Los Invitados de todos
23 de junio de 2014
Dos ingenieros en Telecomunicaciones y un estudiante a punto de graduarse de la misma especialidad, se dieron cuenta que los artilugios propios de su profesión no siempre garantizan el entendimiento entre las personas y decidieron apostar por la música como vehículo para mantener un contacto más directo y universal con la gente.
Los tres se conocieron en las aulas universitarias y comenzaron a compartir su pasión por la música, pero tuvieron que esperar a que Jorge Herrera Franklin y David Pérez Llera concluyeran los estudios para con sus ingresos personales y las habilidades técnicas y manuales de René López Rodríguez quien se prepara para graduarse, fabricar sus propios instrumentos. “Fue un proceso casi milagroso, -dice Jorge- durante un tiempo parecíamos más basureros que cualquier otra cosa, pues encontramos las partes y las piezas que nos hacían falta en los lugares y con las personas más inimaginables”.
“Al final no lo podíamos creer -agrega David- pero logramos construir una batería, un bajo y una guitarra casi artesanales que suenan como si fueran nuevas y de las mejores marcas del mercado. El esfuerzo valió la pena”. Ese proceso duró casi un año y cuando pudieron obtener las primeras notas, de inmediato entregaron todo su tiempo libre a esa pasión que se llama música, veleidosa amante que exigió de ellos esfuerzos adicionales, pero sobre todo mucha entrega y dedicación.
Lo que sí tenían claro este trío de amigos es que cualquiera que fuera el camino y los sacrificios, ellos se dedicarían a hacer rock, aunque como buenos cubanos admitirían alguna que otra mezcla en ese ajiaco musical indefinido que la modernidad ha dado en llamar fusión.
Primero, crearon un pequeño repertorio de temas nacionales y extranjeros, y cuando se sintieron seguros de lo que hacían se aventuraron en la composición y hasta el momento cuentan con cuatro temas propios, entre los que destaca “La Antártica” y “De-Generación”. Poco tiempo después lograron grabarlos en un estudio independiente y realizaron un demo que circuló con extrema rapidez entre los amantes del género, sobre todo en la capital. El éxito de esas canciones hizo que los miembros de muchas agrupaciones establecidas quisieran conocerlos y eso les abrió las puertas a algunos conciertos y presentaciones.
La incipiente carrera artística de estos ingenieros los puso a las puertas de su primer gran reto: dar un concierto en solitario. Sin embargo, eso les creó un problema mayor, no tenían nombre propio con el cual identificarse.
“Cuando empezamos a preparar el miniconcierto enfrentamos el tema de la promoción y nos dimos cuenta de que hasta ese momento no habíamos pensado en cómo identificarnos”, rememora René. “Encontrar un nombre para bautizarnos como agrupación fue mucho más difícil de lo que jamás pensamos, se nos ocurrieron muchos, pero ninguno nos gustaba”.
“Fue Jorgito -concluye- quien con la jocosidad que lo caracteriza dijo que deberíamos llamarnos Los Invitados porque hasta ese momento sólo habíamos pisado los escenarios gracias a las invitaciones que nos cursaron otras bandas ya consagradas. A todos nos pareció bien y lo adoptamos desde ese momento, quizás no sea todo lo artístico que se pudiera desear, pero nos conviene y nos resolvió un gran problema. Ahora siempre somos Los Invitados de todos”.
Jorge, David y René estrenaron nombre y repertorio en las instalaciones de la Casa de la Cultura de Plaza, y esa noche varias decenas de jóvenes disfrutaron de su música durante algo más de una hora. Después de la presentación, Los Invitados dijeron sentirse satisfechos pero no dejaron morir el bichito de la inconformidad que cual conciencia crítica los impulsa a ir por más.
Ahora tienen puesta la mira en montar los temas que les faltan para grabar su primer disco e intentar acceder a algún programa radial o televisivo, aunque tengan que inventar su propia emisora. Además de continuar con los conciertos y participar en algunos de los festivales alternativos de rock que tienen lugar en las provincias del país para también darse a conocer en esos territorios.
Pero todo eso será después que René finalmente se reciba como ingeniero, entonces estos tres profesionales y músicos autodidactas, tendrán ante si el mayor reto de sus vidas: continuar simultaneando ambas profesiones o dedicarse por entero al rock.
