El Buky de la trova cubana



El Buky es un trovador negro díscolo y su nombre verdadero es Andrés del Río, canta sus canciones por las calles de La Habana, acompañado por su inseparable guitarra, una gorra roja y un maletín para llevar algo de comer, ron y agua para resistir las largas jornadas de su vida de trotamundos.

Nativo de Palma Soriano, un pueblo perteneciente a la provincia de Santiago de Cuba y de donde mismo es el cantante Cándido Fabré. “Yo nací hace muchos años, ya ando cerca de los 70 años, lo que pasa es que a los negros no se les nota la edad, pero yo he andado por muchos caminos. Nosotros los trovadores invadíamos los pueblos de la zona oriental: ‘de alto Cedro, hasta Marcané’, como cantaba Compay Segundo. Yo pertenezco a una tierra donde comandaba un terrateniente llamado Baldomero Casas, famoso por su leyenda campesina. Mi lema es andar y andar, cantar y cantar, tengo que luchar mucho para conseguir algo para sobrevivir”.

El Buky es un músico empírico, como casi todos los veteranos trovadores de la vieja guardia, pero toca muchos tipos de música y además, alardea de su virtuosismo. En sus andares interpreta los géneros cubanos y algo de Latinoamérica, un bossa nova de Brasil, merenguitos dominicanos y “mexicanadas”.

Siente profunda admiración por la vieja trova tradicional como Sindo Garay, Pepe Sánchez, Eulalio Limonta, Nené Manfugás, Leopoldo Jacobo Rubalcaba, Juan de Dios Hechevarría, Alberto Villalón, Eduardo Reyes “Dorila”, Pepe Figarola, Pepe Banderas, Manuel Corona, Miguel Bisbé, Miguel Matamoros, Rafael Cueto, Lorenzo Hierrezuelo, Ángel Almenares, entre otros. Incluso, a muchos de ellos los llegó a conocer en sus andadas por el Parque Céspedes o la Plaza Marte de Santiago de Cuba.

“Pepe Sánchez fue el maestro de muchos de los consagrados. Sindo Garay era el rey, Matamoros era la estrella del bolero-son, los Hierrezuelo eran muy buenos y todavía hay uno de ellos vivo. Compay Segundo era muy simpático, buena voz segunda y buen compositor, es un fenómeno que llegó hasta el 2003, en el siglo XXI, algo muy grande. Almenares me decía que ellos tenían un pacto para cantarle en el velorio, en la guardia de honor, a los que fallecían. Y en la tumba, en el momento de la sepultura también le cantaban al muerto en la despedida. Almenares era el encargado de esa dura tarea. A Sindo Garay le cantaron La Bayamesa, a Virgilio Palais le interpretaron Lira Rota, que le dio fama, a Miguelito Matamoros su obra favorita, "Olvido"”.

El Buky no sabe lo que harán con él en su muerte, ni siquiera sabe si alguien le cantará en su tumba porque él vive sin pensar en la “Pelona”, por eso toma ron, olvida y vive cantando hasta que el cuerpo no resista más. “Yo vivo al día, a la muerte hay que esperarla cantando, nunca arrepentido, siempre como un rebelde de la vida. Yo soy un poco loco, sobre todo cuando me ‘sueno’ unos tragos de ron Santero que tiene candela. Desde pequeño tomaba en Santiago de Cuba una cosa que le decían ‘guachipupa’ (ron con limón y miel de abeja), lo degustábamos con la comida de ñame con bacalao o moro con lechón asado, así vivíamos, tocando en donde sonaran cuatro latas”.

Dejo al Buky entonando sus canciones a los que le acepten su descarga y les den algunas monedas para vivir porque como no es profesional de la música, ninguna institución le paga ni lo contrata. Lo dejo cantando con su virtuosismo, así engalana el panorama de La Habana underground.

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