La revelación de Jorge Félix



Actualmente el concepto de la cultura underground en el mundo y particularmente en Cuba, es muy ambiguo. Digamos por ejemplo, que el arte lírico y las instituciones que lo promueven forman parte de la establecida política cultural cubana, sin embargo, por su distanciamiento a los públicos masivos, su escasa difusión y promoción, y a un estancado respaldo oficial se encuentran figurativamente más cercanos a lo underground.

Tal vez por ello y a sus veintitrés años de edad, el habanero Jorge Félix Leyva se debate entre su pasión por el canto lírico y sin renunciar a este género, concebirse integrante del movimiento underground.

En su afán por abarcar audiencia más viva y directa, Jorge Félix desbordó los escenarios clásicos y se dedicó paralelamente, a llevar su arte a peñas musicales y a otros eventos alternativos. “Si la montaña no va al hombre, el hombre debe ir a la montaña”, nos recuerda.

Con apenas nueve años, Jorge Félix fue un niño igual a otro cualquiera, pero con un abuelo que muy tempranamente detectó su inclinación hacia el canto. “Él me llevó de la mano para que me presentara en una convocatoria de cantoría escénica en el Teatro Lírico. Me aprobaron y pasé a ser parte del coro infantil. Allí recibí mis primeras clases de canto”.

Fueron dos años de intenso entrenamiento hasta que debuta en la ópera Pagliacci (Payaso) del compositor italiano Ruggero Leoncavallo. Según Jorge Félix ese primer tiempo resultó ser un periodo de rutina acatada. “La revelación, si así se le puede llamar, sucedió una tarde cuando llegué a los ensayos en el momento en que el fallecido tenor Adolfo Casas Chirino interpretaba una conocida aria. Algo ocurrió que quedé prácticamente impactado de tal modo que percibía los agudos del cantante como potentes descargas eléctricas”.

Al presumir por nuestra expresión facial que había algo de exceso histriónico en semejante afirmación, Jorge Félix enfatizó: “Óigame, no estoy exagerando y le voy a decir más, a partir de ese momento, toda mi vida dio un vuelco y me vi atrapado en un fenómeno psíquico o místico, vaya usted a saber, que me hizo borrar gran parte de lo vivido hasta ese punto, lo que había sido pura rutina se convirtió en una pasión arrolladora, casi enfermiza”.

Tanto fue la entrega de Jorge Félix a la canción lírica que los compositores Calixto Álvarez y Alfonso Janeiro escribieron dos zarzuelas infantiles especialmente para él. Dado a que en esa etapa se encontraba en pleno cambio de registro de voz, solamente pudo estrenar una de ellas.

Más tarde inició estudios en la Escuela Nacional de Canto Lírico “Adolfo Casas”, de donde egresa para formar parte del elenco del Teatro Lírico Nacional. “Me mantengo en este colectivo porque mi conexión con lo lírico es visceral, ya que el sueldo que percibo no representa nada en mi economía. En cualquier discoteca me gastaría en una noche casi todo lo que gano en un mes. Las alternativas económicas dentro de mi arte son escasas, para no decir nulas”.

Los jóvenes cultivadores de otros géneros musicales se quejan con justicia de las pocas oportunidades que se les ofrecen en sus deseos de establecerse en la escena musical, pero si se les compara con un cantante lírico como Jorge Félix, independientemente de su profesionalidad, podría asegurarse que gozan de mayores ventajas pues desafortunadamente se acrecienta el criterio que el arte lírico es algo pasado de moda, cosa de una élite aburrida.

Jorge Félix afirma lo contrario. Piensa categóricamente que se trata de tener la buena voluntad de recuperar un género del cual nuestro país se vanaglorió de ser una importante plaza internacional. “Ya hace mucho que ninguna discográfica ha lanzado un volumen que recoja cantantes y obras de este género. Los pocos espacios televisivos donde se pueden insertar muestras líricas resaltan más a los intérpretes extranjeros como Los Tres Tenores, Andrea Bocelli, Il Divo, Sarah Brightman y otros, que a los exponentes nacionales, aunque existen honrosas excepciones”.

“Hay mucho que hacer y yo estaré en primera línea para reponerle a lo lírico el puesto merecido. Seguiré participando en las peñas y en cualquier plaza donde pueda sensibilizar al público y en donde también pueda establecer una retroalimentación con él, tanto dentro como fuera del país”, nos asegura este joven que se confiesa admirador ferviente de Mozart, Puccini, Caruso, José Carrera, Nino Bravo y de la cultura italiana, cuyo idioma domina a la perfección.

“Ah, y para nada estoy en contra de la música popular, lo mismo bailo salsa que disfruto de un rap o un reggaetón, o de un bolero, como los que canta mi tío Mario Manuel”.

Jorge Félix nos dice que no sería justo que concluyera la entrevista sin significar el apoyo irrestricto que ha recibido de su familia. “Sobre todo de mi abuelo y mi madre, ellos son mis pilares”.

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