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23 de junio de 2014
Dos ingenieros en Telecomunicaciones y un estudiante a punto de graduarse de la misma especialidad, se dieron cuenta que los artilugios propios de su profesión no siempre garantizan el entendimiento entre las personas y decidieron apostar por la música como vehículo para mantener un contacto más directo y universal con la gente.
Los tres se conocieron en las aulas universitarias y comenzaron a compartir su pasión por la música, pero tuvieron que esperar a que Jorge Herrera Franklin y David Pérez Llera concluyeran los estudios para con sus ingresos personales y las habilidades técnicas y manuales de René López Rodríguez quien se prepara para graduarse, fabricar sus propios instrumentos. “Fue un proceso casi milagroso, -dice Jorge- durante un tiempo parecíamos más basureros que cualquier otra cosa, pues encontramos las partes y las piezas que nos hacían falta en los lugares y con las personas más inimaginables”.
“Al final no lo podíamos creer -agrega David- pero logramos construir una batería, un bajo y una guitarra casi artesanales que suenan como si fueran nuevas y de las mejores marcas del mercado. El esfuerzo valió la pena”. Ese proceso duró casi un año y cuando pudieron obtener las primeras notas, de inmediato entregaron todo su tiempo libre a esa pasión que se llama música, veleidosa amante que exigió de ellos esfuerzos adicionales, pero sobre todo mucha entrega y dedicación.
Lo que sí tenían claro este trío de amigos es que cualquiera que fuera el camino y los sacrificios, ellos se dedicarían a hacer rock, aunque como buenos cubanos admitirían alguna que otra mezcla en ese ajiaco musical indefinido que la modernidad ha dado en llamar fusión.
Primero, crearon un pequeño repertorio de temas nacionales y extranjeros, y cuando se sintieron seguros de lo que hacían se aventuraron en la composición y hasta el momento cuentan con cuatro temas propios, entre los que destaca “La Antártica” y “De-Generación”. Poco tiempo después lograron grabarlos en un estudio independiente y realizaron un demo que circuló con extrema rapidez entre los amantes del género, sobre todo en la capital. El éxito de esas canciones hizo que los miembros de muchas agrupaciones establecidas quisieran conocerlos y eso les abrió las puertas a algunos conciertos y presentaciones.
La incipiente carrera artística de estos ingenieros los puso a las puertas de su primer gran reto: dar un concierto en solitario. Sin embargo, eso les creó un problema mayor, no tenían nombre propio con el cual identificarse.
“Cuando empezamos a preparar el miniconcierto enfrentamos el tema de la promoción y nos dimos cuenta de que hasta ese momento no habíamos pensado en cómo identificarnos”, rememora René. “Encontrar un nombre para bautizarnos como agrupación fue mucho más difícil de lo que jamás pensamos, se nos ocurrieron muchos, pero ninguno nos gustaba”.
“Fue Jorgito -concluye- quien con la jocosidad que lo caracteriza dijo que deberíamos llamarnos Los Invitados porque hasta ese momento sólo habíamos pisado los escenarios gracias a las invitaciones que nos cursaron otras bandas ya consagradas. A todos nos pareció bien y lo adoptamos desde ese momento, quizás no sea todo lo artístico que se pudiera desear, pero nos conviene y nos resolvió un gran problema. Ahora siempre somos Los Invitados de todos”.
Jorge, David y René estrenaron nombre y repertorio en las instalaciones de la Casa de la Cultura de Plaza, y esa noche varias decenas de jóvenes disfrutaron de su música durante algo más de una hora. Después de la presentación, Los Invitados dijeron sentirse satisfechos pero no dejaron morir el bichito de la inconformidad que cual conciencia crítica los impulsa a ir por más.
Ahora tienen puesta la mira en montar los temas que les faltan para grabar su primer disco e intentar acceder a algún programa radial o televisivo, aunque tengan que inventar su propia emisora. Además de continuar con los conciertos y participar en algunos de los festivales alternativos de rock que tienen lugar en las provincias del país para también darse a conocer en esos territorios.
Pero todo eso será después que René finalmente se reciba como ingeniero, entonces estos tres profesionales y músicos autodidactas, tendrán ante si el mayor reto de sus vidas: continuar simultaneando ambas profesiones o dedicarse por entero al rock.
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