El Limba, la expresión de la nueva escuela



¿Cómo se puede ser laboratorista clínico y rapero? Esto lo sabe Lisvanys Pérez Pérez, mejor conocido por El Limba, que a sus 23 años trabaja para encontrar su espacio en la escena del hip hop cubano contemporáneo.

PMU: ¿Cómo y cuándo comienzas en el rap?

El Limba: Mis primeros contactos con el rap se lo debo a mi tío que hacía algunas cosas con el grupo “Doble Sentido”. Un día me prestó un videotape y me fasciné, en ese momento mi vida cambió, comprendí que quería ser rapero.

Recuerdo que estaba en la Secundaria cuando escribí mis primeras canciones y me presenté en las Casas de Cultura de 10 de octubre y La Palma. Pero es con El Prosa con quien fundo el grupo Mentes Maestras. Logramos grabar un demo que se llamó Mi Música. Pero luego entré al Preuniversitario y después al Servicio Militar, y sólo podíamos trabajar los fines de semana, entonces decidimos seguir trayectorias artísticas diferentes.

PMU: ¿Qué pasó con tu carrera después de esto?

El Limba: En el año 2011 recomencé mi trabajo con Pa los que no me conocen, un disco que hizo resurgir mi carrera con un poco más de profesionalidad y una perspectiva más personal de la música. En el 2012 grabé el CD Limba, donde madura un poco mi estilo de composición y mi manera de rapear. Con mi tercer disco Volví (2013), me encuentro definitivamente como artista. Ahora trabajo en mi próxima producción musical que por el momento no tiene nombre, pero la música la hace el Mene Urbano y L257.

PMU: ¿Cuáles han sido los referentes musicales que han influido en la evolución de tu trabajo como artista?

El Limba: Creo que tengo muchas influencias, me gusta el jazz y la trova, pero no puedo dejar de mencionar a raperos como Nas Scracht, Basta Rimes, Ludacris, y además soy fanático de VicoC.

PMU: ¿Por qué El Limba? ¿Tiene algún significado especial?

El Limba: Surge a partir de mi nombre. El Prosa en la Secundaria me decía Lisba, cortando un poco mi nombre. Con el tiempo la pronunciación fue cambiando hasta que se quedó en Limba. En el momento en que buscaba un nombre artístico, ninguno me convencía, ni siquiera el que hoy llevo, pero todo el mundo me conoce en el barrio por Limba y tal vez por cansancio decidí adoptarlo como nombre artístico. Sólo me conocen como Lisbanys en el trabajo. Hasta mi mamá me dice Limba.

PMU: ¿Cómo acoge tu familia la decisión de convertirte en rapero?

El Limba: Al principio mi papá no quería, aun sabiendo que uno de sus hermanos era rapero y otro era B-Boy. Me presionaba para que saliera de ese mundo. Decía que el rap estaba influyendo en los resultados de mi escuela. Recuerdo que luego de una reunión de padres en la que le hablaron mal de mí, me mandó a cortar el pelo como castigo y ya llevaba 6 meses dejándomelo crecer. Pero luego se fue acostumbrando cuando se dio cuenta que me gustaba y que cada día me lo tomaba más en serio. Hoy lo acepta. Mi mamá me entiende, reconoce mis esfuerzos y me soporta cuando ensayo. Hasta baila con algunas de mis canciones. Pero la verdad, ellos piensan que debería hacer otro tipo de música mejor remunerada.

PMU: ¿Cómo relacionas tu trabajo como laboratorista clínico con el hecho de ser artista?

El Limba: Es difícil, el trabajo a veces me dificulta participar en algunos eventos, pero trato de aprovechar todo el tiempo libre que me deja. La música siempre va conmigo y ensayo en cualquier espacio, además de que siempre estoy escribiendo. Algunos dicen que estoy loco, pero trato de llevar las dos cosas.

Creo que no haber dejado los estudios y alcanzar una profesión fue importante. Algunas personas tienen una imagen marginal de la música que hago, asociada a la violencia o a una manera específica de vestir. Pero para ser rapero simplemente tienes que sentir el rap y que te guste. No dejo de ser rapero por tener una profesión y al rap le debo un cambio en mi vida que justamente me hizo terminar la carrera.

La travesía al éxito es difícil y EL Limba lo sabe. Hoy agradece a PMU por la posibilidad de su primera entrevista. Tiene fe en lo que profesa y cree que hay muchos puntos en común entre sus motivaciones para rapear y la vida cotidiana de cualquier cubano. Por eso no aspira a la fama, sólo reclama un reconocimiento y que la gente haga suyo aquello que lo acompaña en cada minuto de su existencia: su música.

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