Del reggaetón al bolero
24 de febrero de 2014
Yosan Hernández comenzó cantando con un grupo de reggaetón llamado Los Inmortales. Aunque tenían buena aceptación de público, no se les permitía cantar en muchos lugares por ser muy jóvenes y no tener papeles acreditativos como músicos profesionales.
El grupo se presentaba como invitado en el club Barbaram, en el Museo de Regla, en la discoteca El Brindis y en la Villa de Profesores de la Fortuna, en El Cerro. También en una ocasión realizaron una actividad conjunta con el Grupo Havana Fusión. A cambio recibían uno que otro obsequio, pero nada de respaldo en efectivo.
Por estas últimas razones Los Inmortales dejaron de serlo literalmente hablando y se desintegraron. A sus 22 años Yosan Hernández no se desanimó ante tal descalabro. No podía alejarse de una vocación que desde su tiempo de estudiante de secundaria se había prendido a él férreamente. En ese momento de crisis su madre jugó un rol determinante. “Si es lo que te gusta y quieres lucha por ello. Era su constante consejo”, recuerda.
Yosan decide entonces comenzar a estudiar con profesores particulares para perfeccionar su técnica. A los 18 años se presenta por primera vez como solista en la Casa de la Cultura de 10 de Octubre. En esta etapa decide incursionar en el bolero y el género se le revela deslumbrante. Cala en su preferencia profundamente y atrás quedó el reggaetón.
Acompañado de un piano acústico que él mismo ejecuta, Yosan lleva sus boleros clásicos y contemporáneos a las Peñas que se celebran en el Museo de los Bomberos, en el Museo Simón Bolívar, entre otras.
Paralelamente a sus quehaceres musicales, el joven ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas, pero luego de cursar el primer año de la carrera decidió que definitivamente el arte y sobre todo la canción, será la esfera de la vida a la cual dedicará todos sus esfuerzos. Teniendo en cuenta esta divisa, Yosan se enfocó tenazmente en un proyecto que se puede calificar de loable, dadas las dificultades que se deben enfrentar para acometerlo: grabar dos discos de boleros y tres de reggaetón, todos costeados con sus propios recursos.
“Me siento feliz y hasta orgulloso de tener estos cinco discos, en especial los que recogen los boleros, pues así demuestro que los jóvenes no somos ajenos a este modo musical de decir, contrario a lo que piensan muchos. El bolero se está revitalizando entre las nuevas generaciones, cada día tiene más fuerza”, asegura categóricamente.
Como otros tantos talentos jóvenes que luchan por imponerse en la escena musical de la Cuba actual, Yosan hace una relación del largo listado de dificultades y obstáculos que encuentran en ese espinoso camino. “La burocracia, los mecanismos diabólicos de evaluación, los privilegios, la escasez de promoción, la imposibilidad de llegar a los medios de difusión y las decenas de etcéteras más, lamentablemente logran en algunas ocasiones que verdaderos talentos desistan o simplemente renuncien con la consecuente frustración que esto conlleva”, nos reflexiona.
Esperamos que Yosan Hernández nunca engrose ese segmento que con tanto dramatismo nos describiera, y que contrariamente siga manteniéndose entre los que luchan y llegan.
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24 de febrero de 2014
Yosan Hernández comenzó cantando con un grupo de reggaetón llamado Los Inmortales. Aunque tenían buena aceptación de público, no se les permitía cantar en muchos lugares por ser muy jóvenes y no tener papeles acreditativos como músicos profesionales.
El grupo se presentaba como invitado en el club Barbaram, en el Museo de Regla, en la discoteca El Brindis y en la Villa de Profesores de la Fortuna, en El Cerro. También en una ocasión realizaron una actividad conjunta con el Grupo Havana Fusión. A cambio recibían uno que otro obsequio, pero nada de respaldo en efectivo.
Por estas últimas razones Los Inmortales dejaron de serlo literalmente hablando y se desintegraron. A sus 22 años Yosan Hernández no se desanimó ante tal descalabro. No podía alejarse de una vocación que desde su tiempo de estudiante de secundaria se había prendido a él férreamente. En ese momento de crisis su madre jugó un rol determinante. “Si es lo que te gusta y quieres lucha por ello. Era su constante consejo”, recuerda.
Yosan decide entonces comenzar a estudiar con profesores particulares para perfeccionar su técnica. A los 18 años se presenta por primera vez como solista en la Casa de la Cultura de 10 de Octubre. En esta etapa decide incursionar en el bolero y el género se le revela deslumbrante. Cala en su preferencia profundamente y atrás quedó el reggaetón.
Acompañado de un piano acústico que él mismo ejecuta, Yosan lleva sus boleros clásicos y contemporáneos a las Peñas que se celebran en el Museo de los Bomberos, en el Museo Simón Bolívar, entre otras.
Paralelamente a sus quehaceres musicales, el joven ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas, pero luego de cursar el primer año de la carrera decidió que definitivamente el arte y sobre todo la canción, será la esfera de la vida a la cual dedicará todos sus esfuerzos. Teniendo en cuenta esta divisa, Yosan se enfocó tenazmente en un proyecto que se puede calificar de loable, dadas las dificultades que se deben enfrentar para acometerlo: grabar dos discos de boleros y tres de reggaetón, todos costeados con sus propios recursos.
“Me siento feliz y hasta orgulloso de tener estos cinco discos, en especial los que recogen los boleros, pues así demuestro que los jóvenes no somos ajenos a este modo musical de decir, contrario a lo que piensan muchos. El bolero se está revitalizando entre las nuevas generaciones, cada día tiene más fuerza”, asegura categóricamente.
Como otros tantos talentos jóvenes que luchan por imponerse en la escena musical de la Cuba actual, Yosan hace una relación del largo listado de dificultades y obstáculos que encuentran en ese espinoso camino. “La burocracia, los mecanismos diabólicos de evaluación, los privilegios, la escasez de promoción, la imposibilidad de llegar a los medios de difusión y las decenas de etcéteras más, lamentablemente logran en algunas ocasiones que verdaderos talentos desistan o simplemente renuncien con la consecuente frustración que esto conlleva”, nos reflexiona.
Esperamos que Yosan Hernández nunca engrose ese segmento que con tanto dramatismo nos describiera, y que contrariamente siga manteniéndose entre los que luchan y llegan.
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