Con 12 personas basta para Slancio Trío y sus invitados
24 de febrero de 2014
Primeros martes de cada mes en la Casa de las Promociones Musicales de Pinar del Río, a las 10:00 p.m. se hace una peña de jazz: Slancio Trío y sus invitados, se lee en el cartel del portal. Alguien pudiera decir que en una ciudad de más de 700.000 habitantes parece raro encontrar un lugar donde se entrega un espectáculo de música en vivo para sólo 12 personas, incluyendo el equipo de PMU que era visita ocasional. Así que dos ideas vienen a mi cabeza: ¡qué bueno que existen artistas dispuestos a hacer música para tales cifras! (sin ofender a los entusiastas participantes que valen como buenísimo público), y ¿qué sucede con la promoción de este espacio que es casi única propuesta cultural fuera de los hogares, un martes en la noche en la ciudad? Los actores a juzgar parecen obvios, pero hay muchos más análisis que se pueden abordar. ¿Ya nadie aprecia el ambiente intimista en donde la retroalimentación entre artista y público es cercana, abierta? ¿Existen otros problemas que no implican sólo a la promoción?.
Las peñas en general, son una magnífica opción para conjugar lo novedoso y lo familiar. Tienen la regularidad necesaria para crear hábito y el intercambio suficiente para generar evolución. De vuelta a lo humano, de vuelta al contacto directo, de vuelta a la libertad, y en sentido contrario de volver a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento, en sentido contrario de suprimir en ellos el ocio y los placeres humanos y crear el gusto por la violencia y las pasiones de la ofensiva, esta quizá es la bandera de estos arriesgados artistas que prodigan notas musicales a una decena de personas. Alguien pudiera decir que precisamente, estas dimensiones hacen una sesión de jazz óptima, pero es éste el argumento construido por la industria cultural que pretende hacer olvidar los lugares pobres donde surgió el jazz y sólo valerse de la comercialización a altísimos precios para cautivar al público, convirtiéndola en una cultura elitista ajena a grandes festivales, opacando la impresionante capacidad jazzística para asimilar y mezclarse con otros géneros, de nutrir y ser nutrida, el abstracto argumento del dinero frente al real bienestar producido por sonidos armónicos y melodiosos.
Slancio Trío consta de percusión, bajo y guitarra. Aunque la palabra trío figura en el nombre, me dicen que siempre le acompañan una voz femenina que además, toca un instrumento de viento madera. ¿Sus invitados? Jóvenes artistas y apasionados del jazz. Todo el espectáculo va en la guitarra de Slancio y aunque característica típica del jazz, cada instrumento tiene su protagonismo, lo que más resalta es el aliento del propio artista para recibir los aplausos.
Entre estándares y bromas transcurre la peña, pareciera casi un chiste, pero no lo es, la cero actitud del percusionista es su autenticidad ante un drums minimalista, al que si se le quita un platillo ya no podríamos llamarle de conjunto, y los constantes ánimos al público puede que hable de su poca aplicación al género. No, no resulta divertido, entretenido tal vez, pero para ser mejorado, seguro. Somos de quienes alabamos los espacios alternativos, la diversidad, el contacto directo, cercano y abierto, pero también somos quienes exigimos y criticamos porque nos parece importante y valioso tener una opinión y un argumento sensato.
Escuchar música en vivo y jazz, donde mejor el instrumento y el feeling del artista se unen, debería ser siempre un acontecimiento. Ahí está cada primer martes del mes para interesarnos y educarnos sobre el género musical nacido a finales del siglo XIX en EE.UU, Slancio Trío y sus invitados. ¿Logra hacerlo? Creo que debe ir a averiguarlo por usted mismo.
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24 de febrero de 2014
Primeros martes de cada mes en la Casa de las Promociones Musicales de Pinar del Río, a las 10:00 p.m. se hace una peña de jazz: Slancio Trío y sus invitados, se lee en el cartel del portal. Alguien pudiera decir que en una ciudad de más de 700.000 habitantes parece raro encontrar un lugar donde se entrega un espectáculo de música en vivo para sólo 12 personas, incluyendo el equipo de PMU que era visita ocasional. Así que dos ideas vienen a mi cabeza: ¡qué bueno que existen artistas dispuestos a hacer música para tales cifras! (sin ofender a los entusiastas participantes que valen como buenísimo público), y ¿qué sucede con la promoción de este espacio que es casi única propuesta cultural fuera de los hogares, un martes en la noche en la ciudad? Los actores a juzgar parecen obvios, pero hay muchos más análisis que se pueden abordar. ¿Ya nadie aprecia el ambiente intimista en donde la retroalimentación entre artista y público es cercana, abierta? ¿Existen otros problemas que no implican sólo a la promoción?.
Las peñas en general, son una magnífica opción para conjugar lo novedoso y lo familiar. Tienen la regularidad necesaria para crear hábito y el intercambio suficiente para generar evolución. De vuelta a lo humano, de vuelta al contacto directo, de vuelta a la libertad, y en sentido contrario de volver a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento, en sentido contrario de suprimir en ellos el ocio y los placeres humanos y crear el gusto por la violencia y las pasiones de la ofensiva, esta quizá es la bandera de estos arriesgados artistas que prodigan notas musicales a una decena de personas. Alguien pudiera decir que precisamente, estas dimensiones hacen una sesión de jazz óptima, pero es éste el argumento construido por la industria cultural que pretende hacer olvidar los lugares pobres donde surgió el jazz y sólo valerse de la comercialización a altísimos precios para cautivar al público, convirtiéndola en una cultura elitista ajena a grandes festivales, opacando la impresionante capacidad jazzística para asimilar y mezclarse con otros géneros, de nutrir y ser nutrida, el abstracto argumento del dinero frente al real bienestar producido por sonidos armónicos y melodiosos.
Slancio Trío consta de percusión, bajo y guitarra. Aunque la palabra trío figura en el nombre, me dicen que siempre le acompañan una voz femenina que además, toca un instrumento de viento madera. ¿Sus invitados? Jóvenes artistas y apasionados del jazz. Todo el espectáculo va en la guitarra de Slancio y aunque característica típica del jazz, cada instrumento tiene su protagonismo, lo que más resalta es el aliento del propio artista para recibir los aplausos.
Entre estándares y bromas transcurre la peña, pareciera casi un chiste, pero no lo es, la cero actitud del percusionista es su autenticidad ante un drums minimalista, al que si se le quita un platillo ya no podríamos llamarle de conjunto, y los constantes ánimos al público puede que hable de su poca aplicación al género. No, no resulta divertido, entretenido tal vez, pero para ser mejorado, seguro. Somos de quienes alabamos los espacios alternativos, la diversidad, el contacto directo, cercano y abierto, pero también somos quienes exigimos y criticamos porque nos parece importante y valioso tener una opinión y un argumento sensato.
Escuchar música en vivo y jazz, donde mejor el instrumento y el feeling del artista se unen, debería ser siempre un acontecimiento. Ahí está cada primer martes del mes para interesarnos y educarnos sobre el género musical nacido a finales del siglo XIX en EE.UU, Slancio Trío y sus invitados. ¿Logra hacerlo? Creo que debe ir a averiguarlo por usted mismo.
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