Desentrañando el black metal en suelo cubano
10 de febrero de 2014
La historia del black metal en suelo cubano es muy poco conocida, al respecto sólo está disponible el artículo titulado “Black Metal en Cuba” que publicó Joel Kaos en Cuba-Metal. El mencionado artículo aporta valiosos datos, pero sobre todo establece una cronología de acontecimientos fundacionales que respeté bastante a la hora de redactar esta versión sobre la evolución de este arte oscuro.
Para los que no están familiarizados con el black metal, les cuento que es uno de los géneros más controversiales del metal y la música en general. La austeridad de su sonido, la grotesca proyección escénica y la recurrente fascinación por el ocultismo, la misantropía, el belicismo, la majestuosidad de la naturaleza y la muerte han generado una fuerte aversión por parte del gran público. A todo esto hay que sumarle los hechos criminales cometidos por miembros de las más afamadas bandas noruegas y suecas durante la década del noventa.
Estos acontecimientos se conocieron en Cuba, pero nadie prestó demasiada atención a asunto tan aislado, distante y extraño. El primer acercamiento de los cubanos al metal negro fue a través de los primeros álbumes de Cradle of Filth y Moonspell. Enfatizo que estas bandas no hicieron puro black, sino una mixtura que incluía death metal, música gótica y en el caso de Moonspell, música folklórica. Debo aclarar que durante el desarrollo del black metal en esta tierra jamás se han reportado hechos violentos, los creadores de este arte son por lo general personas cultas y perfectamente equilibradas.
La primera banda en abordar el black metal se fraguó en la oriental provincia de Holguín bajo el nombre de Mephisto. Con una fórmula musical similar a Cradle of Filth engendró tres demos hasta la producción del álbum inédito Carpathian Tales en el año 2000.
Poco a poco comenzó a arribar el genuino black metal facturado por las bandas noruegas, finesas, suecas y alemanas. La incipiente horda de seguidores de la corriente más oscura y extrema del metal comenzó a escuchar la música de Mayhem, Darkthrone, Immortal, Burzum, Emperor, Enslaved, Gorgoroth, Carpathian Forest, Ulver, Satyricon, Beherit, Impaled Nazarene, Marduk, Dark Funeral, Sacramentum, Lord Belial y Moonblood, etc.
En 2002 debutó en la capital The Chaos Nether Silence, una banda que optó por la vertiente sinfónica y comandó por un tiempo la escena nacional. Muchos recuerdan las memorables actuaciones que ofreció en el ya desaparecido templo underground que se conoció como Patio de María. Sus maquetas A Hostile Réquiem (2002) e Incipit Tragoedia (2004) constituyen testamento sonoro de una etapa en la evolución del género en suelo cubano. Otros proyectos de esa época fueron: Thelema, Lost Creation, Dawn of Madness y Alianza.
De las cenizas de Dawn of Madness surgió Darkening, una banda que a pesar de su efímera vida dejó gratos recuerdos. Luego apareció Dana en Cienfuegos y Unlight Domain en Matanzas, manteniéndose esta última como una de las abanderadas hasta la actualidad. Desde el inicio prefirió una línea acelerada y rabiosa muy a tono con el trabajo de Marduk y Dark Funeral.
En el mismo período se dan a conocer en Matanzas: Puertas Negras, y Morbo en Guantánamo, bandas que habían debutado anteriormente como exponentes del thrash metal y el death metal. Al mismo tiempo los predios holguineros volvieron a ser noticia con el surgimiento de Haborym Mastema.
Las buenas noticias siguieron llegando y el nacimiento de Ancestor en 2005 marcó el inicio de una nueva etapa en el desarrollo del género. La banda capitalina muy pronto se convirtió en la más importante del país y su álbum Hell Fuckin' Metal (2008) está considerado la obra cumbre del black metal cubano. En el mencionado álbum convergen la oscuridad, la intensidad y la melodía del black metal nórdico con buena dosis del más puro thrash metal ochentero.
Después del éxito alcanzado por Ancestor, la escena se fortaleció aún más e inspiró la aparición de nuevas bandas. En Cienfuegos se crea Darkness and Blizz, en Holguín Aklo Sabbaoth y en la capital Nergal y Narbeleth, convirtiéndose esta última en una leyenda con el lanzamiento del frio y desolado Diabolus Incarnatus en 2011.
En años recientes han continuado surgiendo bandas de black en disimiles lugares del territorio nacional: Abaddon y Dank Naberus en la capital, Hirden en Camagüey y Blackult en Puerto Padre, provincia Las Tunas. En todos estos casos han producido maquetas que reverencian la genuina filosofía del género, asegurando larga vida a un movimiento puramente underground.
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10 de febrero de 2014
La historia del black metal en suelo cubano es muy poco conocida, al respecto sólo está disponible el artículo titulado “Black Metal en Cuba” que publicó Joel Kaos en Cuba-Metal. El mencionado artículo aporta valiosos datos, pero sobre todo establece una cronología de acontecimientos fundacionales que respeté bastante a la hora de redactar esta versión sobre la evolución de este arte oscuro.
