Brutal Winter Fest 2014: más que indiferencia y desinformación
3 de marzo de 2014
Todavía se escuchan los ecos del último concierto de la edición del Brutal Winter Fest 2014, luego de que los sonidos del metal recorrieran varias de las más importantes plazas rockeras del país.
Después de seguir en lo posible, las venturas y desventuras de este nuevo, pero fallido intento de integración del rock a las propuestas musicales nacionales, como en muchas ocasiones anteriores queda sólo reseñar lo visto y oído, y quizás volver a apelar a la inteligencia de la Agencia Cubana de Rock y a la de los representantes en la Isla del sello discográfico francés Beatdown Records, para que aprendan de sus errores y saquen las conclusiones adecuadas, que permitan hacer realidad las mejores intenciones y objetivos de estos festivales.
Sin intención de repetir lo escrito acerca de versiones anteriores de los Brutal Fest de invierno y de verano, no se debe dejar de decir que los organizadores siguen tropezando con las mismas piedras (obstáculos) todos los años.
Esta nueva versión dedicada al recientemente fallecido Nock Babeu, cantante de la banda canadiense Trigger Effect, ofrecía calidad a raudales con la asistencia de las agrupaciones The Prestige (Francia), Chariots of the Gods (Canadá), Algebra (Suiza), Meltdown (Suiza), y No Sun in San Francisco (Suiza), junto a las cubanas Combat Noise, Switch, Zeus, Arrabio, Darkness Fall, Blinder, Tragedy, Espoleta y Trendkill.
PMU fue testigo del concierto inaugural y recibió en el transcurso de la última semana reportes de colaboradores desde las provincias de Holguín y Santiago de Cuba que se referían al entusiasmo de los seguidores de este género por poder presenciar las actuaciones de las bandas foráneas y de algunas de las mejores del patio.
Si algo es posible destacar, al menos por lo confirmado, es que prevalece la intención de los organizadores de acercar el Festival a todos los lugares posibles del país, además de las tradicionales plazas como Santa Clara, Holguín, Camaguey y Pinar del Río, pues en esta ocasión se visitaron escenarios de Santiago de Cuba, Trinidad, y Artemisa.
Al menos por esta vez se pudo disfrutar de buen rock porque las bandas extranjeras aportaron lo mejor de si y mostraron las últimas tendencias europeas en cada uno de los géneros que cultivan. A ello aportaron, y mucho, las bandas cubanas Switch (San Cristóbal, Pinar del Río), Arrabio (Trinidad), y Darkness Fall (La Habana), quizás motivadas por la presentación del disco Three-Way-Split, editado por Beatdown Records, y en el que se incluyen algunos de sus mejores temas.
Sin embargo, la presentación del fonograma no fue lo suficientemente divulgada y no todos los que quisieron adquirirlo pudieron hacerlo, lo que por supuesto significó una nota discordante debido a la ausencia en la escena musical cubana de discos de las bandas nacionales.
En honor a la verdad, el Brutal Winter Fest 2014 generó mayores expectativas que los anteriores y esta vez hubo hasta un spot televisivo que por supuesto se pasaba en la televisión nacional a altas horas de la noche y los días entre semanas, como para que pocos telespectadores pudieran verlo. No obstante, el Brutal Winter Fest 2014 volvió a quedar convertido en una rareza, en un hecho aislado del que sólo disfrutan los numerosos seguidores del género y del que se sabe cuándo y dónde empieza, pero no se conoce nada de su desarrollo, éxitos, fracasos, presentaciones. En fin, pasa cada año en dos ocasiones como cadáver sin dolientes hacia el cementerio.
El Brutal Fest en todas sus versiones merece más que la simple indiferencia y desinformación, porque a pesar de lo que muchos en Cuba pretenden afirmar, el movimiento de rock cubano es cada día más fuerte y pujante y se consolida como una verdadera opción cultural para buena parte de la juventud, y de los no tan jóvenes en la Isla.
Coexistir en la escena nacional es un derecho ganado por los rockeros cubanos, aunque de forma constante no reciban el apoyo y la ayuda de quienes tienen ese deber como instituciones y promotores, y dejen a la buena de Dios el reconocimiento a la consagración y calidad de la labor de esos artistas.
