirvió para movilizar al público que estaba disperso, y que se convirtió en una masa compacta que no volvió a disgregarse en todo el concierto. Kereya nos tiene acostumbrados a que cada presentación es un espectáculo de música y poesía sin medida, sus seguidores que son fans de la buena música inteligente, están ligados eternamente a las primeras canciones del grupo que siempre tienen que ser interpretadas por obligación.

Una hora y media de excelente música fue el regalo de los muchachos de Kereya, sin dudas terminaron convencidos que forman parte de la cultura de un pueblo que ya los hizo suyo, mientras existan.

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