Los Pinos del Bulevar



Como en las telenovelas brasileñas y en las canciones de Carlos Varela, ahí donde nadie se lo espera, los árboles continúan creciendo de la noche a la mañana para sorpresa de todos. Esta vez la huella no es verde ni hay fotosíntesis de por medio porque estamos hablando de Los Pinos de Trinidad, un grupo de música tradicional que un día brotó en la esquina del Bulevar.

Curiosamente colocados en el punto donde el protagonista equis de cualquier película debe tomar la decisión más importante de su vida al elegir el camino que lo llevará al éxito o al fracaso, están estos “mozalbetes” hace treinta años regalando vida. Conocida hasta ayer como “Rosario” y hoy nombrada “Francisco Javier Sergueda”, esta esquina trinitaria los cobija y mimetizados con el paisaje revelan al héroe cotidiano entre las líneas de una canción popular, un mensaje que debe descifrar para labrar su destino. Y más vale atenerse al consejo, sonreírle al piropo o disfrutar la guaracha, pues en la pícara longevidad que ostentan estos señores, está escrito que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Con la maestría de la experiencia acumulada Mayo hace unas veces de director y otras de expertísimo mago que garantiza los medios de producción. “Amado más conocido por Mayo, es nuestro director hace muchísimos años… los instrumentos que tenemos son de él que los ha adquirido con su propio esfuerzo y se lo agradecemos mucho, porque son muy caros y difíciles de conseguir y no tenemos mucho presupuesto para comprarnos uno. Tenemos que cuidarlos mucho porque son muy viejos, pero resuelven”.

Basta verlos interactuar para notar al instante que son muchos los años que llevan estos señores coexistiendo, cantando y haciendo música. “Este grupo se fundó más o menos sobre los años cincuenta y cinco, o cincuenta y seis. Empezamos a tocar cuando éramos niños y ahora tengo ochenta y ocho años”, nos dice uno de los miembros.

Perpetuos en su amistad ellos siguen el ejemplo de “Francisca y la Muerte”, y cuando la Pelona se asoma por la esquina, la miran de reojo, jaranean y le cantan un bolero. “Algunos de los integrantes se han muerto, pero los otros seguimos aquí…, a veces tocando en toda Cuba, en Granma, en Bayamo, La Habana, en Cienfuegos…”

Son aventureros e itinerantes, “estuvimos tocando en Granma, fue un poco incómodo porque nos cogió un mal tiempo y nosotros andábamos montados en unos bueyes, pero eso no nos detuvo… estamos abiertos a propuestas y donde quiera que nos llamen nosotros vamos”. Llevan por ley la sencillez y la filantropía, “tocamos en varias actividades… por ejemplo, en las casas de ancianos, de mujeres embarazadas, niños con problemas, lugarcitos así donde Cultura nos sitúa para animarle el día a las personas que lo necesiten. Lo disfrutamos mucho porque ellos cantan con nosotros y bailan, a pesar de que muchos no tenga buena memoria, se acuerdan de nuestras canciones por los años que llevamos tocando en la misma esquina”. Suman al visitante a su descarga, “han venido muchos extranjeros con sus instrumentos como el violín, la trompeta, la flauta o simplemente cantan y nos acompañan. Se han ido de aquí elegantemente contentos, tiran fotos y el próximo año nos las traen agradeciendo el momento agradable que pasaron”, ellos son LLos Pinos: Alberto en las voces y maracas, Nelson al bajo, Vicente El Niño del tres, Venancio con las claves y el querido Mayo que con su voz y su guitarra nos regala la más famosa de una de sus tantas composiciones "Linda, linda Trinidad".

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