El petate de la trova
12 de mayo de 2014
Audis Vargas, trovador guantanamero, nos habla sobre su particular forma de ver la trova.
Audis Vargas: “Petate” en el argot guantanamero de donde yo vengo, tiene varios significados, puede ser trabajo, si trabajas conmigo estás haciendo un “petate”, un problema puede ser un “petate”, una cosa que lleve muchas explicaciones se puede resumir en un “petate”. Yo lo llevo porque disfruto mucho ser guantanamero, porque me autentica un poquito más. En la trova lo uso porque la trova tiene muchas explicaciones y resumiendo, todo sería el “petate” de la trova.
La trova en Cuba se quiso conceptualizar desde un punto de vista quizá político, quizá romántico y le dieron un objeto social-político demasiado romántico, pero lo que pasa es que el legado de la trova venía desde la vieja trova y la trova intermedia que se hacía desde el piano y que se olvidó. La esencia de la trova es la de transmitir emociones a través de la lírica, el mensaje y la melodía se reparten emociones, energías, cosas que identifican al trovador.
Mucha gente se sube a cantar con guitarra y todo el mundo le llama trovador porque ya está idealizado, pero el trovador no es solamente una persona que suba con una guitarra a cantar lo que salga sino que sube a hacer poesía desde la música, pero a través de esa poesía, quizá no sea una persona muy lírica que no esté hablando con mucha metáfora, pero está llevando mensajes mucho más trascendentales y energía mucho más profunda. Eso sí es un trovador y lleva la trova no sólo en el hecho de ser músico, sino el trovador vive como trovador.
Cuando yo me subo a cantar yo me pierdo, yo me desaparezco, yo sé que estoy cantando, yo sé que estoy tocando, yo sé lo que estoy diciendo, pero más allá de ese hecho, yo me pierdo. Es llegar al escenario y aunque me digan algo, cuando me baje no voy a recordar nada, yo he tratado de explicarlo de muchas formas, pero yo mismo no me lo puedo explicar. Entro en un trance total y estoy disfrutando 100% lo que estoy haciendo y todos los trovadores me lo dicen, excepto ese trovador que es muy técnico, que es muy académico no siente mucho ese pulso, pero el trovador de a pie y el trovador de calle que sale más de los barcitos, de los parques, siente mucho más eso y lleva esas emociones en el pecho más duro que el otro, sinceramente.
La trova en Cuba no va a terminar nunca, nosotros somos la isla de los trovadores. En Guantánamo hubo un boom trovadoresco cuando la vieja trova, Sindo Garay compuso muchas de sus canciones en el río Guaso en Guantánamo y allí estaba Benito Odio que casi no se conocen con sus hermosas canciones, y después con la nueva trova estuvo Topete, José Oliva que se fueron del país y vino Rolando Peña que fue quien me sembró el bichito de la trova, y aunque se sucedieron silencios, siempre surgieron camadas de trovadores en Guantánamo. En Cuba cuando se pensaba que la trova estaba muerta, me recuerda esa frase de “la trova no muere, los trovadores sí” o “la trova no muere, la estamos matando”, no murió y es una muestra de que la trova es perdurable y “evolucionable” porque desde la lírica profunda a la guitarra rebuscada, las pobres melodías o la que se solidificó con el son, la que se “jazzió” , las letras que dejaron de ser tan poéticas para convertirse en más sociales, se perdieron muchos miedos y se revolucionó muc has maneras. La trova va para el futuro y quién sabe si sigue el espiral de la vida y vuelva a ser esa trova rebuscada o una “timba trovera”, o ya hay tendencia de trova con música electrónica que puede ser una evolución o una involución, según quien lo mire y cómo se mire, pero es una variación y ya eso es importante.
Para mí los conceptualizadores de la trova ganan dinero con eso y a veces no saben cómo lo siente un trovador, es poner la trova en una casilla. Aunque coincido con algunos, pero en cada lugar es diferente. A lo mejor llegas a un lugar y ves que los trovadores son quienes amenizan las parrandas y dices eso es música popular, pero a lo mejor llegas a una ciudad y los trovadores andan por ahí cantando en peñas y es música underground, y los ves haciendo cosas con el rapero. En otro lugar los trovadores dicen tantas cosas que pueden ser disidentes, lo politizan. Llegas a la capital y un trovador puede ser un empresario, alguien que lucha la comida diariamente más allá de la composición y está mirando cómo pega un tema, cómo sale 4 veces por televisión. La trova la dejo a la consideración de quien la escuche, lo más importante es hacer canciones, subir al escenario a cantarlas, defenderlas y vivirlas, aunque la mayoría dice que hay dos vertientes: la vertiente rica en “changuintín, putún, patán” para vender y la vertiente para soñar. Yo no pienso cambiar nada en mi trova porque yo busco como muchos trovadores, que de aquí a 100 o 180 años se cante una de mis canciones y eso no te lo da la empresa, eso no te lo da trabajar por dinero.
