En defensa del rap



En los últimos tiempos varios sectores de la intelectualidad cubana promueven debates acerca del fenómeno de la marginalidad en la Isla, obedeciendo al reclamo de las altas esferas del Gobierno, quienes ven como una amenaza a las manifestaciones sociales de ese tipo, que erosionan los cimientos del andamiaje populista del discurso político oficial, sin reconocer las verdaderas causas del problema.

El tema ocupa importantes espacios en los medios de difusión masiva, y promueven su denuncia y condena por considerarlas ajenas y lesivas a la imagen de civilismo, ética y moral ciudadanas que propaga el Sistema.

Muchos pecan de ingenuos y fingen no explicarse cómo ello es posible en Cuba, donde a diferencia de otras naciones, el pueblo vive con determinados beneficios resultantes de programas sociales; otros desde posiciones de élites marginalistas, culpan a los marginados por su propia marginación y hasta alguna que otra vez los califican de incapaces, lerdos, y malos.

Si esas discusiones se mantuvieran sólo en el plano teórico, santo y bueno como diría mi abuela, pero cuando se convierten en una especie de programa de acción contra los supuestos marginales, más que unir, excluye y lastima, casi con sadismo político, a la llaga de la denominada cultura marginal.

He comprobado con asombro que en las instituciones culturales cubanas, ahora más que nunca, el hacer y el decir se ubican en polos opuestos, y sumando más a la larga lista de incomprensiones y maltratos a lo interno se le colocó a los raperos y regguetoneros, el cartelito de enajenantes y negativos.

A esos funcionarios inescrupulosos, sin un ápice de cultura general, habría que darle varias lecciones de historia musical cubana y demostrarles cómo en todas las épocas, músicos formados en la más aberrante marginalidad fueron los más auténticos y originales, y sus contribuciones los encumbraron en los pedestales más altos de la nación.

Ahora lo que se intenta es cortar de cuajo a las manifestaciones de la cultura hip hop en Cuba, sin tener en cuenta que su surgimiento y desarrollo fueron no sólo consecuencia de un movimiento que se extendió por todo el mundo, sino que nació, creció y se desarrolló en esta pequeña nación insular porque encontró los nutrientes sociales necesarios y un público ávido de tener a alguien que pudiera decir de manera poética las verdades que esconde la imagen mediática que se ofrece del país.

El papel de los censores en la historia de las artes contemporáneas en Cuba, ha escrito páginas tan negras y reprobables como las de la Inquisición Católica, pero lo que nadie en su sano juicio es capaz de entender es cómo se llama abiertamente a la inclusión, y de manera descarada se excluye, sólo por el hecho de denunciar lo que no quieren que se vea o se diga.

Si en Cuba existe o no una cultura de la marginalidad, es una disquisición teórica que va mucho más allá del debate académico, y su presencia en el panorama artístico no es culpa, ni responsabilidad de quienes la practican, sino un bochorno para los que fomentaron sus causas y ahora se erigen en jueces, con mucha parte, e intentan decidir qué es positivo o negativo en ese contexto de transculturación que incluye a varias generaciones y amenaza con extenderse aún más.

Lo único que se puede afirmar en la actualidad es que el conjunto de la nación cubana, no podrá nunca más definirse en su totalidad, si no se tienen en cuenta los aportes, cualquiera que sea su tipo, y características de la marginalidad.

Una pequeña revisión sólo a las entrevistas de raperos publicadas en esta página ayudaría a entender varias de las partes del problema. Como casi todos los cubanos ellos conviven con enormes dificultades económicas y algunos proceden de familias muy pobres asentadas en barrios obreros, o en comunidades carentes de muchas ofertas de todo tipo, pero en su mayoría tienen estudios medio superiores o superiores que los dotan de una percepción diferente de las realidades en que viven, a partir del conocimiento de las leyes básicas del razonamiento humano.

De ahí entonces su acercamiento a la cultura hip hop y al rap como necesidad de expresión de una forma específica de vida, que tiene numerosas manifestaciones culturales, y que no sólo se resumen en formas determinadas de hablar, vestirse o caminar, que pueden o no ser reflejo inconsciente de acciones y prácticas concretas, pero que SÍ, (con mayúsculas), enfatiza en la denuncia de realidades socio-culturales no provocadas por ellos, y reclaman y exigen cambios sustantivos en esas esferas que le permitan equipararse con el resto de la sociedad que los tilda de marginales.

Es justo y apremiante salir en defensa de los raperos y regguetoneros cubanos, que no sólo adquirieron, a veces sin intentarlo, el cartelito de marginales, sino que desde siempre han sufrido la más increíble exclusión por parte de las instituciones culturales oficiales cubanas que los privan de espacios, apoyo, facilidades, y ahora unen fuerzas para lanzarse al exterminio cultural.

Habría que recordar la famosa frase de un marginado hidalgo: “Ladran Sancho, señal de que cabalgamos”, y continuar canción al brazo horadando mentes y sembrando conciencia, para recordar que es tan marginal quien califica, como el calificado.

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Comentarios   Dejar un comentario
yoana
12 de diciembre, 2013 11:34 am (GMT-5:00)
hoy es puños arriba y llueve en La Habana, pero seguro que van muchisima gente, me gusto mucho este material

JOSE
11 de diciembre, 2013 7:18 pm (GMT-5:00)
PARECE QUE PUÑOS ARRIBA SIGUE: www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1386699657_6286.html

Cubarap
10 de diciembre, 2013 2:53 pm (GMT-5:00)
Hoy mismo no quitaron el esperado evento "PUÑOS ARRIBA" una prueva mas de la conspiración estatal o gubernamental que reprime el genero en nuestro archipielago. si pudiera publicaria este articulo en el Granma.

geyesel
9 de diciembre, 2013 2:28 pm (GMT-5:00)
Muy bueno, lo apoyo y comparto. No debe ser fácil para esos muchachos hacer música y decir lo que sienten, deberíamos hacer más por ellos.