El respeto al público y al artista… Médula en San Juan



Todo conformismo provoca una confusión entre lo sublime, las ideas y las cosas con las formas que han adoptado en el tiempo y en nosotros, en nuestras mentalidades snobs, preciosistas y de estetas que el público no comprende. A veces no puede culparse al público porque no entienda un espectáculo o al regresar a su casa sienta que la representación que ha visto es un cúmulo de sinsentidos. A veces quienes están sobre y detrás del escenario tienen que valorar más su responsabilidad de entregar lo mejor, no importa quién esté observando, quién esté actuando o quién quede omitido en los créditos.

Algunos son los seguidores de las bandas que visitan el interior del país, pero estos pocos fanáticos ya se han adaptado a recibir sesiones de rock sin exigencias, convirtiéndose el encuentro en un momento para descargar energías y liberar tensiones, sin importar la complejidad de los ritmos o las melodías, Por supuesto, esto es una necesidad tan válida como cualquier otra, pero no cuando se muda la entrega, solamente en la soberana predictibilidad, hija de la repetición. El público curioso, el mismo que batalló contra sus prejuicios para acercarse y enterarse de nuevas propuestas, probablemente regresará a echarlos, nuevamente en las espaldas, después de ver lo que se convierte en confidencias entre bandas y fanáticos. La imagen es atractiva, las condiciones a veces no son las mejores (gracias al Dios de las justificaciones y las pocas soluciones), pero las intenciones son muy lindas ¿cómo entonces hacer que ese diálogo perfecto entre fans y bandas llegue a alguien más, aunque sea apelando a lo que creemos a nuestro alcance? ¿No pudiéramos preguntarnos cómo hacerlo mejor?

Más o menos creo que todos hemos estado en estos debates éticos, y más o menos hemos tomado acción o no. Salvando las diferencias entre cada ser humano, siempre se hace lo humanamente posible, y claro, estoy siendo conciliador, pero cómo si no podemos emprender la alta misión de generar cultura. Todo lo anterior era lo que atornillaba y destornillaba en mi cabeza mientras Médula, la banda metalera pinareña, se enfrentaba a un reducido y nada eufórico público en San Juan.

Los primeros en abrir el escenario y seguir la tradición rockera de publicar armas de la atracción principal fue Chispa de Tren, quienes defienden el punk y llegaban con su primer demo A nosotros nos da igual. Buena presentación, diría yo, para quien ama el género y conoce sus particularidades.

Temas de La reencarnación, Hablar de frente e Inercia (DVD) como “Éxodo” y “Hardcore Ciento por Ciento” llegaron después de una intensa batalla con problemas técnicos y mala comprensión de las necesidades del género musical por parte de los sonidistas, que seguramente ponían todo su empeño, pero no hacían sino retar al ingenio de los artistas. Faltaría repetir lo que siempre decimos, pero se hizo, la impronta rockera quedó en San Juan y en los sanjuaneros, y a su vez San Juan marcó a los Médulas y a los Chispas de Tren que tras cada performance siguen preguntando cómo hacerlo mejor.

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