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12 de mayo de 2014
Audis Vargas, trovador guantanamero, nos habla sobre su particular forma de ver la trova.
Audis Vargas: “Petate” en el argot guantanamero de donde yo vengo, tiene varios significados, puede ser trabajo, si trabajas conmigo estás haciendo un “petate”, un problema puede ser un “petate”, una cosa que lleve muchas explicaciones se puede resumir en un “petate”. Yo lo llevo porque disfruto mucho ser guantanamero, porque me autentica un poquito más. En la trova lo uso porque la trova tiene muchas explicaciones y resumiendo, todo sería el “petate” de la trova.
La trova en Cuba se quiso conceptualizar desde un punto de vista quizá político, quizá romántico y le dieron un objeto social-político demasiado romántico, pero lo que pasa es que el legado de la trova venía desde la vieja trova y la trova intermedia que se hacía desde el piano y que se olvidó. La esencia de la trova es la de transmitir emociones a través de la lírica, el mensaje y la melodía se reparten emociones, energías, cosas que identifican al trovador.
Mucha gente se sube a cantar con guitarra y todo el mundo le llama trovador porque ya está idealizado, pero el trovador no es solamente una persona que suba con una guitarra a cantar lo que salga sino que sube a hacer poesía desde la música, pero a través de esa poesía, quizá no sea una persona muy lírica que no esté hablando con mucha metáfora, pero está llevando mensajes mucho más trascendentales y energía mucho más profunda. Eso sí es un trovador y lleva la trova no sólo en el hecho de ser músico, sino el trovador vive como trovador.
Cuando yo me subo a cantar yo me pierdo, yo me desaparezco, yo sé que estoy cantando, yo sé que estoy tocando, yo sé lo que estoy diciendo, pero más allá de ese hecho, yo me pierdo. Es llegar al escenario y aunque me digan algo, cuando me baje no voy a recordar nada, yo he tratado de explicarlo de muchas formas, pero yo mismo no me lo puedo explicar. Entro en un trance total y estoy disfrutando 100% lo que estoy haciendo y todos los trovadores me lo dicen, excepto ese trovador que es muy técnico, que es muy académico no siente mucho ese pulso, pero el trovador de a pie y el trovador de calle que sale más de los barcitos, de los parques, siente mucho más eso y lleva esas emociones en el pecho más duro que el otro, sinceramente.
La trova en Cuba no va a terminar nunca, nosotros somos la isla de los trovadores. En Guantánamo hubo un boom trovadoresco cuando la vieja trova, Sindo Garay compuso muchas de sus canciones en el río Guaso en Guantánamo y allí estaba Benito Odio que casi no se conocen con sus hermosas canciones, y después con la nueva trova estuvo Topete, José Oliva que se fueron del país y vino Rolando Peña que fue quien me sembró el bichito de la trova, y aunque se sucedieron silencios, siempre surgieron camadas de trovadores en Guantánamo. En Cuba cuando se pensaba que la trova estaba muerta, me recuerda esa frase de “la trova no muere, los trovadores sí” o “la trova no muere, la estamos matando”, no murió y es una muestra de que la trova es perdurable y “evolucionable” porque desde la lírica profunda a la guitarra rebuscada, las pobres melodías o la que se solidificó con el son, la que se “jazzió” , las letras que dejaron de ser tan poéticas para convertirse en más sociales, se perdieron muchos miedos y se revolucionó muc has maneras. La trova va para el futuro y quién sabe si sigue el espiral de la vida y vuelva a ser esa trova rebuscada o una “timba trovera”, o ya hay tendencia de trova con música electrónica que puede ser una evolución o una involución, según quien lo mire y cómo se mire, pero es una variación y ya eso es importante.
Para mí los conceptualizadores de la trova ganan dinero con eso y a veces no saben cómo lo siente un trovador, es poner la trova en una casilla. Aunque coincido con algunos, pero en cada lugar es diferente. A lo mejor llegas a un lugar y ves que los trovadores son quienes amenizan las parrandas y dices eso es música popular, pero a lo mejor llegas a una ciudad y los trovadores andan por ahí cantando en peñas y es música underground, y los ves haciendo cosas con el rapero. En otro lugar los trovadores dicen tantas cosas que pueden ser disidentes, lo politizan. Llegas a la capital y un trovador puede ser un empresario, alguien que lucha la comida diariamente más allá de la composición y está mirando cómo pega un tema, cómo sale 4 veces por televisión. La trova la dejo a la consideración de quien la escuche, lo más importante es hacer canciones, subir al escenario a cantarlas, defenderlas y vivirlas, aunque la mayoría dice que hay dos vertientes: la vertiente rica en “changuintín, putún, patán” para vender y la vertiente para soñar. Yo no pienso cambiar nada en mi trova porque yo busco como muchos trovadores, que de aquí a 100 o 180 años se cante una de mis canciones y eso no te lo da la empresa, eso no te lo da trabajar por dinero.
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