El Negro Y El Flaco, dos raperos de la calle



Los raperos nacieron en las calles del Bronx de Nueva York e intentaban decir sus verdades, su dolor, su tragedia. Los raperos cubanos tuvieron un inicio muy parecido, cantaban y cantan en las calles del reparto-dormitorio de Alamar, en las calles de La Habana Vieja, en cuanto lugar puedan descargar sus ideas musicales.

Caminando por las calles de la capital cubana me encuentro con un dúo que se hace llamar Black Compacto y El Flaco.

Black Compacto se llama realmente Vladimir Delgado y tiene 41 años, y El Flaco se llama César Pérez, de 23 años. Los dos tienen una “pinta” bien callejera, El Flaco con un pantalón cortado y “ripiado”, y el Black con su gorrita de la bandera inglesa, muy de moda por estos días en La Habana (¿Invasión de los ingleses en La Habana nuevamente?)

“La zona donde vivimos –me dicen los raperos- llamada 10 de Octubre, es el municipio más grande de la capital. Abarca lo que es La Víbora, Santo Suárez y la Calzada de Jesús del Monte que ya no es la misma que la de aquel poema de Eliseo Diego. En toda esta área se han formado espacios marginales de donde salen estos raperos desperdigados y abandonados a su suerte”.

El Black es conocido a través de un vídeo de X Alfonso, llamado “La vida es un dominó” que causó enorme impacto en los medios raperos. “X Alfonso me encontró en un solar marginal, de esos que siempre busca para hacer sus videos”. También aparece en la película “Una noche”, “pero todo eso es figura’o, es polvo en el viento. La realidad es más fuerte que esas cosas que he hecho en vídeos y películas, la película más dura está en el pan que tengo que buscar cada día, ahí está la vaina”.

El dúo dispara frases que se incrustan en la mente de la gente, dicen cosas duras y reales, sinceras y sentidas.

Llevan siete años cantando, diciendo canciones, improvisando temas diversos como una paleta de pintor. “Tocamos los temas más candentes –me dice ahora El Flaco-, siempre hay algo que decir en las sociedades luchadoras, en los momentos difíciles donde nada es fácil. Todo tenemos que pelearlo duro en esta etapa difícil que nos tocó vivir”.

Constantemente una chica policía se acerca a la pareja para advertirles que deben “circular”, dar vueltas y no hacer tertulias para que no le pongan “mala” la calle. Ellos le “juegan cabeza” a la chica policía, caminan de prisa, rapean aquí y allá, van de un lado a otro buscando quién les ofrezca alguna moneda o un simple traguito de ron, porque se adormecen con un poco de alcohol.

Después de verlos en varios escenarios de la calle, me fijé que tienen un público que les hace el ruedo porque les hablan de temas que a la gente le interesa, temas crudos, bien complicados.

Así van el Black y el Flaco por la calle, y uno se los encuentra como a tantos otros que van haciendo su arte de la calle, ese arte del cual aprendió el gran Benny Moré. Pero hay que seguirlos y tomarlos en cuenta porque uno no sabe dónde va a aparecer un artista nuevo, otro grupo como Orishas a quienes recuerdo conocí en una descarga familiar donde no les hice el menor caso porque en aquella época estaba de moda la “salsa bonita”. Al cabo de un tiempo, Orishas se disparó con su fama en la popularidad internacional, porque ya lo dijeron los griegos de la antigüedad: “lo que comienza como algo intrascendente, con el paso del tiempo puede convertirse en algo espectacular”.

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