Lo marginal y lo underground
14 de julio de 2014
El artista joven, luego de definir el área donde centrará sus conocimientos artísticos y estilísticos, empieza a formar parte de una comunidad donde conocerá de los placeres y sinsabores de participar en proyectos colectivos. Es a partir de ese momento que irá probando suerte en sus incursiones e igualmente se enfrentará al ogro filantrópico que se disfraza de concursos y premios para estimular la creatividad de los jóvenes.
En esa etapa, el artista en ciernes empezará a tomar sus decisiones sobre el camino a seguir. Si decide que participará en concursos y premios, estará aceptando de facto, las reglas del sistema cultural a escala mundial para su estímulo. Si se niega a participar, habrá iniciado la marcha hacia la alternancia en su accionar artístico.
En la mayoría de los casos, el joven artista se convierte en una suerte de artista alternativo siendo un individuo encaminado con valentía hacia testamentos contestatarios, tratando de no caer en trampas de lo fácil en la creación artística-literaria. Es este el joven que elabora un discurso cultural genuino y a la vez contrapuesto a cánones preconcebidos por la generación precedente, a fin de no menoscabar su oficio y propuesta. Cultivándose, logrando reforzar su hacer artístico, estableciendo alianzas en esa comunidad creativa que nosotros llamamos sección, para lograr una integración con los movimientos que tienen bases y propuestas interesantes, alejándose de otras propuestas que no tienen principios ni conceptos estéticos acordes con sus intereses. Todo esto le da como resultado al joven artista alternativo, una obra vigorosa, con oficio y sobre todo, con calidad a fin de negociar lo que tenga que negociar, con tal de fortalecer su obra y discurso como artista.
Pero ¿qué pasa cuando el joven no tiene la posibilidad de promover su obra? ¿Es considerada su obra marginal? ¿Por ser marginal es underground? ¿Por ser underground es un marginal? Existe una extraña relación conceptual entre lo underground y lo marginal. Estos fenómenos socioculturales coexisten en una misma sociedad y aunque no tienen una relación directa entre si, la misma sociedad los considera una dicotomía del momento en el que coinciden.
En general, los artistas underground, sobre todo del medio musical, manifiestan una tendencia a insertarse en actividades “marginales”. Diversos estudios parecen refutar esta sentencia al aportar varios elementos que por lo menos, nos hacen más complejo el panorama y niegan una interpretación lineal del proceso de incorporación de los artistas underground a la sociedad urbana.
Todo esto nos lleva a un planteamiento de lo contradictorio con relación a lo que se ha formulado en relación a lo marginal y lo underground, haciendo descansar buena parte de su explicación en los factores psicológicos. En cualquier caso, directa o indirectamente, el nivel psicológico está implicado y el modo en que son afectadas las actitudes individuales de los artistas, condiciona precisamente no sólo su forma de interactuar con la sociedad, sino la forma de crear su obra artística, el carácter de la misma y el comportamiento ulterior del artista en la sociedad recipiente.
Por suerte, el artista underground como ente creador desconocido o más bien, irrepresentado por su forma contestataria de crear, genera un público no sólo ávido de un arte inteligente, sino conocedor de la calidad de lo que el artista pretende expresar, y a veces se identifica con este artista y su obra.
Lo importante en todo caso, es subrayar una conclusión evidente: en la búsqueda de un arte renovador y conceptualmente “adelantado” a su época, el artista underground crea espacios y se convierte en una preeminencia conceptual para explicar los determinantes del fenómeno sociocultural que a veces llamamos “marginal”. Por el mero hecho de desconocerlo, aún así logra ese impacto que artistas convencionales e incluso hegemónicos, no logran, por lo que su impacto de carácter social logra, parcelando el esfuerzo interpretativo y soslayando, frecuentemente, la complejidad de un problema de múltiples raíces y diferencias históricas y generacionales.
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14 de julio de 2014
El artista joven, luego de definir el área donde centrará sus conocimientos artísticos y estilísticos, empieza a formar parte de una comunidad donde conocerá de los placeres y sinsabores de participar en proyectos colectivos. Es a partir de ese momento que irá probando suerte en sus incursiones e igualmente se enfrentará al ogro filantrópico que se disfraza de concursos y premios para estimular la creatividad de los jóvenes.
En esa etapa, el artista en ciernes empezará a tomar sus decisiones sobre el camino a seguir. Si decide que participará en concursos y premios, estará aceptando de facto, las reglas del sistema cultural a escala mundial para su estímulo. Si se niega a participar, habrá iniciado la marcha hacia la alternancia en su accionar artístico.
En la mayoría de los casos, el joven artista se convierte en una suerte de artista alternativo siendo un individuo encaminado con valentía hacia testamentos contestatarios, tratando de no caer en trampas de lo fácil en la creación artística-literaria. Es este el joven que elabora un discurso cultural genuino y a la vez contrapuesto a cánones preconcebidos por la generación precedente, a fin de no menoscabar su oficio y propuesta. Cultivándose, logrando reforzar su hacer artístico, estableciendo alianzas en esa comunidad creativa que nosotros llamamos sección, para lograr una integración con los movimientos que tienen bases y propuestas interesantes, alejándose de otras propuestas que no tienen principios ni conceptos estéticos acordes con sus intereses. Todo esto le da como resultado al joven artista alternativo, una obra vigorosa, con oficio y sobre todo, con calidad a fin de negociar lo que tenga que negociar, con tal de fortalecer su obra y discurso como artista.
Pero ¿qué pasa cuando el joven no tiene la posibilidad de promover su obra? ¿Es considerada su obra marginal? ¿Por ser marginal es underground? ¿Por ser underground es un marginal? Existe una extraña relación conceptual entre lo underground y lo marginal. Estos fenómenos socioculturales coexisten en una misma sociedad y aunque no tienen una relación directa entre si, la misma sociedad los considera una dicotomía del momento en el que coinciden.
En general, los artistas underground, sobre todo del medio musical, manifiestan una tendencia a insertarse en actividades “marginales”. Diversos estudios parecen refutar esta sentencia al aportar varios elementos que por lo menos, nos hacen más complejo el panorama y niegan una interpretación lineal del proceso de incorporación de los artistas underground a la sociedad urbana.
Todo esto nos lleva a un planteamiento de lo contradictorio con relación a lo que se ha formulado en relación a lo marginal y lo underground, haciendo descansar buena parte de su explicación en los factores psicológicos. En cualquier caso, directa o indirectamente, el nivel psicológico está implicado y el modo en que son afectadas las actitudes individuales de los artistas, condiciona precisamente no sólo su forma de interactuar con la sociedad, sino la forma de crear su obra artística, el carácter de la misma y el comportamiento ulterior del artista en la sociedad recipiente.
Por suerte, el artista underground como ente creador desconocido o más bien, irrepresentado por su forma contestataria de crear, genera un público no sólo ávido de un arte inteligente, sino conocedor de la calidad de lo que el artista pretende expresar, y a veces se identifica con este artista y su obra.
Lo importante en todo caso, es subrayar una conclusión evidente: en la búsqueda de un arte renovador y conceptualmente “adelantado” a su época, el artista underground crea espacios y se convierte en una preeminencia conceptual para explicar los determinantes del fenómeno sociocultural que a veces llamamos “marginal”. Por el mero hecho de desconocerlo, aún así logra ese impacto que artistas convencionales e incluso hegemónicos, no logran, por lo que su impacto de carácter social logra, parcelando el esfuerzo interpretativo y soslayando, frecuentemente, la complejidad de un problema de múltiples raíces y diferencias históricas y generacionales.
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