Charly Salgado apuesta por la trova no solemne… ¿y usted?



La trova es una extensión de la canción cubana que en sus orígenes más remotos relata historias de cantantes populares (¿no artistas?) que iban transmitiendo mensajes a quien los supiera valorar y escuchar. Con su guitarra iban trovando, diciendo lo que sentían o criticando, otorgando soluciones o no. Con la poesía como recurso estético y a veces sin privilegiar la voz o la condición de buen instrumentista, el trovador iba recorriendo caminos “con la inspiración que venía del pueblo y para el pueblo”. Claro, que cuando era el pueblo el explotado, la trova era canción protesta y los trovadores, irreverentes.

La capacidad de la trova de asimilar elementos de otros géneros musicales, desde rock, pop hasta cualquier característica musical del momento y del lugar, hace que casi sea imperecedera, amén de que muchas veces fue censurada, marginada y nunca un fenómeno de masas. Hubo un tiempo en que no fue así y estos mismos cantantes populares (¿y no artistas?) fueron ¿rescatados? y puestos al servicio de los mejores ideales, y es así como para algunas generaciones esta expresión de las calles se convirtió en solemne, oficial.

Creo que no es casualidad que la palabra “trova” haya pasado al imaginario popular de las últimas décadas como discurso aburrido y moralizante, y hasta hace poco era lo que la trova representaba para mí y exhibiendo toda mi ignorancia me atrevía a decir que no lograba que Silvio Rodríguez me gustara. Y claro, reconocía la potencia de su lírica y los profundos estados de reflexión adonde me llevaba, pero había que tener la disposición de ánimo, el momento, la compañía y un montón de requisitos para enfrentarse a la trova, casi convirtiéndose en una ceremonia solemne, en una liturgia. Muchas veces traté de explicarlo, pero en un tiempo fue muy de moda esta disposición, ¿y la sobriedad y el disfrute? Tampoco es que cada canción o cada autor, aún bajo las mismas influencias, provocaran lo mismo, pero cuando se vuelve oficialidad y objeto de culto de muchos, al menos a mí me hace sospechar. Por suerte, el espacio underground ha rescatado el espíritu auténtico del arte creativo comprometido con las duras condiciones sociales o las crisis particulares que hace para sí y para el público que está más cerca, a la distancia que permita la retroalimentación.

Estas reflexiones me llevaron a la peña del Proyecto Boulevard, que sucede todos los martes de 9:00 p.m. a 2:00 a.m. en El Sauce. Trova y música alternativa se pasean en forma grabada o de música viva con Elmis Wong en el master, y Charly Salgado y Ernesto Castillo en el escenario. Cada semana un invitado hace la novedad en el espacio, esa vez Jorge Kamankola unía en el mismo tema rap, trova y algo más. ¿De qué se trata? Basta mencionar los títulos de algunos temas: “Buscando caminos” y “Da igual” de Charly Salgado, o “Los centinelas nos fusilan” y “Antes que lo prohíban” de Kamankola.

La trova de Charly tiene algunas influencias de la música rock y es sin dudas, de la trova no solemne que te permite reír y gozar, mientras entrenas el pensamiento crítico y la posibilidad de expresarte de manera singular. Pero éstos no son los espacios más promocionados, casi parece una alucinación que se toque para menos de 20 personas que sólo tuvieron que abonar la cifra de 10 pesos nacionales para escuchar música en vivo y consciente. Yo apostaría por la trova no solemne.

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