DonWua: escultor y rapero
16 de junio de 2014
Nunca es tarde si la dicha es buena, reza un conocido refrán popular que le viene como anillo al dedo a las peripecias artísticas de la vida de Bromier Guerra Kin, más conocido en el ámbito de la música underground cubana actual como Don Guajiro o DonWua.
Algunos lo catalogan como un excéntrico por su forma de vestir y de expresarse, pero cuando se familiarizan con las cosas que hace, de inmediato cambian de opinión y no se explican cómo alguien con apariencia tan banal y frívola puede recoger en pocos versos tanto sentimiento.
Don Guajiro, sin embargo, llegó a la música mucho después de lo que habitualmente lo hacen la mayoría de las personas. Desde muy pequeño siempre se inclinó por las artes plásticas y a la edad de doce años se dejó seducir por la escultura, una pasión que afirma, lo acompañará para toda la vida. Paradójicamente, no tiene ninguna formación académica, pues tuvo que abandonar los estudios para ayudar a su madre a buscar el sustento de una numerosa familia en medio de los prejuicios y los peligros que trae consigo crecer en uno de los barrios marginales del habanero municipio de San Miguel del Padrón.
El arte naif y la talla en madera lo convirtieron en una figura conocida dentro del mundo del comercio subterráneo de esos objetos de arte, hasta que un buen día aceptó una vieja guitarra de cajón en pago por uno de sus trabajos. En ese momento, dice, su vida cambió para siempre.
De oídos empezó a rasgar las primeras notas y luego improvisaba tonadas en las esquinas junto a los jugadores de dominó, hecho que desde entonces le ganó el apelativo de DonWua. A los 24 años de edad decidió acompañar a un amigo hasta el lugar donde se realizaban las audiciones para escoger a los cantantes de la orquesta de Odelkis Revé y echó en su bolsillo dos canciones escritas en el envoltorio de las cajetillas de cigarros que desechaban sus amigos en las juergas callejeras. El final de la historia fue que entre más de una veintena de aspirantes lo escogieron a él y Odelkis de inmediato comenzó el montaje con la orquesta de varias de las creaciones de DonWua. Pero su paso por esa agrupación fue efímero a pesar del éxito alcanzado por sus canciones y del apoyo del director, cayó en manos de la burocracia artística y de la noche a la mañana se vio en la calle sin empleo, sólo porque no era graduado de ninguna institución estatal de la enseñanza artística.
El mundo se le vino abajo y se volvió a refugiar en la escultura, pero el amor por la música era ya más fuerte y decidió emprender carrera en solitario, y al margen del sistema empresarial de la cultura. La decisión le acarreó muchos sinsabores hasta que un buen día conoció en el Malecón habanero a unos músicos italianos que se encontraban de visita en La Habana. Ese fue uno de sus primeros encuentros con el hip hop y desde entonces no ha cesado de colaborar con ellos y de labrarse un lugar en el movimiento underground cubano.
Frutos de esos esfuerzos son los discos Elegguatón y De mi pa' trá, producciones independientes no muy conocidas en Cuba, pero que tuvieron buena aceptación del público en ciudades italianas como Génova y Nápoles.
“Me siento muy cómodo haciendo rap -afirma DonWua- sobre todo cuando lo hago con gente como La Fina que me enseñó cómo vivirlo, hacerlo y disfrutarlo. Sin embargo, es increíble que mis temas sean más conocidos fuera de Cuba, pero no dejo de luchar porque los raperos tengan el lugar que merecen dentro de la difusión musical en la Isla”.
“Ahora mismo, estoy preparando el vídeo clip de una de las canciones de mi primer disco -dice mientras frunce el ceño-, con un poco de suerte espero que se pueda poner en el programa de televisión Cuerda Viva y contribuir a abrirle un poco el camino a los demás”.
Lleno de aspiraciones y sueños, DonWua se aleja luego de un efusivo abrazo, llevando en sus manos como siempre, un pedazo de papel viejo y arrugado, en el que escribe versos que mañana serán una canción, mientras los cincela y pule como la mejor de sus obras.
