El Funky, o una historia perturbadora



En Cuba un importante número de jóvenes creadores cultiva el rap, fusionándolo con raíces musicales autóctonas. Pero también es cierto que algunos desconocen con claridad el origen de este género norteamericano que es además, una de las cuatro vertientes que conforman el hip hop.

No es el caso de Eliecer Márquez, conocido como El Funky, joven habanero de 32 años, compositor y cantante de música rapera, quien se ha preocupado en adentrarse en lo más recóndito del género. Y es precisamente El Funky quien a petición nuestra, parece estar dispuesto a responder algunas preguntas.

PMU: Háblanos de tus inicios.

Funky: Desde niño me he sentido atraído por el rap. Me gusta rapear desde siempre. Lo mismo cantar que componer. Aunque la cifra le parezca exagerada, he compuesto alrededor de 300 canciones dentro de mi estilo. Claro, no todas tienen buena calidad. Soy mi mejor crítico. Comencé a presentarme como aficionado en diversos lugares a la edad de 18 años, fundamentalmente en la Casa de la Cultura de La Habana Vieja y en la Peña Musical de Alamar, de la cual en estos momentos soy anfitrión.

PMU: ¿Qué tipo de rap cultivas?

Funky: Trato de lograr un rap light, no agresivo. Y aunque lo fusiono con géneros musicales cubanos, en ningún momento violento su estructura original y todo esto teniendo en cuenta que mi formación es completamente autodidacta.

PMU: ¿Cuándo comenzaste a trabajar profesionalmente?

Funky: Es una historia perturbadora y para mí bastante triste. Un productor alemán me captó para cantar en Ley Seca, un grupo de pequeño formato, el cual formaba parte de un proyecto denominado La Operación. Trabajamos en muchos sitios como El Café Cantante del Delirio Habanero, el Club Imágenes, en El Karachi, en La Madriguera que es considerada la casa del rap, en el Club Los Violines y en otras discotecas del Vedado. También actuamos en programas televisivos como 23 y M, y El Expreso.

Siempre dentro del proyecto, llegamos a grabar un disco con una empresa alemana. Durante toda esa etapa nos pagaron muy poco, puede decirse que centavos. Cuando decidimos reclamar lo justo, el productor alemán desapareció y lo peor es que se llevó casi todas mis composiciones musicales las cuales había inscrito a su nombre. Debido a mi inexperiencia de juventud, nunca tuve la precaución de registrarlas a mi favor. Tengo entendido que todavía se oyen y se venden en Alemania. A partir de entonces todo lo que compongo, lo registro.

PMU: ¿Qué proyectos tienes en este momento?

Funky: Sigo componiendo y me presento en todos los lugares que me invitan aunque no cobre nada por ello. Estoy luchando para ser aceptado en la Asociación Hermanos Saiz, aunque hasta ahora no he obtenido ninguna respuesta positiva.

PMU: ¿Te ha resultado difícil mantener tu empeño de salir adelante?

Funky: Es difícil entrar en este mundo del arte, pero más difícil es renunciar a él cuando te enganchas de verdad, tan difícil como lograr que te paguen y que te paguen con decencia.

PMU: ¿Le ves perspectivas a la música que compones y cantas?

Funky: El rap y el reggaetón son tolerados por las autoridades culturales, pero no muy aceptados de buena fe, pese a que en Cuba muchas de sus letras llevan un mensaje que el público quiere y necesita oír. Ya el rap cubano ha marcado un sello que tiene su propio estilo y manera de decir, y por ello es reconocido mundialmente.

PMU: ¿Otro disco terminado o en mente?

Funky: Pude concluir un nuevo disco, costeado con mis recursos y que se llama Funky presenta The Zombic Flow. Ha tenido aceptación, aunque por impedimentas económicas y de otros tipos, no he podido darle la promoción indispensable.

PMU: ¿Algún deseo personal?

Funky: Me gustaría que en Cuba se le diera más promoción al rap en español. También quisiera algún día formar una banda rapera con instrumentos en vivo y que mi trabajo tenga el reconocimiento que merece.

PMU: ¿Qué les aconsejarías a otros jóvenes creadores que ahora comienzan?

Funky: Bueno, que no cejen en el empeño, pero que al mismo tiempo tengan en cuenta mi experiencia y no se confíen en la supuesta buena voluntad de los que aparentando que desean ayudarte, te utilizan para finalmente robarte la obra, además del saldo de tu trabajo.

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