Amparador de almas jóvenes y musicales



No siempre se puede llegar lejos cuando se anda solo y sin experiencia. Sobre todo en el mundo del arte donde hay que sobrevivir a las decepciones, los desesperos, las novatadas y otras tantas sensaciones nada placenteras, y donde se logra avanzar con mejor suerte si se tiene guía que encamine el talento. Aunque ¡claro!... para los músicos nunca va a ser suficiente mientras no alcancen la productora adecuada.

Afortunadamente los que se inician en esa empresa en Las Tunas, todavía encuentran algunos buenos refugios en artistas excepcionales. El trovador Freddy Laffita es uno de ellos.

Freddy llegó a Las Tunas en noviembre de 1996 entre cartuchos y cajas que viajaban sobre un camión. Creyó que era un buen lugar para tener un escenario dado su decidida vocación por la música. “Una ciudad ideal para levantar cabeza que por demás, tiene tradición musical y de los mejores músicos de Cuba”.

Muchos más años después es innegable el aporte que hace cotidianamente este “señor trovador” a la vida cultural tunera y bastante más aún, a los jóvenes que lo necesitan para crecer. Los invita a que se acerquen, dice que no es algo organizado o previsto, pero lo buscan y él da todos los accesos a sus conocimientos. Aunque confiesa Freddy que también él sale a buscar a estos chicos tan llenos de decisión a entregarse a los placeres y sinsabores de la vida de músico, igual como él era un tiempo atrás.

Una de las formas que encuentra para fortalecerlos es invitándolos a los conciertos que él organiza para interpretar temas juntos cuando son vocalistas, o se hace acompañar dentro de su grupo por intérpretes de instrumentos. Confiesa que en realidad trata de encontrar a aquellos muchachos que no tienen vicios aún en su trabajo y con ellos establecer buenas relaciones.

Así ha llegado hasta él, durante un largo periodo, lo más preciado del talento joven local tunero. Más de dos décadas en las que junto a él se han consolidado artistas de la trova y otros géneros, luchando contra los demonios que se enfrentan en la industria musical, creando y trabajando con el mínimo de recursos y defendiendo a toda costa sus obras. Hoy se ve el resultado de las enseñanzas de Freddy en Iraida Williams, Iván Martí, Carlos Dragoní, los grupos Kereya (con Omar Sicilia al frente) y Luna, David Álvarez, entre otros. Ellos se han convertido en sus pupilos o cómplices, le dicen “padre” y aunque él no se considera tanto, en cada uno está la “huella Laffita”.

Las otras improntas de Freddy están en el público que lo adoptó en el Balcón del Oriente cubano y en el Centro Pablo, de La Habana, donde sus presentaciones en el espacio A Guitarra Limpia han sido también muy bien aclamadas.

Al conversar con él repara además, que Cuba muestra un lógico interés en que la juventud asuma el protagonismo en todos los escenarios de nuestra sociedad. “Creo que para mantener los buenos valores de nuestra música tenemos potencial en nuestro patio. Adoramos el recuerdo del tiempo cuando jovencito de mi generación en el arte, pero tenemos que acoger lo bueno de nuestro presente y mejorarlo”, afirma.

“Y en cuanto al rumbo de los trovadores nacientes, a los músicos en general, los más jóvenes considero que se han alejado mucho de la tradición. Pienso que necesitan escuchar más de los años 40 y 50, cubana específicamente, algo como Barbarito Diez, la orquesta Aragón”.

Todavía hoy Freddy no piensa abandonar Las Tunas. Está haciendo de su arte, patrimonio de este lugar. Y de todas las oportunidades que le sigue ofreciendo la vida prefiere continuar abrazando la dicha de apadrinar a esas almas jóvenes que buscan enrumbarse en el camino de la creación musical y por afortunado azar llegan hasta él.

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.