En pueblo chiquito, talento grande



Silencio. Todos en puntillas, toman sus posiciones. Los padres de Jorge cumplen 30 años de casados y la familia se ha puesto de acuerdo para celebrarlo con una serenata. Son una tradicional familia de los campos de Cuba, residentes de un pueblecito de Ciego de Ávila llamado Chambas, pero cuentan con un don esparcido por la sangre a todos: la música. Principalmente la guitarra les acelera los sentidos, dándole un cosquilleo en los dedos si no tocan sus cuerdas.

Es el caso de aquel joven castaño de ojos claros que inicia las tonadas esta noche especial, quien además cuenta con la dicha de cantar en el aniversario 30 de sus padres, 30 también es la edad de Jorge Pérez, un chico sentimental en sus relaciones, con una sonrisa que encandila la vista, muy trabajador, condicionado por la vida en el campo en todas las facetas de su vida. Aparte de músico, es un joven normal, cariñoso, que gusta como buen cubano de las fiestas y la pelota, sobre todo por el mediodía, si es con una tacita de café.

La familia es numerosa, tíos, hermanos, sobrinos, todos unidos por los acordes de la guitarra. “Esto de que todos en la casa toquen influyó mucho en que yo lo hiciera, desde muy pequeño, a los 8 años, pero lo que se dice tocar bien, desde los 13”, y su voz revela cierta frustración al recordar lo empírico de sus estudios, ya que el vivir en un pueblo tan chiquito y alejado de la civilización, le ha impedido estudiar de forma profesional su instrumento, parte importante como dice, de su cuerpo. Pero se repone y agradece bajito sus raíces, y las agradece también cuando toca.

“Me gusta mucho todo tipo de música, pero soy campesino y esta música es la que más profundo ha calado en mí”, y continua describiendo con ojos relampagueantes, los distintos guateques que se forman casi a diario en su barrio.

En su pueblo, Jorge ha encontrado la paz necesaria para desarrollar su estilo como solista, aunque confiesa le gustaría tocar en grupo para no sentirse tan solo. Por suerte la simpatía que despierta este muchacho hace que sea aceptado con prolongados aplausos cuando lo invitan a sus actividades y de esta forma ayuda a sus presentaciones. “Sin embargo, los momentos que más disfruto es cuando nos reunimos 3 o 4 chicos de aquí, músicos también, y compartimos y tocamos juntos, incluso hacemos controversias, así practicamos y sobre todo, nos divertimos”.

“La serenata en el aniversario de mis padres fue un momento muy importante para mí, aparte de emotivo, es la primera vez que vi lágrimas en los ojos de mis padres, lágrimas de felicidad y reconocimiento, y esto me ha marcado porque es trascendental para mí que ellos reconozcan mi esfuerzo en la guitarra, a pesar de no tener estudios en una escuela, principal tropiezo en mi carrera artística. Creo que mi reto fundamental ahora mismo es terminar alguno de mis propios temas y seguir adelante para continuar con el ejemplo de mi padre y la vocación de mi familia”.

Por supuesto, el camino de este joven encontrará muchos obstáculos, sobre todo viviendo en un pueblo pequeño y apartado, sin embargo los habitantes de Chamba deben estar orgullosos de tanta calidad y cualidad que resalta en Jorge, amante confeso de la música campesina y del pueblo que lo alaba, aplaude y reconoce.

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