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16 de junio de 2014
Nunca es tarde si la dicha es buena, reza un conocido refrán popular que le viene como anillo al dedo a las peripecias artísticas de la vida de Bromier Guerra Kin, más conocido en el ámbito de la música underground cubana actual como Don Guajiro o DonWua.
Algunos lo catalogan como un excéntrico por su forma de vestir y de expresarse, pero cuando se familiarizan con las cosas que hace, de inmediato cambian de opinión y no se explican cómo alguien con apariencia tan banal y frívola puede recoger en pocos versos tanto sentimiento.
Don Guajiro, sin embargo, llegó a la música mucho después de lo que habitualmente lo hacen la mayoría de las personas. Desde muy pequeño siempre se inclinó por las artes plásticas y a la edad de doce años se dejó seducir por la escultura, una pasión que afirma, lo acompañará para toda la vida. Paradójicamente, no tiene ninguna formación académica, pues tuvo que abandonar los estudios para ayudar a su madre a buscar el sustento de una numerosa familia en medio de los prejuicios y los peligros que trae consigo crecer en uno de los barrios marginales del habanero municipio de San Miguel del Padrón.
El arte naif y la talla en madera lo convirtieron en una figura conocida dentro del mundo del comercio subterráneo de esos objetos de arte, hasta que un buen día aceptó una vieja guitarra de cajón en pago por uno de sus trabajos. En ese momento, dice, su vida cambió para siempre.
De oídos empezó a rasgar las primeras notas y luego improvisaba tonadas en las esquinas junto a los jugadores de dominó, hecho que desde entonces le ganó el apelativo de DonWua. A los 24 años de edad decidió acompañar a un amigo hasta el lugar donde se realizaban las audiciones para escoger a los cantantes de la orquesta de Odelkis Revé y echó en su bolsillo dos canciones escritas en el envoltorio de las cajetillas de cigarros que desechaban sus amigos en las juergas callejeras. El final de la historia fue que entre más de una veintena de aspirantes lo escogieron a él y Odelkis de inmediato comenzó el montaje con la orquesta de varias de las creaciones de DonWua. Pero su paso por esa agrupación fue efímero a pesar del éxito alcanzado por sus canciones y del apoyo del director, cayó en manos de la burocracia artística y de la noche a la mañana se vio en la calle sin empleo, sólo porque no era graduado de ninguna institución estatal de la enseñanza artística.
El mundo se le vino abajo y se volvió a refugiar en la escultura, pero el amor por la música era ya más fuerte y decidió emprender carrera en solitario, y al margen del sistema empresarial de la cultura. La decisión le acarreó muchos sinsabores hasta que un buen día conoció en el Malecón habanero a unos músicos italianos que se encontraban de visita en La Habana. Ese fue uno de sus primeros encuentros con el hip hop y desde entonces no ha cesado de colaborar con ellos y de labrarse un lugar en el movimiento underground cubano.
Frutos de esos esfuerzos son los discos Elegguatón y De mi pa' trá, producciones independientes no muy conocidas en Cuba, pero que tuvieron buena aceptación del público en ciudades italianas como Génova y Nápoles.
“Me siento muy cómodo haciendo rap -afirma DonWua- sobre todo cuando lo hago con gente como La Fina que me enseñó cómo vivirlo, hacerlo y disfrutarlo. Sin embargo, es increíble que mis temas sean más conocidos fuera de Cuba, pero no dejo de luchar porque los raperos tengan el lugar que merecen dentro de la difusión musical en la Isla”.
“Ahora mismo, estoy preparando el vídeo clip de una de las canciones de mi primer disco -dice mientras frunce el ceño-, con un poco de suerte espero que se pueda poner en el programa de televisión Cuerda Viva y contribuir a abrirle un poco el camino a los demás”.
Lleno de aspiraciones y sueños, DonWua se aleja luego de un efusivo abrazo, llevando en sus manos como siempre, un pedazo de papel viejo y arrugado, en el que escribe versos que mañana serán una canción, mientras los cincela y pule como la mejor de sus obras.
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