¡Báilalo, pero cántalo!



“Si el canto tiene sentido, /también lo tiene bailar. /Cantando yo estoy contigo, /bailando conmigo estás. /Entona tu paso ahora, /entónalo y báilalo, /pero si la marcha atora, /entonces, pues, cántalo, /pero báilalo, /pero cántalo, /pero báilalo”. Así lo deja dicho una vieja y pegajosa canción escrita por Silvio Rodríguez y que fuera estrenada junto con Adalberto Álvarez y su orquesta, pero Dalita lo entendió todo al revés y hoy se lamenta. “Estudié en una escuela de arte y por equivocación me puse en el grupo de danza. Digo que fue una equivocación ya que mi vocación siempre ha sido cantar y por las opiniones que he escuchado sobre mí, parece que lo hago bien”.

Su nombre es Daliagmi, pero para no complicarse la garganta con un sonido gutural inesperado, le diremos Dalita como le llaman sus familiares y amigos. Natural de Pinar del Río, llegó a La Habana siendo muy niña. Desde entonces hizo gala de sus cualidades para el canto y comenzó sus interpretaciones en la escuela. Recuerda cómo todos sus compañeritos la estimulaban para que continuara. “Mi infancia estuvo llena de situaciones alegres. En cualquier lugar que me presentaba yo me alegraba y me llenaba de regocijo tan sólo con los aplausos que recibía”.

“Canté mucho en todas las actividades que se realizaron durante la primaria y la secundaria. En la secundaria formamos un grupo musical y con él íbamos a todas partes. Participamos en las casas de cultura, en actividades culturales del municipio, en teatros como el América, el City Hall y en las peñas mensuales que aún siguen realizándose en mi barrio”.

Actualmente Dalita es solista, y se presenta en peñas y en las disimiles actividades a las que es invitada. A simple vista es una joven como cualquier otra pero con una dulce voz la distingue. Otro rasgo que la singulariza es su actitud solidaria y empática hacia sus familiares, amigos y conocidos, así como su sensibilidad para conectarse con las canciones e imbricarse con los contenidos románticos de estas, como si cada pena o alegría le perteneciera o como si fuera imperioso comunicárselo al mundo.

A su corta edad ya es dueña de un currículum lleno de experiencias y satisfacciones. Nos cuenta de sus andanzas cuando estuvo actuando en la Ciudad de los Puentes, lanzándonos la historia a tropel y sin pausas para respirar, mientras que la frescura de su rostro y lo apresurado de su relato nos devuelve a la niña que sigue y seguirá siendo. “En una ocasión fui a la provincia de Matanzas con mi grupo. También fueron con nosotros dos grupos más de aficionados y dos muchachones solistas. Mi grupo fue el primero en actuar y la actividad finalizaba con la presentación de los otros conjuntos. Sin embargo, para mi sorpresa, el responsable de mi grupo me comunicó que el público pedía un número más. ¡Uno mío como solista solamente haciéndome acompañar por la guitarra! No puedo explicar con palabras mi alegría al terminar mi interpretación. Todo el público se paró y me aplaudió prolongadamente y gritaban: ¡otra, otra! Creo que ese momento no lo olvidaré nunca”.

Para Dalita su mayor dificultad es no contar con una persona o institución que se interese y que la oriente en el desarrollo de su carrera como cantante. Lo demás son “imprevistos” como por ejemplo no poder asistir a actuaciones fuera de la provincia porque no tiene transporte, o el dinero no le alcanza para costearse el viaje porque vive a la suerte del artista aficionado siempre reconocido y nunca asalariado. Más tiene a su favor la juventud, la voluntad, el talento natural y la confianza en sí misma, “soy todavía muy joven y tengo la esperanza de llegar a lograr mis sueños pues desde siempre me he empeñado en realizarlos”.

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