En días recientes, una cronista de uno de los medios nacionales de prensa en Cuba, con osadía de seguro no compartida por los editores, aseguraba que las instituciones culturales del país deberían responder con hechos concretos el justo deseo de promoción del rock cubano y de sus seguidores, y no con la evidente falta de voluntad y el desinterés de quienes cuentan con los medios para hacerlo y los ponen a la disposición de otros géneros, que están en las antípodas de lo que pregona la política cultural de la nación.
La Agencia Cubana de Rock debe ganar en independencia y no apoyarse tanto en el sello francés Beatdown Records, que aunque garantiza la presencia de las bandas extranjeras y financia gran parte de los Brutal Fest, no tiene la capacidad real de asumir una correcta y adecuada labor de divulgación del género y sus cultores nacionales. Además, la Agencia debe preocuparse por cumplir con el reclamo social de los artistas de eliminar las dudas de otras ignorantes instituciones y sus funcionarios acerca de la autenticidad y la estética de este género, así como de los valores de los artistas y del público.
Tal pareciera que el universo del rock en Cuba sólo se limita a la realización de los Brutal Fest, y con ello se obvia lo que sucede cada año en Holguín, Santa Clara, Pinar del Río, y La Habana, territorios que organizan sus propios festivales y que son desde hace mucho tiempo, vitrina del efecto liberador que el rock causa entre sus seguidores, hechos que demuestran que los rockeros no son una muchedumbre desaliñada que brinca y grita con sonidos guturales, sino que también son capaces de defender y corear temas que suelen abordar causas tan justas y nobles como la defensa del medio ambiente o la lucha por la justicia social.
Nada tenemos en contra del Brutal Fest, sean todas sus ediciones bienvenidas cada año, si nos ayudan a reflexionar y aprender de los errores, si nos compulsan a pensar cómo defender mejor al rock cubano, cómo promocionarlo, cómo demostrar que hay valía en el género, y por sobre todo que es tan cubano como las palmas, pero al mismo tiempo, universal.
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3 de marzo de 2014
Todavía se escuchan los ecos del último concierto de la edición del Brutal Winter Fest 2014, luego de que los sonidos del metal recorrieran varias de las más importantes plazas rockeras del país.
Después de seguir en lo posible, las venturas y desventuras de este nuevo, pero fallido intento de integración del rock a las propuestas musicales nacionales, como en muchas ocasiones anteriores queda sólo reseñar lo visto y oído, y quizás volver a apelar a la inteligencia de la Agencia Cubana de Rock y a la de los representantes en la Isla del sello discográfico francés Beatdown Records, para que aprendan de sus errores y saquen las conclusiones adecuadas, que permitan hacer realidad las mejores intenciones y objetivos de estos festivales.
Sin intención de repetir lo escrito acerca de versiones anteriores de los Brutal Fest de invierno y de verano, no se debe dejar de decir que los organizadores siguen tropezando con las mismas piedras (obstáculos) todos los años.
Esta nueva versión dedicada al recientemente fallecido Nock Babeu, cantante de la banda canadiense Trigger Effect, ofrecía calidad a raudales con la asistencia de las agrupaciones The Prestige (Francia), Chariots of the Gods (Canadá), Algebra (Suiza), Meltdown (Suiza), y No Sun in San Francisco (Suiza), junto a las cubanas Combat Noise, Switch, Zeus, Arrabio, Darkness Fall, Blinder, Tragedy, Espoleta y Trendkill.
PMU fue testigo del concierto inaugural y recibió en el transcurso de la última semana reportes de colaboradores desde las provincias de Holguín y Santiago de Cuba que se referían al entusiasmo de los seguidores de este género por poder presenciar las actuaciones de las bandas foráneas y de algunas de las mejores del patio.
Si algo es posible destacar, al menos por lo confirmado, es que prevalece la intención de los organizadores de acercar el Festival a todos los lugares posibles del país, además de las tradicionales plazas como Santa Clara, Holguín, Camaguey y Pinar del Río, pues en esta ocasión se visitaron escenarios de Santiago de Cuba, Trinidad, y Artemisa.
