Ánima Mundi con buenos recuerdos y buenas nuevas



Los 60 y 70 fueron el desborde para el rock mundial, en tanto Cuba defendía una utopía social con puño de acero donde “toda” (no importaba el tema) la música en inglés era enemiga, las guitarras eléctricas fueron silenciadas y el pelo largo era una rebeldía no necesaria ya. La sociedad a que se aspiraba era de todos los cubanos, por lo tanto no había nada por qué protestar, nada qué pedir, ninguna discordancia que revolviera el orden proletario del pueblo uniformado, igualitario, disciplinado.

El rock se colaba por emisoras de frecuencia modulada (FM) o escasos long plays traídos por algún diplomático joven, pero no bastaba para que la producción de rock and roll cubano fuera sustancial. Sin embargo, había mucho que gritar, mucho que llorar y cada año, cada década, empujaba hacia un rock nuestro.

Los noventa llegaron con derrumbes y terribles revelaciones, los valores se estremecieron, se trastocaron, la confusión nos dio unos 90 nuestros con el rock and roll y todos sus hermanos de actitud. Época reluciente para el género, los estilos ganaron en diversidad. Si rica era la década para el florecimiento del rock, mala y precaria era para las personas, la emigración fue arrebatando del país a los músicos, las bandas se desintegraron, el público también alzó el vuelo, no se armaban nuevos grupos y para tocar quedaban escasos espacios al aire libre. El único estilo sobreviviente fue el metal que continuó pujando por un espacio representado por muy pocos grupos.

La primera década del siglo XXI ha devuelto diversidad al panorama rockero y ninguna duda de la calidad y obligada atención que se le debe al rock nacional. El metal, rock sinfónico, punk, el funky y el hard rock son ahora el panorama sonoro de rock and roll cubano, creciente, maduro, auténtico.

Pioneros y sin dudas, excelentes embajadores cubanos del rock progresivo, son los Ánima Mundi que el sábado 6 de junio estuvieron en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes con José Manuel Domínguez (Manolo) en la batería; Virginia Peraza haciendo un impresionante trabajo con los teclados y sintetizadores; Yarosky en el bajo; Enmanuel Bustos haciendo a la vez de vocal, percusión menor, misceláneas y guitarra acústica; y Roberto Díaz, director y guitarra eléctrica (tres de ellas con sus tres timbres); y por supuesto no podía faltar un invitado: Alexander Suarez tocando la gaita. Sumergirse en ese espacio sonoro creado de efectos y altos requerimientos melódicos fue la común intención de los allí reunidos.

El concierto fue un regalo para quienes ya pueden mostrar sus preferencias por la música psicodélica. Ánima Mundi presentaba su último disco The Lamplighter (tal vez recordando al del Pequeño Príncipe), a la vez que traía lo más familiar de The Way y Septentrión, por sólo mencionar alguno de sus anteriores discos. No podemos dejar de acentuar los temas “La montaña del vigía”, “Arthur” de Ray Wayman o el tema de Historia del Cine, como es conocido por la mayoría de los cubanos por haber sido el tema de presentación de este conocido programa de televisión cubano. Igualmente, “The dream child behind the mask”, una revelación del último disco junto a “The return”, para terminar en tono de Re con “Cosmic Man”, entre sus canciones más solicitadas y justo antes de la aclamación del público de: “¡otra!, ¡otra!”, que llamó un tema de Pink Floyd del The Wall.

Los agradecimientos no faltaron para los familiares presentes y María Gattorno, la misma del antiguo Patio de María, iniciativa independiente que luchó por mantener vivo la sonoridad del rock en los años más difíciles, en aquella noche donde quienes apoyamos la música underground o estamos en pos de diversificar las propuestas culturales, estuvimos junto a Ánima Mundi.

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Comentarios   Dejar un comentario
pepe
23 de junio, 2014 10:08 am (GMT-5:00)
estos no son underground hasta han grabado discos con empresas extrangeras y disqueras del gobierno