Omi Keké



Wilder Rondón es un joven creador tunero defensor de las más profundas raíces afro-religiosas en Las Tunas. Él forma parte de una generación que se ha propuesto junto a los veteranos, no dejar morir la parte artística que nos legaron nuestros antepasados.

Wilder comenzó como preparador físico en la Escuela de Instructores de Arte Rita Longa y se vinculó con la danza de tal forma, que entraba y participaba de las clases y en talleres. Teniendo además, la ayuda de varios músicos y bailarines del folclórico tunero. Luego pasó un curso de perfeccionamiento para bailarines de espectáculo, a través de la Escuela de Superación para la Cultura. Pero desde antes estaba montando coreografías con estudiantes de la EIA, lo que hizo que obtuviera el premio en el Festival Nuevidance 2011, que se realiza en Nuevitas, Camagüey.

Durante algún tiempo, Wilder bailó con la Compañía Folclórica Onilé y con ellos participó en la Jornada A Tiempo Con La Danza. Después se fue del conjunto y comenzó su propio proyecto. “Omi Keké significa agua chiquita, es un camino de Yemayá. Tenemos una base también, pero el grupo no empezó llamándose así. Era Arabba, que en lengua Lucumí significa ceiba. Entonces bailábamos con música grabada”.

Para poder cambiar de música grabada a interpretada in situ, fue necesario encontrar integrantes que tuvieran tambor de fundamento y por eso algunos músicos de la comparsa Cuba Libre se le sumaron. Wilder ahora se siente orgulloso de lo que ha logrado y así habla de sus músicos. “Ellos se han dedicado a honrar ese tambor con disciplina, ética, buscando ser mejores y en homenaje también a la dueña original del mismo, una gran mujer que ya falleció y que fue conocida entre la gente como Yuya. Pero extraen lo cultural de lo religioso, para poder presentarlo como arte”.

Lázaro Marshall Mendoza es otro de los pilares fundamentales de esta agrupación músico-danzaria. Director musical del conjunto, logra que el acompañamiento musical funcione a la altura de los bailarines. Lázaro es procedente de Santiago de Cuba, trabajó en la EIA y luego en la Escuela Vocacional de Arte Tunera como músico acompañante para las clases de danza folklórica, y tiene sus premisas para preparar cada número. “Hay que partir de los Patakíes, que no son más que las historias del mundo de los santos y del propio conocimiento que uno tiene. Eso es fundamental para ser fieles a las historias y al público”.

Algo característico en las agrupaciones de este tipo es que la mayoría de los músicos o bailarines no tienen formación académica. Todos sus conocimientos vienen junto con la herencia religiosa de sus mayores. “A nosotros nos viene la música y el dominio de los instrumentos por tradición. También hemos ido a Santiago de Cuba a tomar experiencias. Nos vamos perfeccionando y quedaron los mejores. Han ganado todos en conocimientos. Y todo lo que yo he aprendido en materia de cultura yoruba y franco-haitiana lo trasmito al resto de los músicos”.

De las manos de Wilder y Lázaro, Omi Keké cumplió su primer año el pasado 10 de octubre de 2013, y más que celebración de un día, la pretensión sana es honrar cada día la cultura que defienden, oculta para la mayoría porque la manifestación artística de la religión es sólo la punta del iceberg.

Con la aspiración constante de superación y perfeccionamiento profesional, trabajan los muchachos de Omi Keké esperando satisfacer a sus santos y al público que los siga.

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