Al menos por esta vez se pudo disfrutar de buen rock porque las bandas extranjeras aportaron lo mejor de si y mostraron las últimas tendencias europeas en cada uno de los géneros que cultivan. A ello aportaron, y mucho, las bandas cubanas Switch (San Cristóbal, Pinar del Río), Arrabio (Trinidad), y Darkness Fall (La Habana), quizás motivadas por la presentación del disco Three-Way-Split, editado por Beatdown Records, y en el que se incluyen algunos de sus mejores temas.
Sin embargo, la presentación del fonograma no fue lo suficientemente divulgada y no todos los que quisieron adquirirlo pudieron hacerlo, lo que por supuesto significó una nota discordante debido a la ausencia en la escena musical cubana de discos de las bandas nacionales.
En honor a la verdad, el Brutal Winter Fest 2014 generó mayores expectativas que los anteriores y esta vez hubo hasta un spot televisivo que por supuesto se pasaba en la televisión nacional a altas horas de la noche y los días entre semanas, como para que pocos telespectadores pudieran verlo. No obstante, el Brutal Winter Fest 2014 volvió a quedar convertido en una rareza, en un hecho aislado del que sólo disfrutan los numerosos seguidores del género y del que se sabe cuándo y dónde empieza, pero no se conoce nada de su desarrollo, éxitos, fracasos, presentaciones. En fin, pasa cada año en dos ocasiones como cadáver sin dolientes hacia el cementerio.
El Brutal Fest en todas sus versiones merece más que la simple indiferencia y desinformación, porque a pesar de lo que muchos en Cuba pretenden afirmar, el movimiento de rock cubano es cada día más fuerte y pujante y se consolida como una verdadera opción cultural para buena parte de la juventud, y de los no tan jóvenes en la Isla.
Coexistir en la escena nacional es un derecho ganado por los rockeros cubanos, aunque de forma constante no reciban el apoyo y la ayuda de quienes tienen ese deber como instituciones y promotores, y dejen a la buena de Dios el reconocimiento a la consagración y calidad de la labor de esos artistas.
En días recientes, una cronista de uno de los medios nacionales de prensa en Cuba, con osadía de seguro no compartida por los editores, aseguraba que las instituciones culturales del país deberían responder con hechos concretos el justo deseo de promoción del rock cubano y de sus seguidores, y no con la evidente falta de voluntad y el desinterés de quienes cuentan con los medios para hacerlo y los ponen a la disposición de otros géneros, que están en las antípodas de lo que pregona la política cultural de la nación.
La Agencia Cubana de Rock debe ganar en independencia y no apoyarse tanto en el sello francés Beatdown Records, que aunque garantiza la presencia de las bandas extranjeras y financia gran parte de los Brutal Fest, no tiene la capacidad real de asumir una correcta y adecuada labor de divulgación del género y sus cultores nacionales. Además, la Agencia debe preocuparse por cumplir con el reclamo social de los artistas de eliminar las dudas de otras ignorantes instituciones y sus funcionarios acerca de la autenticidad y la estética de este género, así como de los valores de los artistas y del público.
Tal pareciera que el universo del rock en Cuba sólo se limita a la realización de los Brutal Fest, y con ello se obvia lo que sucede cada año en Holguín, Santa Clara, Pinar del Río, y La Habana, territorios que organizan sus propios festivales y que son desde hace mucho tiempo, vitrina del efecto liberador que el rock causa entre sus seguidores, hechos que demuestran que los rockeros no son una muchedumbre desaliñada que brinca y grita con sonidos guturales, sino que también son capaces de defender y corear temas que suelen abordar causas tan justas y nobles como la defensa del medio ambiente o la lucha por la justicia social.
Nada tenemos en contra del Brutal Fest, sean todas sus ediciones bienvenidas cada año, si nos ayudan a reflexionar y aprender de los errores, si nos compulsan a pensar cómo defender mejor al rock cubano, cómo promocionarlo, cómo demostrar que hay valía en el género, y por sobre todo que es tan cubano como las palmas, pero al mismo tiempo, universal.
Comentarios Dejar un comentario
- Juan Carlos
- 7 de marzo, 2014 7:55 pm (GMT-5:00)
- Muy interesante este articulo...
- 7 de marzo, 2014 7:55 pm (GMT-5:00)