ADN pa' cantar



“Canto desde los tres añitos. Me cuentan mis padres que aprendí de oído, pues le ponía mucha atención a la radio y rápido le cogía el ritmo a la música. Lo mismo a las canciones infantiles que a las populares”. La niña que cantaba delante de la radio llegó a su mayoría de edad, hoy tiene dieciocho años y sigue haciéndolo, pero en lugar del electrodoméstico, frente a ella hay un público que le aplaude, le admira y le reconoce su talento. Su nombre es Anabel, pero todos lo acortan convirtiéndolo en un palíndromo: Ana.

Habanera de pura cepa, pone su joven corazón en cada una de sus interpretaciones como si tuviera la experiencia acumulada de un alma vieja que ha vivido intensamente. “Soy muy sentimental, sobre todo cuando canto. Lo hago con todo amor y sentimiento”. Afortunadamente los cambios fisiológicos de la madurez no han afectado considerablemente la tesitura de su voz que aún conserva la fortaleza y la dulzura de la niñez. “Siempre, desde que comencé a cantar, he tenido una voz fuerte, muy bien timbrada y melódica”.

Para Ana la fama no es lo más importante, su mayor anhelo es superarse y poder estudiar en una escuela de música para llegar a ser profesional, “lo demás vendrá después”.

“Cuando tenía doce años me presenté en una escuela de música que está en el memorial José Martí. Allí me negaron el ingreso pues debía tener diecisiete años. Cuando los cumplí me volví a presentar y tampoco me aceptaron pues mi horario en el politécnico coincidía con el horario de clases de allí”.

Su corta edad juega a veces a favor, a veces en contra. Es una oportunidad si se piensa en la energía y la candidez de la juventud, y en todo el tiempo que tiene por delante para perfeccionar su arte. Más por otro lado, es una edad que aún no ha llegado a experimentar completa independencia y que arrastra con muchas privaciones paternales. “Se me dificulta mucho participar en actividades nocturnas pues soy muy joven y mis padres me protegen demasiado”. Mientras tanto, canta cada vez que puede, liberando esa musa desenfadada que vive atrapada en su voz.

Prefiere los temas románticos sean locales o extranjeros porque aunque le va a Industriales, el regionalismo no es lo suyo. Poco a poco ha ido acumulando un colorido currículum, ha cantado en formato de solista y de coro “Canté por bastante tiempo en un coro que se llamaba América del Amo y también formé parte del coro de la iglesia evangélica donde me permitían cantar de solista. Me he presentado en el teatro Karl Marx, en el Palacio de las Convenciones donde me han invitado a varias actividades… He recibido varios premios y diplomas como aficionada, lo mismo en actividades escolares como en las que se han realizado en el barrio donde resido, ya sea en las peñas o en la Casa de la Cultura”.

¿Ya les comenté que Ana es irremediablemente romántica? ¡Pues así mismo! Se ha inspirado en el amor y ha compuesto tres canciones que hasta el momento no ha nombrado y apenas se ha atrevido a cantar. Sólo sus familiares y amigos cercanos saben de ellas, porque prefiere probarlas y estrenarlas en estos ambientes seguros y cálidos.

Ana, Anita, Anabel, atesora con alegría los elogios y reconocimientos del público que la vitorea cada vez que canta y cada mañana se da fuerzas frente al espejo repitiéndose: “yo no voy a vencerme por los obstáculos que se me presenten, y voy a continuar luchando hasta conseguir mi sueño de ser una cantante profesional y conocida nacional e internacionalmente”. Y así será, porque lo dice ella y porque cantar está en su ADN.

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Comentarios   Dejar un comentario
Migdi
26 de marzo, 2014 3:48 pm (GMT-5:00)
Muy bonita, yo la he visto a ella en varias ocaciones, un besito para ti