Para los que no están familiarizados con el black metal, les cuento que es uno de los géneros más controversiales del metal y la música en general. La austeridad de su sonido, la grotesca proyección escénica y la recurrente fascinación por el ocultismo, la misantropía, el belicismo, la majestuosidad de la naturaleza y la muerte han generado una fuerte aversión por parte del gran público. A todo esto hay que sumarle los hechos criminales cometidos por miembros de las más afamadas bandas noruegas y suecas durante la década del noventa.
Estos acontecimientos se conocieron en Cuba, pero nadie prestó demasiada atención a asunto tan aislado, distante y extraño. El primer acercamiento de los cubanos al metal negro fue a través de los primeros álbumes de Cradle of Filth y Moonspell. Enfatizo que estas bandas no hicieron puro black, sino una mixtura que incluía death metal, música gótica y en el caso de Moonspell, música folklórica. Debo aclarar que durante el desarrollo del black metal en esta tierra jamás se han reportado hechos violentos, los creadores de este arte son por lo general personas cultas y perfectamente equilibradas.
La primera banda en abordar el black metal se fraguó en la oriental provincia de Holguín bajo el nombre de Mephisto. Con una fórmula musical similar a Cradle of Filth engendró tres demos hasta la producción del álbum inédito Carpathian Tales en el año 2000.
Poco a poco comenzó a arribar el genuino black metal facturado por las bandas noruegas, finesas, suecas y alemanas. La incipiente horda de seguidores de la corriente más oscura y extrema del metal comenzó a escuchar la música de Mayhem, Darkthrone, Immortal, Burzum, Emperor, Enslaved, Gorgoroth, Carpathian Forest, Ulver, Satyricon, Beherit, Impaled Nazarene, Marduk, Dark Funeral, Sacramentum, Lord Belial y Moonblood, etc.
En 2002 debutó en la capital The Chaos Nether Silence, una banda que optó por la vertiente sinfónica y comandó por un tiempo la escena nacional. Muchos recuerdan las memorables actuaciones que ofreció en el ya desaparecido templo underground que se conoció como Patio de María. Sus maquetas A Hostile Réquiem (2002) e Incipit Tragoedia (2004) constituyen testamento sonoro de una etapa en la evolución del género en suelo cubano. Otros proyectos de esa época fueron: Thelema, Lost Creation, Dawn of Madness y Alianza.
De las cenizas de Dawn of Madness surgió Darkening, una banda que a pesar de su efímera vida dejó gratos recuerdos. Luego apareció Dana en Cienfuegos y Unlight Domain en Matanzas, manteniéndose esta última como una de las abanderadas hasta la actualidad. Desde el inicio prefirió una línea acelerada y rabiosa muy a tono con el trabajo de Marduk y Dark Funeral.
En el mismo período se dan a conocer en Matanzas: Puertas Negras, y Morbo en Guantánamo, bandas que habían debutado anteriormente como exponentes del thrash metal y el death metal. Al mismo tiempo los predios holguineros volvieron a ser noticia con el surgimiento de Haborym Mastema.
Las buenas noticias siguieron llegando y el nacimiento de Ancestor en 2005 marcó el inicio de una nueva etapa en el desarrollo del género. La banda capitalina muy pronto se convirtió en la más importante del país y su álbum Hell Fuckin' Metal (2008) está considerado la obra cumbre del black metal cubano. En el mencionado álbum convergen la oscuridad, la intensidad y la melodía del black metal nórdico con buena dosis del más puro thrash metal ochentero.
Después del éxito alcanzado por Ancestor, la escena se fortaleció aún más e inspiró la aparición de nuevas bandas. En Cienfuegos se crea Darkness and Blizz, en Holguín Aklo Sabbaoth y en la capital Nergal y Narbeleth, convirtiéndose esta última en una leyenda con el lanzamiento del frio y desolado Diabolus Incarnatus en 2011.
En años recientes han continuado surgiendo bandas de black en disimiles lugares del territorio nacional: Abaddon y Dank Naberus en la capital, Hirden en Camagüey y Blackult en Puerto Padre, provincia Las Tunas. En todos estos casos han producido maquetas que reverencian la genuina filosofía del género, asegurando larga vida a un movimiento puramente underground.
Comentarios Dejar un comentario
- Count Darkness
- 11 de febrero, 2014 2:06 pm (GMT-5:00)
- Bien!!! me encanta el black metal. Espero más trabajos sobre este género.
- 11 de febrero, 2014 2:06 pm (GMT-5:00)
- Jc
- 10 de febrero, 2014 2:38 pm (GMT-5:00)
- Me a gustado mucho este articulo
- 10 de febrero, 2014 2:38 pm (GMT-5:00)